Cuentan que una de las mayores aficiones de Miguel de Unamuno (aparte de la escritura y la docencia) fue la papiroflexia y, en concreto, hacer pajaritas de papel. Aunque él lo llamó cocotología, y de ahí su curiosísimo libro Apuntes para un tratado de cocotología. Se cuenta también que la poeta Emily Dickinson sentía pasión por hornear pan.
Adoraba el aroma de las masas recién hechas y, tras las diferentes recetas que inventaba, iba también tejiendo sus primeros versos. También fue llamativa una de las pasiones de Agatha Christie: la arqueología. De niña tuvo un sueño revelador, se vio a sí misma desenterrando ciudades antiguas y vestigios artísticos de épocas remotas. Desde ese momento, siempre tuvo fascinación por ese mundo.
Aunque si bien su vida tomó otras vertientes, a los 40 años viajó hasta la antigua ciudad de Ur, en Irak, y núcleo importante de la antigua Mesopotamia. Deseaba pasar un tiempo entre ese mundo de arena, rocas y misterios bajo el suelo. Fue allí donde conoció al amor de su vida, el reputado arqueólogo Max Mallowan.
De algún modo, muchas de esas pequeñas cosas que nos fascinan, emocionan y se convierten en pequeñas obsesiones, acaban dando paso a grandes eventos en nuestras vidas. Hallar lo que nos hace palpitar es lo que nos permite avanzar e incluso sentirnos autorrealizados.
Las personas estamos programadas para buscar experiencias gratificantes. Esto nos permite encontrar sentido, motivación y placer a nuestra existencia.
Nuestro helado de chocolate cotidiano
La persona con depresión arrastra consigo algo más que simple tristeza: está atrapada en una anhedonia constante. Es decir, no es capaz de experimentar placer, curiosidad, disfrute o satisfacción. Nada le ilusiona, e incluso todo aquello que antes le apasionaba y entretenía deja de tener sentido. Pocas sensaciones pueden ser más devastadoras.
Lo es en primer lugar porque el ser humano está programado para buscar sensaciones gratificantes y huir de las desagradables. Las emociones de valencia positiva son las que nos regalan esos aportes estimulantes de dopamina, serotonina y adrenalina, tan necesarios para nuestro bienestar, motivación y aprendizaje. Si esos neurotransmisores no están presentes, algo se apaga en nosotros.
El psicólogo Silvan Tomkins explicó con su teoría del afecto una idea que vale la pena tener presente. La salud mental depende, en buena medida, de la capacidad para maximizar las experiencias gratificantes. Buscar lo que te emocione será tu salvavidas cotidiano, sin importar que sea algo insignificante, como regalarte un instante de calma mientras disfrutas de un helado de chocolate.
Un cerebro motivado, una mente que es capaz de encontrar motivantes de forma regular, desarrolla un enfoque cognitivo más flexible y orientado al cambio para lograr el bienestar y nuevas metas.
Emocionarte favorece tu flexibilidad cognitiva
A menudo, las cosas que nos emocionan son las más elementales e intrascendentales. Emily Dickinson estaba obsesionada con el olor del pan recién horneado, pero eso incentivaba también su inspiración para componer poemas. Agatha Christie siempre sintió fascinación por la arqueología, y esto le sirvió para desarrollar alguna que otra novela. También para encontrar el amor de su vida.
Hallar lo que nos emociona abre la mente, ensancha las perspectivas y rompe los patrones de pensamiento negativos. Una investigación destaca que las emociones de valencia positiva favorecen la flexibilidad cognitiva.
Es decir, facilitan que el cerebro pueda adaptarse a situaciones inesperadas y cambiantes mediante ideas y conductas novedosas. Por contra, quien está atrapado en la cárcel de la ansiedad, del desánimo y la angustia, es incapaz de reaccionar ante los desafíos o de aportar ideas innovadoras a los problemas más simples. Solo existe el miedo, la evitación y el desánimo.
Las emociones como la alegría, la curiosidad, la pasión o el placer nos hacen más propensas a la acción y al cambio.
Atrévete, busca lo que te emocione
A veces, después de un mal día, todo se ve mejor paseando mientras disfrutas de un buen helado de chocolate. Hay épocas en que la música nos salva, los buenos libros se convierten en refugios y encontrar una nueva afición, supone, de pronto, un cambio que nos abre nuevos horizontes. Hay estados emocionales que triunfan sobre la pesadumbre logrando que nuestros pensamientos y creencias limitantes se reformulen.
Así que hazlo, busca lo que te emocione. Busca aquello que despierte en ti esa palabra mágica llamada entusiasmo y verás cómo, poco a poco, tus esquemas mentales se vuelven más flexibles. Para lograrlo, vale la pena propiciar esos estados que la psicóloga Barbara Fredrickson define como las "emociones estrella”, es decir, esos estados gratificantes que tienen el poder de mediar en tu bienestar, el éxito y la felicidad. Las analizamos.
1. Busca lo que te dé alegría
Alegría es algo más que reír, es sentir efusividad y positividad de manera intensa. A veces, basta con estar con alguien que siempre saca lo mejor de ti con sus ideas y ocurrencias, para ver la vida de un modo más luminoso y esperanzador.
2. Serenidad, lo que te da calma
Un paseo, una lectura, una siesta, meditar… Todos podemos encontrar la serenidad de las formas más sencillas posibles. Son esos momentos en los que te sientes agradecido, seguro y en paz.
3. Interés, la mente curiosa
El bienestar psicológico y mental requiere que nunca dejemos de lado esa mirada infantil que ansía saberlo todo. Las personas curiosas son seres despiertos, conectados con su entorno y que siempre tienen algo nuevo que aprender.
4. Mantén la esperanza
Busca lo que te emocione y lo que te permita mantener la esperanza en cualquier circunstancia. A veces, cuando descubrimos algo que nos da sentido y nos apasiona, nos sentimos más amarrados al presente, unidos a la vida y al devenir.
5. Siéntete orgulloso de ti
Seguro que te ha pasado alguna vez. En ocasiones encontramos una nueva afición, algo que se nos da especialmente bien y que, de pronto, nos abre nuevas perspectivas. Darnos cuenta de que somos competentes en alguna área también revierte en el bienestar psicológico, porque nos ayuda a elevar la autoestima.
6. Diviértete, no dejes ir a tu niño interior
¿Cuándo fue la última vez que te divertiste? ¿Cuándo disfrutaste y reíste como cuando eras niño? Nunca dejes de deleitarte de esos momentos en compañía de personas especiales con las que perder los papeles, con las que ser feliz.
7. Busca lo que te inspire
La inspiración es esa fuerza a medio camino entre lo emocional y lo cognitivo que expande la mente, que eleva y nos guía hacia nuevos comportamientos. Es esencial que en nuestra vida encontremos áreas, disciplinas o prácticas que nos generen esta sensación.
Porque cuando hay inspiración en la mente y el corazón, la pesadumbre se apaga y se encienden las ganas por movernos, por buscar más estímulos, alcanzar ciertas metas. Inspiración es placer y es una llama que siempre deberíamos mantener viva.
Para concluir, si llevas una época de tonos grises y escasas energías, hazlo, busca lo que te emocione. No importa que no tengas ganas, las ganas aparecerán solo cuando te actives, cuando salgas más allá de tus umbrales cotidianos y encuentres algo desafiante, nuevo. Algo que, tal vez, puede cambiarlo todo.