¿El perfeccionismo es el protagonista de tu vida? ¿Todo aquello que haces tiene que quedar perfecto? ¿Eres de lo que piensan que "para no hacerlo perfecto mejor no hacerlo"?.
Si el perfeccionismo es el hilo conductor de lo que haces, en este artículo te vamos a dar 10 recomendaciones para rebajar tu perfeccionismo y enfrentarte a las tareas con menos tensión.
El perfeccionismo es algo que puede afectar a muchas personas y que puede generar ansiedad, baja autoestima y depresión. La perfección, en la mayoría de los casos, es algo inalcanzable porque es algo subjetivo. En otras palabras, lo que puede ser perfecto para alguien, puede no serlo tanto para otra persona.
Además, está incluido dentro de las creencias irracionales descritas por el psicólogo Albert Ellis. Según este autor, la perfección es algo irracional y la describe como: pensamiento de que todos los sucesos tienen una resolución perfecta.
Teniendo esto en cuenta, la persona perfeccionista no conseguiría la felicidad hasta que no encontrara la solución perfecta a su problema. Esto hace que las personas se esfuercen por encima de sus posibilidades y que nunca estén satisfechas con el resultado.
Otra característica de las personas perfeccionistas es que no aceptan cosas que estén por debajo de la perfección viviendo siempre con unos niveles de exigencia y ansiedad muy altos.
Las consecuencias de tener este tipo de actitud serían:
Hacer una buena gestión del perfeccionismo es esencial para un buen equilibrio emocional. Por ello, en esta entrada te vamos a facilitar algunas herramientas para poder gestionar este perfeccionismo:
Está bien tener un plan sobre las cosas que tenemos que hacer. Estudiar los objetivos, pensar en qué obstáculos pueden surgir y pensar cómo vamos a alcanzar los objetivos es algo sano. Sin embargo, si este proceso se alarga, algo común en las personas con esta problemática, puede ser contraproducente. Por eso, si tienes tendencia a ser perfeccionista, te recomendamos que no intentes planificarlo todo demasiado.
No todas las cosas que hacemos tienen el mismo nivel de importancia. Por eso, te recomendamos que, a aquellas tareas que no sean tan importantes, les otorgues menos tiempo y esfuerzo. En el trabajo, o en cualquier otro ámbito, te encontrarás siempre con cosas que no tienen mucha importancia. Ocupar nuestro tiempo con este tipo de tareas puede hacer que no le dediquemos el tiempo suficiente a otras o incluso que, dedicándole tiempo a las dos, descuidemos otros aspectos de nuestra vida.
Haz una lista con todas aquellas cosas que te provocan malestar y que están derivadas de ser perfeccionista. Algunos ejemplos de ello son: sentimientos de culpa si no se hacen las cosas a tiempo, tardar mucho en hacer tareas sin importancia, ansiedad por la alta autoexigencia, diálogo interno negativo, inseguridades, etc.
Los errores forman parte de los posibles resultados cuando nos enfrentamos a las tareas. Por lo que aceptar el error como posibilidad es algo sano. En el caso de que nos equivoquemos sabremos que es algo normal y aprenderemos a sobreponernos al error. En contra posición, las personas que no contemplan los errores como parte del proceso tienen alta autoexigencia y avanzan mucho más despacio. Además, pueden vivir una equivocación como algo totalmente limitante impidiéndoles incluso avanzar.
Como hemos comentado antes, una de las consecuencias del perfeccionismo es la procrastinación. En otras palabras, dejar para mañana lo que se puede hacer hoy o posponer el inicio de algo. Te recomendamos que comiences a hacer las áreas según llegan, en el momento.
No todas personas destinatarias de lo que hacemos esperan algo perfecto, ni lo desean ni lo necesitan. Por eso, ajusta tus tareas al resultado que espera la otra persona. Cíñete a lo que te piden y lo que esperan los demás.
El ser muy exigente con uno mismo y vivir siempre al límite está demostrado que, a su vez, es limitante. Por eso, intenta rebajar lo que te exiges. Cuando te pongas a realizar una tarea céntrate en ser eficaz y no perfecto.
En aquellas tareas en las que sea posible, te recomendamos que te establezcas un tiempo limitado para realizarlas. De esta manera sabrás que no podrás exceder el tiempo. Por ejemplo, para fregar la vajilla puedes establecer un minuto por cada dos platos. De esta manera, no estarás toda la tarde dedicándote a ello.
Muchas veces pensamos en diferentes alternativas y estas nos ocupan mucho tiempo. Por eso, una vez que sepas qué tarea tienes que realizar, lo recomendable es que te establezcas una manera de hacerlo, alejando aquellos pensamientos que pueden estar relacionados con otras maneras de realizar esa misma tarea.
Voltaire ya dijo aquello de que lo perfecto es enemigo de lo bueno, y razón no le faltaba. Hacer las cosas bien nos permite llegar a nuestros objetivos sin complicarnos la vida intentando hacerlas perfectas. Hacer las cosas bien es lo suficientemente bueno como para poner fin a la tarea y a nuestra necesidad de hacerlo perfecto.