El llanto es una respuesta fisiológica vinculada al mundo emocional -aunque no siempre; piensa por ejemplo en los efectos de una cebolla-. Con frecuencia, se trata de una manifestación del cuerpo que se presenta ante una experiencia vivida con alta intensidad emocional. Las razones del llanto pueden ser diversas, entre ellas: la tristeza, la impotencia, la felicidad, el miedo.
Recibir malas noticias en relación a un proyecto importante, perder a una mascota, enterarte de que tu hermano será padre por primera vez, cruzarte sorpresivamente con una persona que te genera miedo, o ser testigo de una celebración de amor pueden ser desencadenantes suficientemente comprensibles de un llanto.
Ahora bien, existen algunas preguntas que no están tan claras. ¿Por qué lloramos? ¿Cómo se relaciona el cuerpo con las emociones? ¿Cuál es el papel del cerebro en esta cuestión?
El llanto como función
Conocemos personas que lloran todos los días, otras que lo hacen de vez en cuando y otras a las que les cuesta mucho llorar. Sin embargo, todos necesitamos derramar lágrimas para dejar ir la tensión acumulada dentro de nosotros. Es una de las formas que los seres humanos encontramos para expresar nuestras emociones.
Nos sirve para regularnos (jugaría un papel similar al que desempeña el sudor, mojando la piel y aliviando la sensación térmica, pero a nivel emocional). Tanto si se trata de un simple sollozo como de un llanto desconsolado, amortigua el dolor o nos permite canalizar la explosión de energía que se produce tras una gran alegría.
A su vez, el llanto cumple una función social; al apreciarlo es más sencillo que los demás se percaten de nuestro estado emocional. Ver llorar a otra persona activa las neuronas espejo y nos aproxima al otro. Nuestro sistema fisiológico, de alguna manera prepara el campo o suma enteros, ayudándonos a conseguir recursos que de otra manera quizás no obtendríamos.
¿Qué sucede en el cuerpo?
No a todas las personas les hacen llorar las mismas situaciones, películas o canciones. Sin embargo, los rostros de todos se ven prácticamente igual: ojos rojos, líquido derramado por las mejillas, nariz inundada de mocos y boca inclinada hacia abajo. De seguro que ya tienes presente una imagen mental de una persona llorando, pues todos la conocemos.
El llanto comienza en el cerebro
El llanto se presenta a partir de una reacción en cadena dentro de nuestro cuerpo. Un estímulo externo o interno despierta señales que son enviadas a nuestro cerebro para que dé play a su mágico trabajo.
El hipotálamo y la amígdala son algunos de los órganos más importantes del cerebro, pues es ahí donde ocurre el proceso de recepción emotiva y comienza la regulación de respuestas fisiológicas. Es la amígdala quien envía la señal al hipotálamo para activar al sistema nervioso.
Una vez que el cerebro ha sido notificado de lo que está sucediendo, el sistema nervioso simpático se pone en marcha para protegernos de la intensidad emocional amenazante. ¿Cómo nos protege? A través del llanto. Hace que la abertura entre las cuerdas vocales se hinche y se sienta apretada, dando como resultado el típico nudo en la garganta que todos sentimos alguna vez. También, el ritmo cardíaco suele acelerarse y la voz se vuelve temblorosa.
Ahora sí, las lágrimas empiezan a fluir
Las glándulas lagrimales son pequeñas glándulas que se encuentran debajo del borde óseo de los ojos. Su estimulación comienza a provocar lágrimas que se van acumulando rápidamente en los depósitos localizados en las esquinas internas de los ojos. Cuando estos se llenan, las lágrimas comienzan a gotear nublando la visión. En simultáneo, van inundando la cavidad nasal.
Las lágrimas cumplen una función de protección, ya que contienen un componente llamado lisozima, que evita la aparición de bacterias sobre la superficie del ojo.
"Las lágrimas que se sueltan sobre la superficie delantera del ojo durante el parpadeo, tienen como función limpiar y engrasar el ojo”.
-Anton Skorucak-
¿Por qué me siento mejor después de llorar?
Permitirnos llorar libremente cuando lo necesitamos es una respuesta inteligente y conveniente a nuestra salud.
Algunos científicos defienden la hipótesis de que las lágrimas emocionales contienen ciertas proteínas y hormonas y que la liberación de algunas de ellas, como las leu-encefalinas, puede ayudar a regular el organismo y a equilibrarlo.
Por otro lado, el llanto implica mecanismos que requieren de mucha energía, por lo que es entendible que sintamos agotamiento después de hacerlo. La liberación de ciertas hormonas como las endorfinas y oxitocina, nos ayuda a mejorar el estado de ánimo y a calmarnos, lo que promueve a sentirnos cansados a tal punto de quedarnos dormidos.