Cómo gestionas tus conflictos dice mucho de ti. Se dice que nuestra postura frente a los conflictos nos delata, nos desnuda de alguna manera, lo cual parece cierto. La forma que tenemos de gestionar diferencias y las tensiones tiene mucho que ver con cómo nos relacionamos con nosotros mismos o el punto de vista desde el que observamos lo que sucede a nuestro alrededor.
La gestión deficiente de los conflictos intensifica el malestar que estos generan, por mucho que con esa forma de actuar podamos haber sentido alivio en un primer momento. O experimentas un notorio malestar contigo mismo, o incrementas las tensiones en tus relaciones interpersonales. En otras palabras, tramitar mal esas situaciones hace que se complique la labor de encontrar puntos de encuentro.
De la forma como gestionas tus conflictos depende en gran medida tu bienestar. Sin embargo, para que lo hagas de una forma acertada necesitas haber crecido lo suficiente como para ser capaz de lograrlo. Estas situaciones te exigen una gran empatía, además de serenidad y una actitud constructiva. No es tan fácil.
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"Siempre que estés en conflicto con alguien, hay un factor que puede marcar la diferencia entre dañar la relación o fortalecerla. Ese factor es la actitud”.
-William James-
Amigas discutiendo
El miedo es uno de los factores que más condiciona los conflictos.
El conflicto nuestro de cada día
No hay manera de evitar que se presenten desacuerdos en una relación, bien sea amorosa, familiar o de trabajo. Así mismo, de forma continua debemos enfrentarnos a los límites que nos impone la vida en sociedad y esto puede generar tensión. Acatar normas no siempre es fácil. Por lo tanto, el conflicto forma parte de la cotidianidad, en mayor o menor medida.
Aunque parezca una redundancia, el conflicto crea conflictos. Si estás frente a una situación que te provoca tensión, puedes poner en marcha una serie de medidas que con frecuencia no son adaptativas. La más básica es la de lucha o huida. Si no puedes hacerlo, es posible que optes por ceder, en contra de lo que realmente quieres y piensas que tienes que hacer.
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La personalidad influye en la forma como gestionas tus conflictos
La personalidad influye en la gestión de conflictos, pero la gestión de conflictos también influye en la personalidad; es decir, la influencia es en dos direcciones. Un estudio llevado a cabo en 2011 estableció una relación entre cinco rasgos de la personalidad y el trámite de las situaciones conflictivas. Tales rasgos coinciden con los que propone el modelo de los 5 grandes: amabilidad, apertura a la experiencia, responsabilidad, extraversión y neuroticismo.
Las conclusiones de este estudio fueron las siguientes:
Las personas en las que predominan todos esos factores, con excepción del neuroticismo, suelen resolver los conflictos buscando vías para conciliar las dos posturas enfrentadas.
En aquellos perfiles en los que predomina la amabilidad también suelen predominar las estrategias de evitación. Rara vez acuden a la imposición.
Los mejores negociadores de conflictos son las personas en quienes predominan los rasgos de amabilidad, apertura a la experiencia, responsabilidad y extraversión.
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La forma como gestionas tus conflictos y el miedo
Uno de los factores que más condiciona la forma como gestionas tus conflictos es el miedo. En particular, el miedo a perder. Quizás no le planteas a tu pareja aquello que no te gusta de la relación porque temes un distanciamiento o una pelea. Tampoco señalas lo que piensas que es injusto frente a tu jefe porque te da miedo perder el empleo o ser objeto de represalias. Así mismo, es posible que no compartas tus opiniones con tu familia porque sabes que ellos opinan justo lo contrario.
El miedo tiene muchos objetos, y uno de ellos es la agresión. Te pones a la defensiva porque en el otro interpretas signos de amenaza, ya sea en el plano físico, en el mental o en los dos a la vez. Eso te conduce a tratar de "deshacerte del otro” por la vía de anular su voz, su presencia o su punto de vista. Ese otro representa una amenaza y te sientes con el derecho a defender tu "tranquilidad”.
El problema está en que ni cediendo por sistema ni atacando de manera pasiva se suelen resolver los conflictos. De hecho, es habitual que este tipo de estrategias de afrontamiento terminen generando más conflictos sobre el propio conflicto.
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Pareja discutiendo
Para gestionar mejor los conflictos hay que tratar de verlos como un pacto, en lugar de una confrontación.
Conflicto y pelea no son lo mismo
La clave para aprender a gestionar conflictos está en comprender que estos no tienen por qué ser un sinónimo de pelea o confrontación. Si no quieres que así sea, no lo será. Depende exclusivamente de ti. Hay que subrayar la palabra "exclusivamente”, pues, como suele decirse, "para pelear se necesitan dos”.
Muchos conflictos nacen y crecen sin que los involucrados sepan exactamente por qué y ahí está otra de las claves. Antes de pretender solucionarlo, debes entenderlo. ¿En dónde estriba la diferencia? ¿De dónde nace la tensión? ¿En qué exactamente hay contradicción y por qué? Solo con hacer el ejercicio de entender qué pasa, ya comienza a solucionarse el problema.
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Un conflicto logra tramitarse bien cuando en lugar de verlo como una confrontación inevitable, se percibe como la necesidad de un nuevo pacto. Algo falla, algo falta o algo sobra en una situación y por eso es necesario barajar de nuevo las cartas y llegar a un nuevo acuerdo. Si lo ves así, no vas a tener grandes dificultades en dar con las soluciones.