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Características emocionales de los niños con altas capacidades


Los niños con altas capacidades o superdotados suelen aprender increíblemente rápido. No obstante, no todo es tan sencillo para ellos. Aunque pueden avanzar de curso más rápido que su grupo normativo, a menudo requieren de apoyo para gestionar sus emociones y lidiar con las situaciones sociales.

La complejidad de su desarrollo no solo se observa en su intelecto, sino también en su dimensión emocional, ya que es común que se tengan que enfrentar a situaciones en la esfera social, coherentes con su nivel académico, pero para las que no están preparados a nivel de gestión emocional. Por otro lado, su intensidad vital no se caracteriza por sentir más que los demás, sino por una manera muy particular de experimentar el mundo: viva, penetrante, intensa y compleja.

Cómo son los niños con altas capacidades

Los niños con altas capacidades no son iguales, cada uno tiene sus propias cualidades que lo convierten en un individuo particular. Aunque existen múltiples rasgos que tienen en común, no todos los exhiben dentro de la misma área. A continuación, veremos algunos de ellos, según Clark (2008).

Rasgos cognitivos

  •     Gran poder de abstracción.
  •     Interés por la resolución de problemas.
  •     Voracidad lectora.
  •     Amplio vocabulario.
  •     Curiosidad intelectual.
  •     Pensamiento crítico, escepticismo, autocrítica.
  •     Comportamiento dirigido a un objetivo.
  •     Independencia en el estudio.
  •     Diversidad de intereses y habilidades.

Rasgos creativos
  •     Creatividad e inventiva.
  •     Gran sentido del humor.
  •     Habilidad para la fantasía.
  •     Apertura a los estímulos.
  •     Intuición.
  •     Flexibilidad.
  •     Autoaceptación y despreocupación por las normas sociales.
  •     Compromiso con el trabajo autoseleccionado.

Rasgos afectivos
  •     Inusual profundidad e intensidad emocional.
  •     Sensibilidad o empatía por los sentimientos de los demás.
  •     Altas expectativas sobre sí mismo y de los demás.
  •     Mayor autoconciencia.
  •     Necesidad de apoyo emocional.
  •     Necesidad de coherencia entre los valores abstractos y las acciones personales.
  •     Niveles avanzados de juicio moral.
  •     Idealismo y sentido de la justicia.

Rasgos conductuales
  •     Espontaneidad.
  •     Entusiasmo.
  •     Centrado en sus pasiones.
  •     Se resiste a cambiar de actividad cuando está absorto en sus propios intereses. Muy enérgico.
  •     Necesita poco sueño o tiempo de inactividad.
  •     Constantemente hace preguntas.
  •     Curiosidad insaciable.
  •     Impulsivo, ansioso y enérgico.
  •     Determinación en áreas de importancia.
  •     Altos niveles de frustración.
  •     Temperamento volátil, especialmente relacionado con las percepciones de fracaso.

Ahora que ya tenemos una idea general de los rasgos característicos que podemos identificar en un niño con altas capacidades, vamos a centrarnos en profundidad en la dimensión emocional.

La dimensión emocional de los niños con altas capacidades

Al hablar de niños superdotados, muchas personas piensan que se trata de pequeños introvertidos, con tendencia a asilarse, neuróticos, poco amables, etc. Sin embargo, estos no son más que estereotipos. Es más, algunos estudios demuestran que hay una serie de prejuicios sobre las altas capacidades que se perpetúan socialmente y hacen que las personas crean que esta clase de niños luchan social y emocionalmente.

Los niños con altas capacidades no necesariamente son retraídos, como las personas del común suelen pensar, o tienen marcados problemas para relacionarse con los demás. Tampoco son necesariamente ansiosos, depresivos o suicidas. Es más, las personas superdotadas podrían ser también menos propensas a la depresión, la ansiedad o el suicidio (Reis y Renzulli, 2004; Martin et al., 2010; Eklund et al., 2015).

Además, podrían mostrar niveles similares de bienestar y estrés a los que tendría cualquiera persona promedio. De igual forma, pueden ser tan agradables, escrupulosos y con buenas habilidades sociales como cualquier persona con capacidades intelectuales promedio (Baudson, 2016).

Ahora bien, no todos los niños con altas capacidades se desenvuelven bien en la dimensión emocional y social, así como no todas las personas promedio, intelectualmente hablando, saben lidiar con sus emociones.

Lo que aquí queremos resaltar es que no todos los niños superdotados tienen problemas emocionales y sociales, como las personas del común suelen creer. Adentrándonos un poco en los problemas afectivos que podrían tener los niños con altas capacidades, encontramos una serie de estudios que nos dan luces sobre este tema. Es preciso resaltar que no podemos generalizar estos hallazgos porque, como hemos dicho, no todos los niños superdotados son iguales.

¿Qué nos dicen algunas investigaciones?

Explorando un poco el terreno de las dificultades emocionales que podrían tener algunos niños con altas capacidades, hallamos los siguientes resultados de investigaciones:
  •     Los niños con alta capacidad son más sensibles emocional y fisiológicamente a su entorno.
  •     Estudiantes (de 9 a 15 años) de altas capacidades y baja autoestima son vulnerables al desajuste emocional. También lo son aquellos que tiene alta capacidad y autoestima. Los niños con alta capacidad tienen más problemas de comportamiento y emocionales que las niñas.
  •     Los niños con altas capacidades tienen un nivel inferior en autorrevelación/apertura y autoconcepto. Además, según aumenta la edad, disminuye su nivel de empatía y habilidades sociales.
  •     Los estudiantes (de 8 a 18 años) con alta capacidad tienen mayores estados de ánimo negativos que se reflejan en niveles más bajos de bienestar subjetivo e inteligencia emocional que los estudiantes sin alta capacidad.
  •     Niños con alta capacidad tienden a exhibir puntuaciones más altas en preocupación, hipersensibilidad, preocupaciones sociales y perfeccionismo.
  •     Niños con alta capacidad puntuaron más alto en depresión y se describieron a sí mismos como más desatentos, con baja funcionalidad social y tenían peor percepción de su estado de salud física.

Como hemos visto, no hay una regla absoluta que pueda aplicarse a los niños con altas capacidades. Algunas investigaciones ofrecen resultados que son compatibles con la hipótesis de una mayor vulnerabilidad a trastornos de ansiedad y del estado de ánimo, mientras que otras ofrecen datos que no respaldarían esta hipótesis; algunas dejan claro que pueden tener problemas para relacionarse, sin embargo, otras revierten tal afirmación.

Entonces, ¿qué podemos concluir? Lo que estos estudios nos permiten afirmar es que los niños con altas capacidades pueden tener o no problemas afectivos, al igual que los niños que no tienen estas capacidades. Recordemos que no todos son iguales y que así como algunos son más fuertes en algunos rasgos emocionales, otros pueden tener dificultades en ellos. Cada uno es un mundo, cada uno es particularmente distinto.


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