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La ley del hielo, una forma disfrazada de abuso psicológico


La famosa ley del hielo es un recurso muy utilizado por personas que aparentemente gozan de un gran autocontrol y presumen de ser racionales antes que intuitivos. Al mismo tiempo, corresponde no solo a una expresión de violencia pasiva, sino también a un mecanismo disfrazado de abuso psicológico. Esto quiere decir que daña profundamente a la persona sobre la que se aplica.

Se le llama ley del hielo a ese conjunto de comportamientos que tienen por objetivo ignorar al otro. Dicho de otro modo, es el acto consciente y deliberado de suspender la comunicación con la otra persona, o hacerlo de una manera mínima y mecanizada.

Se da en todo tipo de relaciones: pareja, amigos, padres e hijos, familiares, etc. Implica la existencia de un conflicto previo. Sin embargo, en algunas ocasiones, la víctima de este tipo de conductas ignora dicho conflicto, precisamente porque el otro no se lo ha expresado abiertamente.


    "El peor pecado hacia nuestros semejantes no es odiarlos, sino tratarlos con indiferencia; esto es la esencia de la humanidad”.

    -William Shakespeare-

A la ley del hielo corresponden acciones como dejar de hablarle a alguien, no tomar en cuenta lo que el otro dice o fingir que no se le escucha; tomar distancia y evitar la compañía de determinada persona, como si estuviera contagiada de algo; pasar por alto las peticiones o necesidades expresas y llevar a cabo cualquier conducta que tenga como objetivo anular o invisibilizar a alguien.

¿Por qué alguien querría utilizar la ley del hielo?

Este tipo de comportamientos son bastante nocivos. No solo denotan inmadurez, mezquindad y falta de inteligencia emocional, sino que también pueden causar graves efectos en el otro. Constituyen un intento por controlar y vejar a los demás y no representan nada positivo para una relación.

Otras veces consiste en una forma de castigo hacia la otra persona. Cuando el enfado y los conflictos no se gestionan bien, se tiende a querer hacer daño al otro y a vengarse en vez de hacer uso del autocontrol y centrarse en las soluciones.

También es una forma de llamar la atención. Es un comportamiento infantiloide, pues la persona ignora a su ser querido a la vez que se preocupa de estar presente en su foco de atención.
Cómo se manifiesta la ley del hielo

¿Cuáles son las maneras en que la acción de ignorar al otro se ponen de manifiesto? La psicóloga María Esclapez, especialista en terapia de parejas y sexología clínica enumera algunas de las formas más comunes:

    Finge que no escucha a la otra persona.
    Cuando acepta haber escuchado, no responde o lo hace con monosílabos.
    Niega que haya algún problema, que se sienta mal, que algo le haya molestado, etc.
    No coge las llamadas ni responde los mensajes, o lo hace cuando ha pasado mucho tiempo.
    Pasa por alto lo que la otra persona le cuenta, le pide o necesita, o muestra desinterés por ello.
    Evita el contacto visual y físico, como si la otra persona fuese invisible o no existiera.
    Elude las actividades sociales con la otra persona, e incluso deshace planes acordados con anterioridad.
    Advierte el desconcierto y el sufrimiento del otro debido a su modo de ignorarlo, y pese a ello se mantiene en su actitud.

La ley del hielo puede causar estrés emocional y traumas

La persona a quien otro le aplica la ley del hielo puede llegar a experimentar sentimientos  negativos muy intensos. Piensa que ignorar a alguien es devaluarlo e incluso anularlo. Además, esto se torna más insano cuando todo se da en el marco de un silencio duro y crudo, que la víctima no sabe finalmente interpretar.

Quien es ignorado, eventualmente se sumerge en sentimientos de tristeza que a veces se convierten en depresión. Según un estudio, las personas que regularmente se sienten ignoradas también reportan niveles más bajos de autoestima, pertenencia y significado en sus vidas. También siente ira, miedo y culpa. Ignorar a una persona es una forma de señalarla con el dedo, de acusarla, pero de manera implícita. Eso es precisamente lo que convierte este mecanismo en una forma enfermiza de afrontar un conflicto.

    Cuando se plantea al abusador que su silencio es una forma de violencia, se escuda en que hace todo lo contrario a un maltrato: no grita, no pega. Esto es una forma de gaslighting.

La víctima de este tipo de comportamientos también suele llenarse de angustia. No termina de saber qué está haciendo mal o por qué exactamente se le trata de este modo. Experimenta la situación como si hubiera perdido el control y esto origina un fuerte estrés. De ahí que se le considere una forma de abuso en la que no hay gritos, ni golpes, pero sí mucha violencia.

