Las personas podemos apostar para ganar dinero o para divertirnos y estimularnos ante la posibilidad de acertar, pero en la ludopatía esto es sólo el principio.
La mayor parte de las investigaciones científicas coinciden en considerar muy importante en las apuestas deportivas, los aspectos psicológicos relativos al cambio de reforzadores.
Refuerzos psicológicos. Cómo funcionan en la adicción a las apuestas deportivas
Inicialmente, comenzamos apostando para entretenernos, estimularnos, comprobar nuestra "inteligencia” o habilidad de predecir resultados o nuestros conocimientos deportivos.
Cada vez que acertamos, un mensaje interno aparece: "lo sabía”, "qué bueno soy”, "qué suerte”, "qué buena racha”, "qué buena noticia”. Esto mejora nuestro estado de ánimo, nos hace sentir orgullosos, alegres, hábiles, y nos apetece "comentar la jugada” con otros "amigos” de juego que nos dirán algo así como "bien cazada”, y pensarán algo así como "yo estuve a punto de meter a la misma apuesta, tenía que haberlo hecho”.
Todo esto, son reforzadores positivos: consecuencias positivas que surgen después de apostar, que aparecen de vez en cuando, de forma intermitente, y nos atrapan en la incesante búsqueda por parte de nuestro organismo de que vuelvan a aparecer. "Esta jornada va a ser buena seguro”.
Sin embargo, son pocas las ocasiones en las que se gana la apuesta, y las pérdidas generan problemas, por supuesto de dinero, pero también emocionales (culpabilidad, autoestima, frustración…).
Si el trastorno adictivo sigue su curso, llega un momento en el que ya no apostamos para buscar ese bienestar (de acertar, comentar, ganar dinero), sino que apostamos para dejar de sentirnos mal.
Llega un punto en el que la persona se introduce en un continuo estado de agitación (mentiras, deudas, pérdida de relaciones, de proyectos personales..) y de malestar emocional (sentimientos de culpa, vergüenza, o lo que es más problemático: indiferencia). Puede llegar a un punto en el que la persona sólo puede "librarse” del malestar en el momento en que se pone a gestionar su siguiente apuesta.
El proceso se convierte en un círculo del que ya es difícil salir: la principal forma de afrontamiento del malestar emocional de la persona es apostar.
El objetivo no es la búsqueda de algo excitante, o de ganar dinero (refuerzos positivos), sino la necesidad de liberarse por un tiempo, cada vez más breve, del intenso y continuo estado de malestar, agitación, insatisfacción (búsqueda de refuerzo negativo: dejar de sentirme mal).
Mientras apuesta se alivia, y al perder la apuesta vuelve el malestar, por lo que tiene que volver a afrontarlo volviendo a apostar.
Ganar alguna apuesta no resuelve el problema sino que incrementa la profundidad del "círculo vicioso de la adicción a las apuestas deportivas”. Cuando recibe un "premio”, la necesidad de apostar se incrementa: por tratar de "recuperar las pérdidas” y por volver a encontrarse con esa sensación de alivio que tanto necesita.
La impulsividad: un rasgo de conducta frecuente en las personas con adicción al juego
Un comportamiento impulsivo también es rasgo psicológico que aparece con frecuencia en las personas que padecen estos problemas de ludopatía.
Es frecuente identificar 4 conductas:
Afrontar las situaciones que generan ansiedad de un modo precipitado y urgente.
No pensar en las consecuencias de los actos justo en el momento previo a realizarlos.
Tendencia a buscar nuevas experiencias que produzcan sensaciones estimulantes.
Dificultades para concentrarse en una tarea y mantenerse enfocado en ella el tiempo necesario.