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Conducta maternal: ¿en qué consiste y cuál es su importancia?


La gestación y el alumbramiento cambian la vida de la mujer. El bebé se convierte en el centro de atención, en la máxima prioridad y su cuidado ocupa la mayor parte del tiempo. Esta conducta maternal, que puede resultar exagerada y molesta para el resto del entorno, es en realidad el resultado de interesantes procesos que tienen lugar a nivel cerebral. Y es que, sí, la madre se enamora de su bebé, pero está diseñada para hacerlo.

No es de extrañar que en esta etapa vital una madre puede descuidar el resto de sus roles (como trabajadora, esposa, amiga o mujer) en pro del cuidado de su pequeño. Sin embargo, no se trata de una cuestión de voluntad o decisión, o al menos no únicamente. Su organismo le prepara para que esto sea así; y lo que es más, dichas conductas pueden aparecer también en el padre y en otros adultos significativos del entorno del bebé. Veamos por qué.

¿Qué es la conducta maternal?

La conducta maternal engloba un conjunto de acciones encaminadas a garantizar la supervivencia y el bienestar del bebé; conductas que se ponen en marcha desde el mismo instante del alumbramiento, y no solo se producen en los humanos, sino también en el resto de los mamíferos placentarios. Así, estos patrones conductuales (cuyo fin es nutrir y cuidar a la progenie) surgen para incrementar la viabilidad de la cría.

Tengamos en cuenta que los bebés son totalmente dependientes de sus cuidadores. No podrían salir adelante sin la atención, la supervisión y la ayuda de los adultos. Así, estos, (principalmente la madre) le ofrecen nutrición, seguridad, higiene y todo lo necesario no solo para sobrevivir sino también para desarrollarse plena y correctamente.

Para comprender mejor el concepto de conducta maternal, pongamos algunos ejemplos:
  •     Transportar a la cría de un lugar a otro.
  •     Mantenerla pegada al propio cuerpo.
  •     Alimentarla correctamente.
  •     Establecer contacto visual con ella frecuentemente.
  •     Emitir vocalizaciones y sonidos hacia ella para fomentar la comunicación.
  •     Transferirle las habilidades sociales necesarias.
Estas conductas son el resultado de una combinación de factores neuronales, humorales y sensoriales; o, en otras palabras, son conductas motivadas que requieren de la integración de estímulos externos con el estado neuroendocrino interno. Aparecen principalmente en la madre, pero también puede exhibirlas el padre (conducta paternal) y otros adultos o parientes próximos (conducta aloparental).

¿Por qué se produce la conducta maternal?

La conducta maternal tiene una gran relevancia evolutiva, ya que permite que el bebé salga adelante gracias al establecimiento de un vínculo de apego. Para los cuidadores, el bebé y todo lo relacionado con él se vuelve mucho más llamativo, y por esto se inician estas conductas de cuidado que, en el caso de los humanos, son de larga duración y continúan durante años.

Ahora bien, ¿qué ocurre a nivel interno para que esto tenga lugar? Existen interesantes investigaciones que arrojan luz al respecto:
El cerebro de la mujer cambia

Varias investigaciones han encontrado que el embarazo cambia el cerebro de la mujer de forma duradera. A través de imágenes de alta resolución obtenidas mediante resonancia magnética se pudo observar que el cerebro de las mujeres que pasan por un embarazo evidencia una reducción de volumen de la sustancia gris en ciertas áreas.

Estos cambios morfológicos en el cerebro, además, parecen estar asociados al vínculo maternal. Es decir que, a mayores cambios, mejor es la conexión madre-bebé.

Se activa el sistema de recompensa

Por otro lado, también se ha observado que la conducta maternal está mediada por sistemas instintivos y primitivos como el sistema de recompensa cerebral. Y es que el embarazo modifica este circuito cerebral de refuerzo, haciendo que la madre se sienta más atraída por los estímulos provenientes del bebé.

El sistema de recompensa cerebral está relacionado con la motivación, el refuerzo y el placer. Así, media qué estímulos nos resultan atractivos y en qué tipo de conductas nos involucramos con el fin de obtener esas agradables sensaciones. En el caso de las madres primerizas, se han observado reducciones volumétricas en esta área que están relacionadas con una mayor activación del sistema ante estímulos del bebé.

En suma, para las madres su cría se convierte en el estímulo más relevante, llamativo y placentero, lo cual propicia un acercamiento y el desarrollo de todas estas conductas de cuidado infantil.

Las hormonas juegan su papel

Por último, no podemos obviar el importante papel que juegan las hormonas. Y es que ya durante el embarazo se producen alteraciones que preparan a la mujer para ejercer ese rol de cuidado. En concreto, el apego de las madres por el recién nacido parece estar relacionado positivamente con un incremento paulatino durante el embarazo del cociente estradiol/progesterona.

La prolactina también contribuye a este fenómeno. Y es que se ha visto que tanto las madres como los padres fuertemente implicados mostraron concentraciones más altas de esta hormona. Algo que les lleva a estar más alerta y más positivos ante el llanto del bebé.

En suma, la conducta maternal es fundamental para garantizar la supervivencia del bebé y para establecer un apego que favorezca el correcto desarrollo físico, cognitivo, social y emocional. La naturaleza nos ha dotado de medios y mecanismos para que estas conductas sean una realidad. Por ello, si vemos a una madre (o a un padre) totalmente absortos en el cuidado de su progenie, entendamos los procesos que están atravesando.


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