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Las adicciones


Dada la gran ignorancia en temas de salud mental y adicciones, su manejo en el país representa un rezago importante y una lastimera realidad. De una visión dialéctica de la actual terapéutica de las adicciones en el país, se desprenden por un lado, los impresionantes y útiles avances de las neurociencias de los últimos años . Por el otro, los impactantes conceptos de: "Dios ha muerto”, de Nietzsche, y "Dios no existe”, de Sartre, guían el camino al humanismo, ese, que algunas personas ignoran y otras detestan aún sin comprender. La presencia del oscurantismo en nuestra sociedad mantiene vigencia perenne, en especial relacionado con aquellos estados crónicos, inveterados o agravados, que movidos por la desesperación lleva a las personas a buscar soluciones inmediatas para casos irremediables, fórmulas mágicas que intentan eliminar las limitaciones propias de la existencia y las que imponen ciertas patologías, como la adictiva, que escapa a menudo a nuestra voluntad educativa y terapéutica. Pero "dejar en manos de Dios” el tratamiento específico de un problema de salud, en la ambigüedad de "ayúdate que Yo te ayudaré”…, es tomar un riesgo ingenuo y un acto temerario. Además, dicho con todo respeto, nadie puede demostrar que por haber "endosado a Dios” dicho problema, Éste -con E mayúscula-, logró arreglar ese -con e minúscula.

La mezcla de psicopatología, ignorancia, magia, esoterismo, etc., contrapone las acciones para la salud mental… Toda vez que el sujeto no asume responsabilidad por lo que le pasa, ni como factor partícipe del problema, ni como responsable de su gestión terapéutica. Ello descontextualiza los conceptos médico-psicológicos necesarios para su atención, al interpretarlos de manera diversa. Para formular su mejor abordaje posible, las adicciones como problema psiquiátrico requieren de contextualizarse en el marco del humanismo y la ética donde se hallan inmersas. Desde esta óptica, "los seres humanos tienen el derecho y la responsabilidad de dar sentido y forma a sus propias vidas”. La Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito en su reunión del 27 de julio pasado, instó a los países participantes a procurar dar tratamiento a la drogadicción en vez de castigo. "La drogodependencia, es un trastorno de la salud, los usuarios de drogas necesitan un trato humano y eficaz”. Con esta sentencia dio inicio a la décimo octava Conferencia Internacional de SIDA en Viena, Austria.

Se pretende la construcción de una sociedad más humana a través de una ética basada en otros valores naturales y humanos en el espíritu de la razón y la libre investigación a través de las capacidades humanas, como la ciencia. De modo que la dignidad y la autonomía del individuo y el derecho de todo ser humano a la mayor libertad posible se compatibiliza con los derechos de los demás. Bajo esta consideración, se pretende "el uso de la ciencia” en forma creativa y no destructiva, lo cual requiere de una adecuada regulación. Asimismo, en el humanismo se espera que "la libertad personal se combine con la responsabilidad social, por lo que éste se compromete” con una educación libre de adoctrinamiento. De igual forma, "reconoce los valores de la creatividad artística y la imaginación”, así como el poder transformador del arte para la realización personal. Por último, debe señalarse que el humanismo es un estilo de vida susceptible de alcanzarse y mantenerse por todos y en cualquier parte”.

La profesión médica y psicológica se basan en la ética y como miembro de esta profesión, el personal de salud debe reconocer la responsabilidad con los pacientes en primer lugar, así como con la sociedad, con otros profesionales del ramo, y consigo mismo. Debe proporcionar atención competente, con compasión y respeto de la dignidad humana y los derechos de cada persona. Debe respetar los estándares de profesionalismo, ser honesto en todas las interacciones profesionales, y tratar de eliminar las deficiencias de los informes y demás documentación deficiente en carácter o competencia, así como "no participar” en fraudes o engaños. Debe respetar la ley y reconocer también la responsabilidad de buscar cambios en los requisitos que son contrarios a los mejores intereses del paciente. Debe respetar los derechos de pacientes, colegas y otros profesionales de la salud, y salvaguardar la confianza del paciente y su intimidad dentro de las limitaciones de ley. Debe estudiar, aplicar y promover los conocimientos científicos, mantener un compromiso con la educación médica, facilitar la información pertinente a los pacientes, colegas y público, obtener la consulta y recurrir al talento de otros profesionales de la salud cuando esté indicado.

Y en la prestación de servicios apropiados de atención de los pacientes, excepto en casos de urgencia, podrá elegir libremente a quién servir, con quién asociarse, y el medio donde se preste la atención médica. Debe por tanto, reconocer la responsabilidad de participar en actividades que contribuyan a la mejora de la comunidad y de la salud pública. El personal de salud, mientras esté al cuidado de un paciente, asumirá tal responsabilidad como primordial y facilitara la atención médica para todas las personas por igual. No satisfará sus propias necesidades mediante la explotación del paciente. Estará siempre vigilante sobre el impacto que su conducta tiene sobre los límites de la relación médico-paciente y, por tanto, al bienestar de éste. En consecuencia, el profesional de la salud no debe participar en ningún tipo de política que excluya, segregue, o degrade la dignidad de los pacientes por motivos de origen étnico, raza, sexo, credo, edad, situación socioeconómica u orientación sexual. Educará a los colegas a través del desarrollo de proyectos de investigación y de datos y presentaciones en reuniones profesionales y en revistas profesionales. Es requisito mostrar la misma conducta decorosa consigo y su profesión y en todas las acciones de su vida. Lo cual es especialmente importante en el caso del psiquiatra y los psicoterapeutas, porque el paciente tiende a modelar su comportamiento por su identificación con el profesional, e incluso por razones de confidencialidad, porque la necesaria intensidad de la relación terapéutica tiende a activar el aspecto sexual y otras necesidades y fantasías del paciente y del psiquiatra o terapeuta, lo que debilita la objetividad necesaria para la labor. Por lo tanto, un profesional que regularmente realiza prácticas fuera de su área de competencia profesional debe ser considerado no ético.

La visión que se presenta en esta comunicación no incluye ni apoya a la ignorancia, el pensamiento mágico, los castigos y sanciones, o las pócimas, remedios y juramentos, por el contrario, espera un cambio de actitud y conductual de una patología cerebral, derivada de una compleja mezcla de factores psicosociales, a través de acciones conjuntas farmacológico-psicoterapéuticas, probadamente eficaces y evaluables. Tales argumentos, fundamentados en el criterio de los principales organismos internacionales, se basan en la evaluación metodológica de sus programas, y deben ser por tanto, antidogmáticos, flexibles y de aplicación individualizada.


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