Desgraciadamente y a día de hoy no podemos hablar de que haya una respuesta definitiva sobre el origen de la depresión. No obstante todos los indicios apuntan a que la depresión es fruto de la co-existencia de determinados factores tanto orgánicos como es un déficit de serotonina (una sustancia cerebral involucrada en la transmisión de los impulsos nerviosos de nuestro cerebro y por tanto en nuestra conducta), como ambientales, esto es la reacción comportamental a diferentes eventos vitales traumáticos.
También sabemos que hay factores que predisponen o nos protegen de este trastorno. Estos factores pueden ser personales, culturales, del entorno, de aprendizaje, de pautas con las que nos hemos educado y que vamos desarrollando a lo largo de toda nuestra vida.
Estos factores hacen referencia a aquellas características que pueden facilitar que una persona en un momento de su vida puede desarrollar una depresión mientras que otras personas en similares circunstancias no desarrollarían el trastorno. Los más habituales son:
Estos factores por si solos no conducen al desarrollo de una depresión, pero son el caldo de cultivo que pueden facilitarla, por lo que poder cambiar estas circunstancias antes mencionadas nos ayudarán como factores protectores ante eventos traumáticos susceptibles de desarrollar depresión.
Por otro lado, hay factores que pueden ser protectores a la hora de desarrollar una depresión, es decir, nos ayudan a superar eventos traumáticos disminuyendo la posibilidad de que éstos nos lleven a desarrollar el trastorno, entre los más significativos encontramos: