El efecto Homer Simpson define un fenómeno neurológico fascinante: para aprender el cerebro necesita "hacer espacio”. Este mecanismo implica, en ciertos casos, tener que eliminar parte del aprendizaje anterior. Este proceso descubierto en el 2015, ya fue descrito de manera icónica y divertida en la famosa serie creada por Matt Groening y que tuvo su lejano inicio en 1989.
Fue en un episodio en el que Homer le explicaba a Marge lo siguiente:”¿recuerdas cuando hice ese curso de elaboración de vino en casa y olvidé cómo conducir? (…).
Cada vez que aprendo algo nuevo, desaparecen algunas cosas viejas de mi cabeza”. Este comentario tan divertido como descriptivo del carácter del propio personaje resultó ser cierto y muy recurrente.
Ha sido un grupo de científicos de la Universidad de Glasgow, en Escocia, quienes realizaron este descubrimiento. Fue a raíz de unas investigaciones sobre la memoria, combinadas con resonancias magnéticas, lo que permitió concluir con este dato. A veces, el simple acto de intentar recordar algo hace que el cerebro lo olvide.
Explicamos a continuación este misterio tan curioso como familiar a la vez.
¿Qué es el efecto Homer Simpson?
Hay muchas teorías y mecanismos que explican por qué olvidamos ciertas cosas, tales como la hipótesis de la interferencia o la decadencia del olvido. Sin embargo, hay un fenómeno que resulta desconcertante. A veces, cuando más nos esforzamos en recordar algo, más inaccesible se vuelve. Es como una tela que se deshilacha entre nuestras manos hasta convertirse en polvo.
El efecto Homer Simpson nos dice que, cuando aprendemos algo nuevo, el cerebro intenta buscar espacio y, para ello, termina borrando aprendizajes previos. Ahora bien, ese proceso de borrado se lleva a cabo solo cuando la información es muy similar. Es decir, lo que hacemos inconscientemente es quedarnos con datos y experiencias más nuevas y eliminar las antiguas.
Por ello, cuando la mente intenta acceder a la información anterior, por mucho que se esfuerce en recordar, ese estrato se está desvaneciendo en el olvido porque el cerebro ya no lo considera útil. Estamos ante un órgano que intenta ser eficaz y ágil y, por ello, opta por destruir contenidos que procesa como obsoletos para actualizarlos por otros más novedosos.
Desaprender para aprender, cuestión de eficiencia
El efecto Homer nos recuerda que, como bien decía el propio personaje, cada vez que aprendemos algo nuevo, algunas cosas viejas desaparecen de la mente. Y es totalmente cierto. Fue la doctora Maria Wimber y sus colegas de la Universidad de Glasgow, quienes a través de un estudio demostraron este sofisticado, pero básico mecanismo cerebral.
Lo que sucede es que cuando almacenamos informaciones muy similares, siempre se tiende a conservar la más actual. Cada vez que intentamos recordar esos datos más pretéritos, el cerebro lo que hace es enviar una señal inhibitoria a la corteza frontal. Lo que procura entonces es suprimir esos recuerdos y evitar la recuperación.
Cuanto más intentemos recordar, más la olvidamos.
Ahora bien, la pregunta que nos haremos ahora es por qué. Estamos en realidad ante un mecanismo básico de supervivencia y de eficiencia. Es desaprender para aprender mejor. Es integrar mejores aprendizajes, estrategias y experiencias para adaptarnos de forma óptima y rápida al entorno. Desechar lo viejo para quedarnos con lo nuevo nos ayuda a ser más eficientes.
Si estás aprendiendo una nueva habilidad que tiene similitudes con otra aprendida antes, tu cerebro acabará borrando aspectos de esta última para que te desenvuelvas mejor.
Cuestionar lo que sabes también impulsa el efecto Homer Simpson
Todos, en algún momento, hemos sufrido el efecto Homer Simpson. Hay quien, por ejemplo, aprende a usar con solvencia programas como Adobe FrameMaker y después ya no recuerda muy bien cómo funciona Microsoft Word. Y están los que tienen dos títulos y tres másteres y, sin embargo, han olvidado hacer una división o calcular el mínimo común múltiplo de dos fracciones.
El cerebro necesita ser hábil, rápido y competente en aquello que necesita en su día a día. Lo que aprendimos hace tiempo, si no nos sirve para el aquí y ahora, se desvanece. Las vías neuronales vinculadas a las habilidades anteriores pierden fuerza para dejar espacio a nuevas conexiones, nuevas informaciones y competencias.
Ese mecanismo de olvido es realmente útil.
Por ello, sería muy adecuado que nosotros mismos promoviéramos, de vez en cuando, el efecto Homer Simpson en nuestras vidas. Mantenernos actualizados y cuestionar creencias, determinadas ideas y perspectivas nos puede permitir asentar información más válida y también útil. En un entorno cada vez más complejo, necesitamos asentar nuevas habilidades y enfoques innovadores.
Desaprender para aprender es un ejercicio de gran valor que deberíamos aplicar en algunas áreas de nuestra vida. Por ello, no debemos asustarnos si, de vez en cuando, la memoria falla. Puede que el cerebro nos esté haciendo un favor y, cómo decía Homer, solo esté sacando de nuestra cabeza "cosas viejas”.