Todos nos sentimos cansados en algún momento. Y esto no es de extrañar, ya que la mayoría llevamos un estilo de vida frenético, tenemos agendas repletas y la mente llena de preocupaciones. Ahora bien, es posible que sientas que, por mucho que descansas, no logras recuperarte, que ese agotamiento permanece y se acumula. Si esto te sucede, te interesará conocer los diferentes tipos de cansancio que existen, pues puede que aquí esté la clave.
Piensa por un momento en qué haces, qué medidas tomas cuando te sientes exhausto o agotado. Probablemente, trates de dormir o quizá de tumbarte a descansar durante un tiempo. Y aunque esta solución puede ser efectiva en algunos casos, en otros no lo es, ya que la raíz del problema no siempre es la misma. Si quieres saber más al respecto, te invitamos a seguir leyendo.
¿Qué tipos de cansancio existen?
Cuando experimentamos una sensación, necesitamos estar en contacto con nosotros mismos para poder identificarla. Igualmente, precisamos de una buena inteligencia emocional para poder discriminar entre sensaciones parecidas. Sin embargo, no todas las personas aplican este grado de introspección en su día a día, y esto puede llevarles a confusión respecto a lo que sienten.
Pueden percibir que no están bien, que sus recursos están agotándose y que necesitan reposo, pero quizá no logren identificar de qué tipo. Y es que, en realidad, existen diferentes tipos de cansancio que debemos considerar para encontrar la solución más apropiada para nosotros.
Privación de sueño
Es una de las situaciones más comunes, y aparece cuando no disfrutamos de un descanso de suficiente cantidad y calidad. Según los datos recabados por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), los españoles duermen de media poco más de siete horas, lo que los sitúa por debajo de otros países europeos y cerca del límite del descanso mínimo recomendado. Además, en muchos casos, el sueño de las personas es fragmentado y salpicado de despertares frecuentes, lo que lo hace menos reparador.
Así, el tipo de cansancio derivado de esta situación se manifiesta por dificultades para conciliar el sueño y para despertar por las mañanas, somnolencia diurna, mala función cognitiva y estados de ánimo irritables, entre otros síntomas. Por supuesto, la solución pasa por dormir las horas suficientes y contar con unos buenos hábitos de higiene del sueño que permitan un buen descanso nocturno.
Cansancio físico
En este caso, el agotamiento se deriva de una excesiva actividad física, ya sea puntual o prolongada en el tiempo. Es una sensación muy común en atletas profesionales, pero también puede aparecer en cualquier persona que lleve una vida muy activa o tenga un trabajo físico.
Los síntomas más comunes incluyen dolor y debilidad muscular, falta de energía y malestares en zonas específicas del cuerpo (como el cuello, la espalda o las rodillas). Además, la mejor forma de combatirlo es evitando continuar con ese sobreesfuerzo y permitiendo al cuerpo reposar cuando lo necesite.
No obstante, es importante recordar que el sedentarismo también puede provocar este tipo de cansancio, por lo que la actividad regular y moderada es la mejor opción.
Agotamiento mental
Aunque no lo parezca, el cerebro y el funcionamiento mental también consumen recursos, y estos pueden agotarse. Hablamos de un tipo de cansancio que suele aparecer en quienes poseen un trabajo eminentemente mental o creativo y en el que experimentan altos grados de exigencia.
Sin embargo, también puede darse cuando una persona posee numerosas responsabilidades, debe tomar muchas decisiones o lleva la carga mental del hogar. Las situaciones estresantes puntuales que conllevan cambios e incertidumbre también contribuyen negativamente.
El agotamiento mental se manifiesta principalmente por una mala función cognitiva. La persona puede experimentar falta de atención, problemas para concentrarse y baja creatividad. Puede tardar mucho más de lo habitual en completar una tarea intelectual y obtener peores resultados en ella.
Para combatir el agotamiento mental a largo plazo es importante aprender a priorizar y a delegar tareas, así como reducir la autoexigencia. Pero, además, a corto plazo, resulta beneficioso despejar la mente dedicando ciertos momentos al ocio y a la recreación en la rutina cotidiana.
Cansancio emocional
Dentro de los tipos de cansancio, existe uno relacionado con las emociones y nuestra forma de vivirlas. Aparece cuando experimentamos situaciones desafiantes que despiertan emociones negativas intensas (por ejemplo, vivir un duelo o ser víctima de acoso laboral). Pero no es solo la situación la que influye, sino el modo en que la navegamos.
A este respecto, se ha visto que hay ciertas personas (en concreto quienes poseen personalidad tipo D) más propensas a sufrir cansancio emocional. Pero, además, tiende a manifestarse cuando no hacemos una buena gestión de las emociones. Cuando las reprimimos o tendemos a distraernos para no ver ni sentir nuestro interior, este agotamiento se hará patente en forma de tristeza, ira, apatía o frustración.
También es común que aparezca cuando tenemos que lidiar a menudo con las emociones ajenas. Por ejemplo, si nos dedicamos a un trabajo relacionado con la salud, si somos cuidadores de una persona dependiente o si convivimos con personas victimistas y manipuladoras.
Para combatir este cansancio es importante que nos permitamos sentir, expresar y elaborar las emociones en cada momento. Pero, además, hemos de poner límites y practicar la ecpatía, así como dedicar tiempo al autocuidado.
Fatiga social
¿Alguna vez has llegado a casa tras una reunión social y te has sentido exhausto? Esto no debe extrañarte, ya que, en realidad, relacionarnos con otras personas nos lleva a consumir muchos recursos cognitivos. Este tipo de fatiga se manifiesta especialmente en personas introvertidas o con alta sensibilidad, pero puede sufrirla cualquiera tras un periodo de socialización excesiva.
Suele generar lentitud mental y física, apatía e irritabilidad e incluso puede derivar en síntomas somáticos como dolores musculares o de cabeza. Recuperarnos de este cansancio requerirá tiempo a solas, tranquilidad y silencio.
Cansancio espiritual
Un último tipo de cansancio a considerar es el "cansancio del alma”. Este concepto tan abstracto hace referencia a la sensación de vacío, a la falta de propósito, de dirección o de motivación que podemos experimentar en ciertos momentos vitales.
Suele aparecer en forma de crisis existenciales en las que nos sentimos desconectados de los demás, del entorno y de nosotros mismos. En estos momentos nos sentimos perdidos, inestables e insatisfechos.
Para navegar el cansancio espiritual es necesario darse tiempo y ser flexibles. Esto es, estar abiertos a los cambios que se presentan y recibirlos sin juicios ni expectativas, definir o redefinir nuestros valores y objetivos personales y aprender a encontrar el placer en los pequeños momentos cotidianos.
Conocer los tipos de cansancio nos permite descansar adecuadamente
Como ves, el cansancio puede adoptar formas muy diferentes y tener orígenes muy distintos. Así, no siempre dormir o descansar el cuerpo físico será suficiente y, por mucho que lo hagas, no encontrarás el alivio que buscas. Cuando logres identificar qué sientes exactamente, sabrás cómo proceder.
No obstante, recuerda que puede haber condiciones físicas y psicológicas subyacentes que pueden requerir atención profesional. Un cansancio excesivo y prolongado puede deberse a condiciones como anemia, hipotiroidismo o depresión, entre otras opciones. Por ello, no dudes en buscar ayuda si lo consideras necesario.