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Adicción a los tatuajes: ¿existe realmente?


Los tatuajes existen hace miles de años, y la idea de adornar nuestra piel con dibujos ni es ni mucho menos moderna. Así, si bien no es novedad marcarse con tinta el cuerpo, durante las últimas décadas esta práctica ha aumentado exponencialmente. Lejos quedó su asociación a la delincuencia. Hoy todos conocemos a alguien que algún dibujo permanente en su piel.

Hay personas que deciden tatuarse la representación de un recuerdo, una idea, un vínculo o una historia significativa, mientras que el objetivo de otros tatuajes es simplemente embellecerse. Sea cual fuere el motivo, permite expresar quiénes somos, de manera que el dibujo suele tener una relación muy marcada con nuestra identidad.

Ahora bien, existe toda una corriente que defiende que en algunas personas podríamos identificar una especie de adicción. "Si te haces uno, no podrás parar”. Así, hoy queremos preguntarnos sobre si realmente existe esta adicción y sobre cuáles serían sus consecuencias.

¿Por qué nos tatuamos?

Su uso y su significado ha ido evolucionando a lo largo del tiempo; aunque no solo son personas jóvenes las que se tatúan, sí es el sector de la población en el que tienen más éxito. Ya no nos sorprende caminar por la calle en verano y observar piernas y brazos repletos de dibujos. Incluso, muchas personas los llevan en su rostro.

Las motivaciones de una persona para tatuarse son variadas. Pérez Fonseca (2009) los ha investigado, identificando una buena lista de ellas. Una de las más importantes tiene que ver con nuestra necesidad de diferenciarnos del resto, a ser y sentirse singular, único. Se trata de llevar consigo una marca personal, que representa parte de su identidad. Muchas otras veces, las personas se realizan tatuajes por una cuestión estética, buscando entonces un diseño que les parece consecuente.

Por otro lado, muchos adolescentes se tatúan por sentirse parte del grupo de amigos. Lo mismo suele suceder con los piercings. Es curioso, el tatuaje puede responder a la necesidad de sentirse diferente, y a su vez, a la necesidad de sentirse semejante. Además, otra posible motivación es el intento de intensificar la propia existencia a partir de una experiencia real que genera dolor en el cuerpo.

A su vez, la motivación puede tener que ver con representar a un acontecimiento -en este caso, un tatuaje frecuente es la fecha- o persona significativa -en este caso, un tatuaje frecuente es el nombre-. Además, el objetivo de superar acontecimientos traumáticos o difíciles, la seducción, la promoción de un cambio o la intensificación de la propia existencia también son ideas que pueden conducir a una persona a tatuarse.

¿Existe la adicción a los tatuajes?

Antes de indagar acerca de la posible adicción a los tatuajes, es fundamental tener en claro a qué nos referimos con este término. La adicción es la dependencia persistente a una sustancia o conducta. El consumo compulsivo de comida, drogas y alcohol son de las más consideradas, aunque existen muchas otras adicciones que pasan más desapercibidas.

Para que a un determinado comportamiento se lo considere adictivo, es necesario que cumpla una serie de criterios:
  •     Dependencia. El bienestar comienza a depender exclusivamente del componente adictivo. Se convierte prácticamente en lo más importante en la vida de la persona y siente una necesidad imperiosa de acudir a la sustancia o conducta para mantenerse en un estado de calma.
  •     Tolerancia. Se precisa cantidades cada vez mayores de la sustancia o comportamiento para obtener el efecto deseado, ya que el efecto de las mismas cantidades disminuye notoriamente con su consumo continuado.
  •     Abstinencia. Resulta altamente complejo sostener la abstinencia, pues la no satisfacción de la necesidad provoca un profundo sufrimiento físico y mental. Interrumpir el consumo de la sustancia o el comportamiento problemático implica un esfuerzo infructuoso. En este sentido, la falta de control es notoria.
  •     Efectos negativos. Un cuadro adictivo impacta significativa y negativamente en gran parte de las áreas de la vida de la persona, generando malestar y dificultades para sostener las actividades diarias de forma armónica y responsable.
  • Cómo nos relacionamos con los tatuajes.

Como vemos, la noción de adicción refleja un modo particular de relacionarnos con algo o alguien, que involucra una dependencia determinante. Puede tratarse de sustancias, conductas o personas

Si bien no hay investigaciones definitivas al respecto, muchos profesionales de la psiquiatría y psicología han expresado su punto de vista en relación con la existencia de la adicción a los tatuajes. Por un lado, se ha descubierto que grabarlos en nuestra piel libera adrenalina y endorfinas, que nos aportan una sensación corporal agradable, mientras que nos ayudan a lidiar con el dolor.

El Doctor Mark D. Griffiths considera que, para muchas personas hacerse tatuajes puede ser más una pasión que un problema y que ellos no cumplen con su criterio de adicción.

    "Si bien muchos comportamientos pueden volverse impulsivos, la adicción depende de recompensas o refuerzos constantes. Las personas con trastornos por uso de sustancias o adicción al juego alimentan sus hábitos con experiencias gratificantes frecuentes (al menos a corto plazo), pero incluso las personas más tatuadas no se involucran en el comportamiento regularmente”.

    -Mark D. Griffiths-

Sabemos que muchas personas adquieren cierto gusto a marcarse la piel de forma bastante frecuente y cada vez que terminan de realizarse su último tatuaje están pensando en el siguiente. Sin embargo, esto mismo nos suele ocurrir cada vez que salimos del cine al ver una película con final abierto que nos gustó mucho. De seguro, saldremos ansiosos por mirar la segunda parte.

El arte suele tener más que ver con la pasión y la búsqueda y expresión de la propia identidad, que con la adicción.


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