Hay un singular encanto en esa persona inteligente y competente que, sin embargo, es despistada. La figura del genio torpe, tan icónico en el mundo del cine, encierra una explicación psicológica tan curiosa como llamativa. Hablamos del efecto Pratfall, o de cómo las personas brillantes se ganan nuestra simpatía al cometer algunos errores.
Pensemos en ello. No es un hecho aislado ni el típico dato singular que de vez en cuando trae la ciencia y que muchos ponen en duda. Porque lo cierto es que no es raro que hayamos sido testigos directos de ello.
En una película, cuando el genio se deja la luz dada, empieza a caernos más simpático. Lo mismo sucede en la vida real. Cuando el típico sabelotodo de clase o la típica compañera de deslumbrantes conocimientos tropiezan o derraman el café, nos parecen mucho más amables, cercanos y entrañables. El error les hace más humanos, y también más cercanos.
Nunca cometer un fallo o tropezarse ha sido tan provechoso. Y cuidado, porque este fenómeno psicológico es bien conocido y más de uno lo explota de manera intencional…
Ser falibles nos hace humanos y esto es, en ocasiones, objeto de atracción.
¿Qué es el efecto Pratfall?
El efecto Pattfall lo acuñó el psicólogo social Elliot Aronson en 1966. Lo hizo a raíz de un curioso experimento en la Universidad de Minnesota. Éste consistía en mostrarle a cada uno de los participantes un video de una persona respondiendo a una serie de preguntas de un concurso cuya dificultad era bastante alta.
En el primer caso, se mostraba a una persona muy competente que respondía correctamente al 92% de las preguntas. Además se incluía su expediente académico con menciones de honor en casi todas las materias.
En el segundo caso, se mostraba a una persona normal que respondía correctamente al 30% de las preguntas. También se presentaba su expediente pero esta vez era bastante mediocre, con notas sobre la media y sin menciones de ningún tipo.
En el tercer caso, se mostraba a la misma persona que el primer caso, pero esta vez luego de su performance se le caía el café encima. Por último en el cuarto caso sucedía el mismo incidente del café pero con la persona mediocre.
Una vez visto los videos los participantes debían indicar el nivel de agrado que les generaba la persona que habían visto. Los resultados indicaron que los niveles más altos de agrado fueron los de las personas que habían visto al sujeto competente cometiendo un error. Mientras que menos agradaba era la persona mediocre cometiendo un error, o sea el último caso.
A raíz de estos hallazgos, el efecto Pratfall se definió como la atracción que genera una persona inteligente cuando muestra una situación de desventaja. Esto le llevó a especular a Aronson que aquellos que sean conscientes de su alta competencia pueden obtener mayor influencia mostrándose falibles.
Los famosos nos caen mejor si cometen algún error en público
Si hay alguna celebridad a la que hemos visto resbalarse en público más de una vez es a Jennifer Lawrence. Y no solo eso. Esta actriz tiene la virtud de la sinceridad y la espontaneidad. Más allá de sus competencias artísticas y de sus óscares, gusta también porque estamos habituados a alguna de sus meteduras de pata. Eso es una gran ventaja para ella.
Sin embargo, cualquier otro actor o personaje conocido del mundo de las artes y las ciencias que no deje espacio para la improvisación, que cuide al detalle sus gestos, no generará tanta cercanía. Aunque esto no resta que los admiremos por su trabajo. Así, una persona competente tendrá una percepción más positiva si se permite ser falible públicamente en alguna ocasión.
Ahora bien, hay un dato importante. Los errores deben ser puntuales y esporádicos; en caso de que sean una constante, el efecto Pratfall no se cumple. Esa figura pierde su atractivo.
El efecto Pratfall y la teoría de la comparación social
Admitámoslo, cuando conocemos a alguien brillante, resuelto y competente, siempre nos impresiona y hasta nos impone respeto. Es como si quedáramos en desventaja. Sin embargo, al verlos tropezar, equivocarse o tener un traspié, la cosa cambia. Ver a alguien excepcional cometer un error de lo más tonto, como los que cometemos nosotros, nos genera proximidad y confianza.
El efecto Pratfall se sustenta en la teoría de la comparación social. Es decir, tal y como nos explicó Leon Festinger en 1954, nos evaluamos a nosotros mismos comparándonos con los demás. Ver a alguien más resuelto y competente que nosotros produce cierta incomodidad, en ocasiones.
Sin embargo, descubrir a alguien que se equivoca, que derrama el café o que se traba al hablar, despierta nuestra empatía porque nos identificamos con él o ella. Esto, además, refuerza nuestra autoestima, nos hace sentir bien. Si alguien con tantas virtudes tiene alguna similitud con nosotros, significa que también nosotros somos especiales.
Errar nos hace humanos
Es cierto, equivocarnos nos hace humanos. No hay nada que nos acerque tanto los unos a los otros como descubrir que todos erramos de vez en cuando. Por muy brillantes que seamos, nadie es inmune al error más tonto, a la caída fortuita, a la metida de pata en público… Y este fenómeno es bien conocido por la ciencia, por los medios y por las mentes más ingeniosas.
Tal y como señalábamos al inicio, el mundo del cine siempre perfila al científico o la científica de turno como a esa genialidad algo despistada. Alguien que quema su desayuno con la misma facilidad que salva al mundo. El efecto Pratfall logra que estos personajes nos cautiven. Pero cuidado, las personas inteligentes son conocedoras de este fenómeno y se pueden servir de él para ser más influentes.
Sin embargo, un estudio nos indica que hay excepciones. Las personas con una autoestima muy alta y las personas con una autoestima baja, por ejemplo, no ven con buenos ojos al individuo brillante que comete errores. Los prefieren infalibles…