Si conoces a alguien que sea un buen comunicador te habrás dado cuenta de que también es un buen escuchador. En la comunicación, tan importante es saber emitir bien los mensajes cómo dominar el rol de receptor de los mensajes de los demás. En definitiva, tan importante es saber hablar como saber escuchar.
Estas personas buenas comunicadoras practican lo que llamamos la escucha activa que es una habilidad esencial para establecer relaciones de calidad desarrollarlas y mantenerlas.
Es debido a esta habilidad que practican por lo cual acudimos a ellos cuando tenemos problemas, nos encontramos en un mal momento emocional o necesitamos que nos comprendan, con ellos nos sentimos apoyados, valorados y notamos el interés genuino que tienen por nosotros.
Por esto mismo, no recurrimos a personas que no practican la escucha activa porque nos generan la sensación de no estar interesadas en nadie, que no nos entienden, y por tanto no nos brindan la satisfacción de sentirnos escuchados.
La escucha activa por tanto es una habilidad fundamental que debemos aprender a utilizar, si queremos establecer relaciones de calidad.
Podemos escuchar de muchas maneras y no todas ellas son escucha activa. La diferencia fundamental entre escuchar activamente y oír, radica en los objetivos que se pretenden con cada una de ellas.
Escuchar activamente persigue 4 objetivos:
Entender a los demás: practicamos la escucha activa para entender la posición del otro, por tanto es imprescindible escucharle de forma abierta y sincera, comprendiendo su manera de ver y sentir las cosas.
Disfrutar de la compañía del otro: cuándo disfrutamos de la compañía de otra persona, nuestros recursos de escucha activa se ponen a funcionar. No nos queremos perder nada de lo que dice el otro. Cuando disfrutamos de una conversación focalizamos toda nuestra atención en el mensaje que recibimos.
Aprender algo: Cuando queremos aprender algo practicamos la escucha activa. Para aprender necesitamos escuchar y entender de forma correcta los mensajes que emite la persona que nos trasmite el conocimiento. Sin escucha activa es difícil interiorizar nuevos aprendizajes.
Ser un apoyo para el otro: cuando queremos ser un apoyo para el otro y queremos darle consuelo, nos olvidamos de nosotros mismos para centrar nuestros recursos en la otra persona, necesitamos entender la situación que está atravesando y los sentimientos que le ha generado la situación. Nos ponemos en su lugar y construimos su mundo emocional, por lo que es indispensable practicar la escucha activa.
En algunas ocasiones escuchamos al otro pero no para alcanzar uno de estos cuatro objetivos si no para satisfacer otras necesidades propias, es decir, oímos pero no escuchamos.
Esto ocurre cuando escuchamos a la otra persona para caerle bien o para verificar si somos rechazados por el otro. También utilizamos esta escucha pasiva como medida de intercambio: le oímos para que el otro nos escuche a nosotros.
También lo hacemos para que los demás piensen que somos buenas personas, agradables o amables, pero no lo hacemos de forma genuina, sino que es una "puesta en escena”.
Otras ocasiones en las que no se está escuchando activamente al otro, se producen cuando nuestra mente está más centrada en preparar el próximo argumento que en atender de forma completa el argumento de la otra persona.
Podemos encontrar situaciones en las que no escuchamos al otro sino que oimos lo que dice como medida para encontrar puntos débiles en su argumento y así utilizarlos en su contra y estar de esta manera en "posesión de la verdad”.
Por tanto cuando perseguimos estos objetivos no estamos practicando la escucha activa sino que estamos oyendo para poder cubrir unas necesidades personales.
Como hemos visto hay ocasiones en las que nuestra escucha no es una escucha activa y esto se produce porque tenemos una serie de bloqueos automáticos que interfieren en esta habilidad.
Uno de estos bloqueos a la escucha activa es el bloqueo de comparación, cuando esté se produce nuestra mente está más puesta en compararnos, en determinar quién es más listo, más inteligente más ingenioso o cualquier otra cualidad que presente la otra persona.
Otro bloqueo se basa en la necesidad de dar consejos, muchas veces ante los problemas de los demás sentimos la necesidad de dar consejos, esto es lógico y normal pero nos centramos en oír una mínima parte del argumento del otro y con esta información construimos todo un escenario sobre su situación para poder dar un consejo bienintencionado y esto puede llevarnos a no escuchar sus sentimientos o su dolor.
