Las personas necesitamos confiar en la estabilidad de nuestros vínculos. Saber que quienes nos quieren lo seguirán haciendo, incluso si no están presentes o a pesar de que se produzcan conflictos y discrepancias. Esta certeza es lo que se conoce como permanencia emocional y, cuando tenemos un déficit al respecto, podemos ver muy mermada nuestra calidad de vida y nuestro bienestar psicológico.
La falta de permanencia emocional nos hace sentir inseguros, en una constante cuerda floja. Nos genera fuertes sensaciones de ansiedad, animándonos a ciertos comportamientos que atentan contra nuestros intereses.
Si experimentas este problema, probablemente la raíz se encuentre muy atrás en tu historia vital; sin embargo, la buena noticia es que hoy puedes comenzar a trabajar para reforzar esa autoconstancia.
¿Qué es la permanencia emocional?
La idea de permanencia emocional enuncia que las emociones siguen existiendo cuando no pueden ser observadas. Esto, como veremos más adelante, aplica tanto a los sentimientos propios como a los de los demás. Por lo mismo, genera desconfianza en los vínculos e importantes dificultades de regulación emocional.
Es un concepto relacionado con la permanencia del objeto, un hito del desarrollo que se alcanza plenamente alrededor de los dos años. Este hace referencia a la capacidad del infante de entender que la existencia de objetos y personas es independiente de su capacidad para percibirlas; sí, hay un momento en el que comprendemos que las personas no dejan de existir cuando salen del alcance de nuestros sentidos.
En cuanto a la permanencia emocional, a medida que crecemos aprendemos que los sentimientos tienen continuidad y que "fuera de la vista” no significa "fuera de la vida”. Sin embargo, para que esta comprensión se alcance, es necesario contar con cuidadores que ofrezcan afecto incondicional, que sean predecibles y que nos permitan desarrollar esa certeza y permanencia internas.
Cuando esto no ocurre, o si se viven experiencias negativas y vínculos inestables posteriores (por ejemplo, con parejas románticas), no se desarrolla ese sentido de continuidad respecto a uno mismo y a las relaciones, o este queda comprometido. Así, surgen una serie de dificultades.
Señales de falta de permanencia emocional
Hay algunos indicios que pueden ayudarnos a identificar que una persona tiene problemas a la hora de conjugar la permanencia emocional. Los principales son los siguientes:
Problemas para regular las emociones
Las personas con falta de permanencia emocional tienen dificultades para regular sus emociones. Suelen alterarse emocionalmente con facilidad y les cuesta gestionar el conflicto. Cualquier desacuerdo, discusión o malentendido se interpreta como catastrófico y causa un gran malestar.
Existe también una dificultad para recordar cómo se sintió una emoción que no sea la que está activa en ese momento. Es decir, si la persona se siente triste, abatida o ansiosa, no recuerda que en algún punto sí se sintió alegre, tranquila o feliz.
A nivel cognitivo, sí recuerda haber experimentado anteriormente esas emociones y puede describirlas, pero es como si describiese la experiencia de alguien más. Para ella, solo existe lo que está experimentando en ese instante.
Igualmente, es probable que le resulte difícil entender que dos emociones pueden coexistir al mismo tiempo. Es decir, que alguien puede sentirse enfadado o disgustado y a la vez seguir amando a la otra persona.
Dificultades en las relaciones interpersonales
Es en las relaciones donde más se perciben las secuelas. Y es que la persona tienen que convivir con un fuerte miedo al abandono en los vínculos afectivos que pueden ser de naturaleza muy distinta.
No es posible disfrutar de las relaciones porque no se confía en su carácter estable y constante, y por ello la inseguridad está siempre presente. Pueden surgir celos y una necesidad constante de reasegurarse de que los vínculos están bien y de que la otra persona aún siente amor.
Esta cualidad también es un obstáculo para confiar en los demás, despertando a su vez un intenso rechazo hacia la ambigüedad. Es decir, la persona necesita mantener y generar relaciones que estén muy bien definidas. Tener dudas con la naturaleza de los vínculos produce una intensa sensación de desasosiego.
Sufrimiento psicológico
Todo lo anterior causa un gran sufrimiento psicológico, pues la persona se siente no amada una gran parte del tiempo. Los estados emocionales tristes o ansiosos la acompañan frecuentemente y es común que sufra también de baja autoestima. Incluso, existe una vulnerabilidad aumentada de desarrollar trastorno límite de la personalidad, debido a ese apego inseguro y a esa construcción de la permanencia emocional que se vio truncada.
Intervenir sobre la falta de permanencia emocional
Afortunadamente, es posible generar un sentido de confianza y trabajar sobre la idea de compromiso y abandono para mejorar el bienestar. En primer lugar, será necesario identificar las consecuencias de la falta de permanencia emocional. Desde este punto, y con la intención de cambiar las creencias e interpretaciones, es posible aplicar estrategias de eficacia interpersonal, reforzando los pilares que sostienen nuestro autoconcepto.
Algunas pautas útiles al respecto incluyen llevar un diario emocional (para comprobar cómo los estados de ánimo varían), compartir las dificultades con los seres queridos y hablar abiertamente al respecto y, sobre todo, obtener ayuda de un profesional cualificado. No obstante, identificar la vulnerabilidad asociada a la impermanencia emocional te ayudará a ser un mejor gestor de tus emociones.