Si has llegado a este post, es porque probablemente estés buscando respuestas a porqué tienes un estado de ánimo depresivo. Es posible que también pienses que lo que estás viviendo solo te ocurre a ti y que nadie puede comprender el sufrimiento que experimentas. Por eso me gustaría que leyeras esta carta de una persona con la que te puedes identificar, que comparte lo que sientes y que como tu está luchando para salir de su depresión.
Hola a todos:
Me llamo Reyes, pero podría llamarme Ana, Pedro o Rosa. Da igual. Lo que voy a contar nos puede pasar a cualquiera.
Tengo depresión y también sufro de ansiedad desde hace unos 3 años.
Yo llevaba una vida normal. Tengo una carrera, tengo un buen puesto de trabajo que aún conservo, tengo al hombre de mi vida… Tenía problemas, como todo el mundo, y quiero pensar que esos problemas fueron los que desencadenaron el infierno que vino después. Tuve que hacer frente a unas deudas de mi familia, la presión en el trabajo aumentó y cuando me di cuenta tenía un yugo que pesaba demasiado sobre mi cuello y me derrumbé.
Empezaron las visitas al psiquiatra, los tratamientos y mis sesiones con la psicóloga, Sara, a quien debo tanto.
He de decir que yo he tenido la suerte de contar con el apoyo incondicional de mi pareja, a la que adoro, que me ha soportado en los peores momentos de la enfermedad, que han sido muchos.
Pero supongo que todo esto que he contado ya os lo sabéis.
Los que estáis enfermos de lo mismo que yo, supongo que queréis, como yo siempre he querido, encontrar a alguien que me diga :”pues esto me paso a mi también, tranquila”.
Veréis, yo he querido morirme mil veces, porque en mi cabeza sentía tal desesperación, que pensaba que solo desapareciendo podría encontrar algo de paz. Tuve una época de adicción a las benzodiacepinas, porque lo único parecido a la muerte era dormir.
Lloraba y lloraba porque no encontraba salida ni solución a ese infierno que se había montado en mi cabeza sin mi permiso.
Perdí todas mis aficiones, nada me distraía, nada conseguía sacarme de la cama.
En esos momentos, cualquier palabra de aliento te suena a chiste, porque piensas que nadie sabe lo que estás pasando.
Tienes días mejores, en los que tu familia, en mi caso mi pareja, respiraba aliviado, y tienes días horribles, en los que, como en mi caso, amenazas con quitarte de en medio en un intento desesperado porque alguien, quien sea, haga algo, lo que sea, para sacarte de ese maldito pozo en el te has caído.
En estos 3 años he tenido 3 recaídas. Ahora estoy en una de ellas, afortunadamente la primera fue la peor y pasó.