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¿Qué es la granularidad emocional?


Las personas nos diferenciamos en cómo nos afectan las emociones. Hay quienes las experimentan de manera muy particular, distinguiendo de manera clara entre una variedad de emociones negativas y positivas. Otros experimentan emociones de una manera relativamente indiferenciada y global, tratando una variedad de términos como si fueran similares e intercambiables.

Imagínate que esa persona que acaba de sufrir una pérdida significativa te dice que se siente mal. Ahora, imagínate a otra que, en las mismas circunstancias, dice que se siente triste, impotente y disgustada al mismo tiempo. Mientras que la primera tiene una expresión muy indiferenciada, la segunda es mucho más rica en su expresión y, por lo tanto, podremos empatizar con ella con más facilidad. Dicho de otra manera, la granularidad emocional de cada discurso es distinta.

La granularidad emocional

La granularidad se refiere a lo específico que somos al expresar nuestras emociones. Es la capacidad de manifestar las emociones de manera precisa y de acuerdo con el contexto en el que emergen. En otras palabras, es el nivel de especificidad que caracteriza la expresión de una experiencia afectiva.

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A nivel emocional, la experiencia nos ha permitido observar que hay personas mejores en ciertas competencias vinculadas con la comprensión de las emociones. Estas aptitudes pueden hacer que tengan una mejor calidad de vida.

Estas diferencias que destacan que unas personas son «mejores» o «peores» están representadas por distintos constructos en los que se incluyen: la conciencia emocional, la claridad emocional, la complejidad emocional, la granularidad y la inteligencia emocional.

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La granularidad es un aspecto central de la experiencia emocional que abarca todo un conjunto de habilidades que nos permiten manifestar, comprender y regular nuestras emociones.
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Granularidad alta vs. granularidad baja

En la vida cotidiana podemos observar el nivel de granularidad emocional de los demás. Cuando preguntamos a alguien cómo se siente, observamos que algunas personas usan palabras muy específicas para respondernos: «feliz», «emocionado», «triste» o «enojado»; tienen una mayor granularidad emocional porque son capaces de expresar su experiencia emocional en términos más precisos y diferenciados, utilizando diversas etiquetas.

Por el contrario, podemos encontrarnos personas que, ante la misma pregunta, nos respondan de manera muy vaga o global («bien» o «mal»). Estos individuos tienen una granularidad emocional baja, ya que expresan sus emociones en términos generales, empleando etiquetas globales (típicamente, placer y desagrado).

Mientras que los individuos altamente granulares hacen diferencias muy detalladas de sus experiencias emocionales, aquellos con menor granularidad no pueden hacerlo. Por ejemplo, quienes tienen mayor granularidad pueden distinguir el enfado de otros sentimientos negativos, como el miedo, la soledad. Por el contrario, los que tienen una granularidad más baja, se sienten mal sin más distinción (entendiendo que la riqueza de su discurso recoge o está asociada a la precisión con la que son capaces de identificar su estado emocional).

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La granularidad no solo es una representación verbal. Los estudios que han analizado la actividad de las neuronas han señalado que esta va más allá de lo verbal, de lo expresivo. Los individuos bajos y altamente granulares muestran patrones de activación neuronal muy distintos, pues sus cerebros representan las experiencias emocionales de maneras diferentes.

Esta investigación también señala que las personas con una granularidad alta, en comparación con los de baja, usan la atención sostenida y el control ejecutivo para acceder al conocimiento conceptual que les permite atribuir un significado a los estímulos emocionales.

Así pues, los mecanismos de granularidad emocional pueden ser capturados por el procesamiento neuronal más allá del etiquetado de las emociones en sí mismo. Estos resultados nos muestran que la granularidad emocional es también un modo particular de experimentar la emoción (Tan et al., 2022).

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Beneficios de la granularidad emocional

En el campo de la granularidad emocional, la evidencia actual sugiere que esta es muy beneficiosa. Se sabe que tener experiencias más granulares de emociones negativas mejora la salud mental y el afrontamiento adaptativo (Kashdan et al., 2015; Smidt y Suvak, 2015).

Este componente de la experiencia emocional también influye de manera positiva sobre la regulación afectiva. En una investigación se encontró que la diferenciación de emociones negativas se relaciona positivamente con la regulación emocional, particularmente cuando los sentimientos son más intensos. Por otro lado, la granularidad baja se asocia con una estrategia de regulación emocional deficiente.

Esta relación entre granularidad y regulación emocional la podemos atribuir a la teoría de los sentimientos como información (Schwarz, 2012). Para esta teoría, la diferenciación de las emociones nos permite comprender mejor las causas de estas y, por lo tanto, facilitar su regulación.

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La granularidad, en especial la de emociones positivas, puede tener beneficios en las relaciones sociales. Estos pueden traducirse en una comprensión más precisa de los estados emocionales de los demás y facilitar la comunicación interpersonal.

Los hallazgos de un estudio señalan que los sujetos con una diferenciación emocional alta son más capaces de categorizar y reconocer con precisión las expresiones faciales de los demás. Asimismo, las personas con una granularidad alta juzgan mejor las emociones de sus parejas románticas.Amigos hablando en la oficina

Las personas con granularidad emocional alta regulan mejor sus emociones.
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Cómo cultivar la granularidad

La atención plena es una técnica que puede contribuir al desarrollo de la granularidad emocional. En una investigación en el campo se encontró una mejora significativa en la diferenciación de emociones tanto positivas como negativas.

Los programas de inteligencia emocional también podrían ser útiles para cultivar la granularidad emocional. Se ha demostrado que el entrenamiento en esta inteligencia conduce a una mejora en la identificación y diferenciación de emociones. Esto es así, debido a que estos programas de entrenamiento incluyen actividades de diferenciación de emociones.

Otras intervenciones que pueden ser muy útiles son aquellas en las que se les pide a las personas que diferencien entre emociones positivas y que reflexionen sobre la función de dichas experiencias.

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Para concluir, la granularidad emocional es una capacidad que nos permite ampliar el rango de reconocimiento y de expresión de nuestra experiencia emocional y mejorar la regulación de esos sentimientos que nos desbordan en determinadas situaciones. Mediante esta capacidad podemos llevar un registro más exacto de lo que nos ocurre a nivel afectivo y predecir nuestros comportamientos futuros con base en lo que sentimos.



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