La ley del hielo genera también efectos físicos

Hay estudios que prueban que el sentimiento de estar siendo excluido o ignorado da lugar a algunos cambios en el cerebro. Existe una zona llamada corteza cingulada anterior, cuya función es la de detectar los diferentes niveles de dolor en el ser humano. Pues bien, se comprobó que esta zona se activa cuando a alguien le aplican la ley del hielo.

El resultado de esto es que también comienzan a aparecer síntomas físicos. Es usual que se presenten dolores de cabeza y problemas digestivos. También es frecuente la aparición de insomnio y fatiga. Si la situación es muy severa y continuada, surgen problemas más graves, como incremento de la presión arterial, diabetes e incluso enfermedades como el cáncer.

El sistema autoinmune también se ve afectado, principalmente por las altas dosis de estrés que provoca esta situación. Las consecuencias son más graves cuando quien aplica la ley del hielo es una figura de poder, bien sea un maestro, un padre o un director.
Cómo manejar la ley del hielo

Para salir de este tipo de situaciones ten presente las siguientes recomendaciones:

Evita demostrar una reacción: considera la ley del hielo como un visto bueno para reflexionar. No demuestres ira, no fuerces a la persona de manera pasivo agresiva para que te hable y no provoques una discusión. Solo dale a ella y a ti algo de espacio hasta que las cosas se calmen. Cuando estés cerca de la persona, esfuérzate por tener una apariencia relajada y positiva. No reveles que su comportamiento te afecta, incluso si es así.

Pide un tiempo para discutir el asunto: las personas que aplican la ley del hielo básicamente envían señales de lo que necesitan porque no pueden comunicar sus necesidades con efectividad. Opta por el camino fácil y haz lo que no puede hacer: escoger un momento para hablar del asunto como adultos.

Trata de ver la situación desde el punto de vista de la otra persona: ten presente que la comunicación es recíproca. Si tu ser querido siente la necesidad de evitarte o impedir toda comunicación, debe sentirse lastimado. Procura sentir empatía por esa persona y ver las cosas desde su perspectiva.

Identifica tu rol durante la ley del hielo: cuando hayas obtenido algo de espacio para ti, podrás utilizar este tiempo para considerar cómo interpretar un rol en esta situación. Esto no significa que debas echarte la culpa, sino darte el poder de reconocer y cambiar los patrones de comunicación que podrían conducirte a este punto.

Reduce la ira para evitar empeorar la situación: sentir que alguien te manipula puede originarte ira, lo que puede impulsar una interacción poco útil hacia un territorio peligroso. Reconoce el hecho de que demostrar ira no será productivo para tu relación. Utiliza el espacio que obtienes durante la ley del hielo para mitigar las emociones negativas que sientas.

Fija límites personales: cuando fijas límites con efectividad en tus relaciones, incrementas las probabilidades de vivir según tus valores. Independientemente de que la persona que aplica la ley del hielo sea uno de tus padres, un mejor amigo o una pareja, puedes fijar límites personales para evitar que un patrón tóxico en la relación lastime tus sentimientos.

Cuídate: sin importar si la persona quiera lastimarte, ser a quien le dan la ley del hielo no se siente bien. Pasa algo de tiempo haciendo las cosas que te relajan y te hacen sonreír para contrarrestar los efectos negativos de la ley del hielo.

Aprender a sortear este tipo de situaciones

A veces la ley del hielo se aplica entre dos personas que se tienen mucho afecto, como los miembros de una pareja, grandes amigos, hermanos, etc. Algunos piensan que al imponer ese régimen el otro va a cambiar algún comportamiento o va a hacer que el otro haga lo que ellos quieren que haga. Lo consideran casi una herramienta educativa. Sin embargo, están muy equivocados. Ignorar al otro como una forma de castigo solo destruye las relaciones.

Como muchas tácticas, en el fondo defensivas y frutos de la inseguridad, esta revela una mala gestión de la comunicación. El silencio es sano cuando hay mucha exaltación y se hace necesario hacer una pausa antes de agravar lo que sucede. Sin embargo, cuando se usa como medio de control o de castigo se convierte en abuso.

Nadie debe permitir pasivamente ser ignorado por otro, al menos no sin tener una explicación de su comportamiento. Tampoco nadie debe intentar resolver un conflicto a través de la ley del hielo. Cuando hay un problema entre dos seres humanos, lo único sano es buscar la manera de dialogar para encontrar soluciones. El silencio y la distancia solo generan más equívocos y, al final, no solucionan absolutamente nada.



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