La lectura de pensamiento es otro bloqueo muy habitual cuando una persona nos está hablando. En realidad no les estamos escuchando sino que estamos intentando determinar qué es lo que piensa realmente sobre nosotros o cuál será la opinión que tendrá sobre lo que acabamos de decir o sobre alguna particularidad nuestra.
Otro bloqueo a la escucha activa es el ensayo. Éste se produce cuando nuestra mente se dirige más a ensayar y a elaborar nuestro siguiente comentario que a escuchar y comprender el comentario de la persona que nos está hablando.
Desviar la conversación es otro bloqueo de la escucha. Éste se produce cuando no sabemos muy bien qué hacer con el comentario del otro porque es un tema incómodo o porque no sabemos cómo gestionar la situación, en estas ocasiones lo que hacemos es cambiar de tema repentinamente.
Otro bloqueo es la identificación, una persona nos cuenta algo sobre su propia experiencia y eso nos retrotrae a una experiencia personal e inmediatamente nos disponemos a contar lo que nos pasó a nosotros impidiendo que la persona terminé su argumento. Estamos tan ocupados en explicar nuestra experiencia qué no nos ocupamos de escuchar realmente a la otra persona.
Otro bloqueo es querer tener razón siempre, para eso nuestra mente recurre a a deformar los argumentos del otro o "poner en la boca” del otro cosas que realmente no ha dicho con el objetivo de tener razón y no tener que asumir que nos equivocamos.
Otro bloqueo y quizá el que más afecta a la escucha activa es etiquetar al otro. Cuando etiquetamos al otro con una etiqueta negativa, le negamos la legitimidad de sus palabras, las descartamos de entrada sin dar la posibilidad al otro de ser escuchado.
Si quieres mejorar tu comunicación empieza por mejorar tu escucha. Nuestra escucha mejora cuando practicamos la escucha activa, que no es ni más ni menos qué un proceso participativo en la construcción del argumento de la persona que nos está hablando, por tanto no se trata de mantenerse callado como si fuéramos estatuas, si no qué va más allá de absorber de forma pasiva la información que nos da el otro.
Escuchar activamente implica, parafrasear, pedir más información, comentar. y retroalimentar.
Parafrasear
Parafrasear es decir con nuestras propias palabras aquello que hemos entendido de lo que nos dice el otro. Esto nos permite verificar que hemos entendido y asimilado correctamente la información, al mismo tiempo le permite a la otra persona poder matizar la información sí no es correcta. Para hacerla la paráfrasis podemos utilizar frases introductorias cómo: "lo que has dicho es que”, "lo que quieres decir entonces”, "por lo que entiendo”, "lo que pasó fue”, "en otras palabras quieres decir que...”
Cuándo parafraseamos se producen una serie de beneficios en la comunicación. Uno de ellos es que la otra persona se sienta escuchada y entendida y que por tanto se sienta mejor. Otro beneficio es que la paráfrasis nos ayuda a mantener en la memoria el mensaje del otro para poder gestionar de una manera más eficiente la información. También nos permite evitar errores y malentendidos y al mismo tiempo evita que pongamos a funcionar los bloqueos de la comunicación.
Pedir información
Pedir información consiste en hacer preguntas para recabar más detalles sobre lo que nos están contando para tener un mensaje más claro y específico sobre lo que piensa y siente la otra persona. Por otro lado el hacer preguntas informa la otra persona de nuestra disposición a entender perfectamente el mensaje que quiere trasladarnos.
comentar supone expresar nuestro punto de vista respecto a lo que nos ha trasladado la persona. Se trata de expresar de forma honesta y sincera que pensamos y lo que sentimos respecto a su mensaje expresado siempre con amabilidad.
Retroalimentar
Retroalimentar, toda escucha activa llevan implícita una comunicación corporal. Cuando escuchamos, nuestro cuerpo le informa al otro sobre nuestra disposición a escucharle, por tanto es importante que los mensajes que emite nuestro cuerpo sean coherentes con esta disposición a la escucha.
Las señales básicas del lenguaje corporal en la escucha activa parten del mantenimiento del contacto visual,por tanto mirar al otro a los ojos es fundamental para que sepa que estamos escuchando. Al mismos tiempo nuestro cuerpo se inclina ligeramente hacia delante sin que suponga una invasión del espacio personal del otro. También asentimos con la cabeza mientras que el otro habla y así le informamos de que le escuchamos, comprendemos y queremos que prosiga en su argumentación.
Por tanto si quieres tener una mejor escucha pon atención a los bloqueos para evitarlos e introduce en tu comunicación las tres estrategias de mejora de la escucha.