Los hábitos se definen como prácticas que se repiten de manera frecuente y, casi siempre, automática. Su papel es abordar una situación o solucionar un problema recurrente, sin tener que pensar una y otra vez en cómo hacerlo. Ayudan a que se sobrelleve la rutina, dejando libre al cerebro para que se enfoque en otros procesos más complejos.
Los hábitos están presentes en los seres humanos, pero también en los animales. En muchos casos, están asociados a procesos biológicos y en otros a aspectos culturales. Pueden ser individuales, pero también colectivos. Cambian de una sociedad a otra y también en función de la época.
A veces los hábitos tienen una base o soporte razonable y otras no. Algunas de estas costumbres garantizan el bienestar, mientras que otras solo obedecen a automatismos inconscientes. Hay muchos datos curiosos en torno a este tema, como los que vamos a exponer a continuación.
"Cada progreso nos ha ido alejando más de hábitos que habíamos apenas contraído, y así nosotros somos verdaderos emigrantes que no han fundado todavía su patria”.
-Antoine de Saint-Exupery-
Los hábitos a través del tiempo
Dentro de los hábitos más estructurados destacan aquellos que tienen que ver con la higiene. Hoy por hoy nos parece normal bañarnos a diario, pero no siempre fue así. En la Edad Media, bañarse se asumía como una costumbre sucia en el plano moral. En otras palabras, solo se bañaba quien necesitaba limpiar su alma.
Se dice incluso que los nativos americanos quedaron sorprendidos por el hedor que despedían los europeos que llegaron al continente, durante la Conquista. Los conquistadores estaban convencidos de que ponerse ropa fina o utilizar perfumes era suficiente, pero no.
Otra de las rarezas de la Edad Media era que defecar se consideraba un honor. No es broma. Por lo tanto, lo común era hacerlo delante de otras personas. Incluso había sitios en los cuales se disponía una fila de asientos para que quienes defecaban pudieran conversar entre sí mientras lo hacían.
Sin embargo, los hábitos "extraños” de esta época no paran ahí. Por aquel entonces, lo acostumbrado era tirar los excrementos por la ventana. Esto se estilaba, en especial, en ciudades como París. Fue 1513 cuando se empezó a prohibir esta práctica.
Más curiosidades de los hábitos
La ciencia ha avanzado mucho en la comprensión de los hábitos. Charles Duhigg es uno de los investigadores más destacados. Ha señalado que el mecanismo del hábito es un bucle compuesto por tres partes: señal, rutina y recompensa. Esto nos lleva a un punto esencial: para adquirir y mantener un hábito, debe existir una recompensa.
Esa es la razón por la que es tan difícil adquirir los hábitos que nos cuestan algún esfuerzo. Por ejemplo, uno de los deseos de Año Nuevo más comunes es el de perder peso. Los datos indican que solo el 8 % de las personas logran adoptar costumbres que les permitan conseguir esto. Así mismo, se sabe que los hábitos más arraigados involucran algún grado de dopamina: al llevarlos a cabo, se produce una sensación de bienestar.
Los ganglios basales del cerebro son la zona que se encarga de regular los hábitos. Hasta hace un tiempo se decía que, para adquirir una nueva costumbre, lo indicado era repetir la misma acción durante 21 días seguidos. Hoy se sabe que esto no es suficiente. En realidad, se necesita hacerlo por 66 días continuos para que se fije.
Otros datos sobre los hábitos
Aunque en la actualidad poco se discute acerca de la conveniencia de cepillarse los dientes después de cada comida, lo cierto es que este hábito no fue inculcado en el mundo por los odontólogos o los médicos. El autor de esta costumbre fue un publicista norteamericano llamado Claude Hopkins. Obviamente, trabajaba para una compañía de pastas dentales.
Los expertos en marketing han señalado que las personas son muy fieles a los hábitos. Señalan que solo hay modificaciones cuando alguien experimenta grandes cambios en su vida. Por eso, para el mercado, las clientes perfectas son las mujeres embarazadas. Esta es una etapa en la que ellas están muy abiertas a probar nuevos productos que, en algunos casos, sustituyen el consumo de otros habituales, incluso cuando termina el embarazo.
Los hábitos son tan importantes que buena parte de los algoritmos desarrollados tienen como función recopilar datos acerca de estos. Le hacen un seguimiento a las personas para conocer qué compran, cuándo lo hacen y cómo. El objetivo es hacer ofertas "casuales” de productos a la medida. O sea, asegurar la compra.