Una de las señales que indican que una persona es víctima de una manipulación inculpatoria es el hecho de disculparse constantemente por todo. Pide perdón antes de hablar, se disculpa por reír o se siente en la necesidad de ofrecer excusas por hacer una pregunta. Todo ello indica que sobre su mundo gravita un sentimiento de culpabilidad latente, pero sin bases.
Este tipo de actitudes no nacen porque sí. Lo usual es que haya alguien que manifieste rechazo por sus palabras, su conducta e incluso su existencia en el presente, o que haya existido una figura así en el pasado. En todo caso, esto implica el despliegue de una estrategia de manipulación inculpatoria.
"La culpa es uno de los sentimientos más negativos que puede tener el ser humano y, al mismo tiempo, una de las maneras más utilizadas para manipular a los otros”.
-Bernardo Stamateas-
Quien es víctima de ese mecanismo de manipulación inculpatoria siente que, básicamente, todo lo que hace está mal. Se señala severamente y no tolera fallar en algo, o incurrir en alguna conducta "incorrecta”. Le cuesta mucho definir qué está bien o qué está mal en su comportamiento.
Las tácticas de la manipulación inculpatoria
En la vida de quien se siente culpable por todo, siempre hay alguien que implementó o implementa tácticas de manipulación inculpatoria. Suele ser una persona con ascendencia sobre su víctima . Alguien amado, admirado o con autoridad sobre esa persona. Su manera de actuar es sutil y, a la vez, violenta.
Las principales tácticas que se emplean en la manipulación inculpatoria son:
Gestos de rechazo, del tipo pasivo-agresivo. Actos como dejar de hablar al otro, mirarle de manera desafiante, burlarse o hacer gestos de desaprobación, sin llegar a decir qué es lo que le molesta de esa persona.
Impedir la referencia a ciertos temas. En este caso, cuando se tocan determinados temas, responden de manera agresiva y básicamente piden que el otro se calle. Jamás explican por qué, simplemente de eso no se habla y punto.
Destruir tu confianza. Emplean medios intelectuales o emocionales para hacer pensar que no eres suficientemente inteligente, capaz o valorable para decir, hacer o pensar determinada cosa. Sacan a relucir los fallos y vacíos del otro constantemente.
Negarse a aceptar y asumir un problema. Si se cuestiona o se busca un diálogo, el manipulador hará todo lo posible por evadirlo. Incluso atacará para intentar poner todo sobre la mesa. Dirán o insinuarán, que la intención de la otra persona es hacerles daño.
En síntesis, el mecanismo de manipulación inculpatoria consiste en que uno violenta al otro psicológicamente, para no ser cuestionado. Su principal arma es minimizarlo a través de diferentes medios, para que se sienta inferior o "malo”.
Salir de este círculo fatal
Para salir de ese juego perverso de la manipulación inculpatoria, lo primero es reconocer tus sentimientos. ¿Te sientes culpable frecuentemente? ¿Te disculpas constantemente por acciones que no ameritan una solicitud de perdón? Si es así, es fundamental que admitas que alguien te está manipulando. A veces esto no es fácil, porque ese alguien puede ser la madre, la pareja o alguien a quien se ama o se admira mucho.
Si logras reconocer la situación, habrás dado el paso más importante. Esa persona, por lo general, se muestra enojada contigo, o con el mundo. De una u otra forma temes desatar un enojo aún mayor. Es necesario vencer ese temor para poder avanzar.
Comprende también que si hay algo que hayas hecho mal, la solución no está en cultivar una culpa eterna al respecto. Basta con identificar el daño hecho, reconocer la responsabilidad por el mismo y ofrecer una reparación a este. Más allá de eso no puedes hacer nada.
Afronta la manipulación
Lo que sigue es desactivar las tácticas de la manipulación inculpatoria. Se requiere que seas muy observador, pero también que mantengas la serenidad y que seas firme. Algunas medidas adecuadas son las siguientes:
Evitar la rumiación sobre al asunto. No te sumerjas en interminables reflexiones sobre lo que ocurre, ni sobre sus causas, o implicaciones. Simplemente te están manipulando y debes ponerle un límite a la situación.
Pide que te aclaren las cosas. Pídele al otro que te aclare exactamente por qué le molesta que digas o hagas algo. Que te diga qué es exactamente lo negativo de esto. Intenta mostrarle que lo que haces no es malo y que su enojo no tiene razón de ser. Al comienzo no funcionará, pero con el tiempo tiene buenos efectos.
Reivindica tu derecho a expresarte. Recuérdale al otro que tienes derecho a expresarte y que tus ideas, creencias o puntos de vista no tienen por qué molestarle a nadie, a menos que intentaras imponerlos.
No es fácil deshacer los mecanismos de manipulación inculpatoria, pero tampoco imposible. El secreto está en adoptar una nueva actitud y mantenerla. Con el tiempo se ven los resultados.