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Inteligencia: más allá de sacar buenas notas


¿Cuántas veces has pensado que si no sacabas buenas notas no eras inteligente? En la cultura occidental, la creencia de que los resultados están muy unidos a la inteligencia y al valor de la persona está muy extendida, cuando en otros sitios, como Asia, es el esfuerzo el que ocupa ese lugar de privilegio.

Por otro lado, el concepto de inteligencia no goza de una definición única ni es vista por todos los investigadores desde una misma óptica. Por ejemplo, Gardner desarrollo la teoría de las inteligencias múltiples, destacando ocho inteligencias: la lingüística, la lógico-matemática, la visual-espacial, la musical, la corporal, la intrapersonal, la interpersonal y la naturalista. Para Gardner, en cada persona están presentes estos tipos de inteligencias.

De acuerdo con su planteamiento, no existe una única inteligencia humana. Esta teoría permite valorar, comprender y estimular las potencialidades de cada persona, más allá de lo que pueda medir el famoso cociente intelectual (CI).

Así, por ejemplo, estamos acostumbrados a que en el colegio tengan éxito los niños que tienen una buena inteligencia lingüística y lógico-matemática y a que todos los niños estudien lo mismo. Sin embargo, ¿es justo?, ¿son todos los niños iguales?

Cómo el mismo Gardner señaló, lo importante no son los ocho tipos de inteligencia que él propuso, sino la idea de que no existe una única inteligencia, o más bien procesos cognitivos independientes. Por otro lado, es probable que haya más inteligencias de las que él propuso.

    «Era considerado por todos mis maestros y mi propio padre un chico bastante regular, más bien por debajo del estándar común de intelecto».

    -Charles Darwin-

Entonces, ¿qué entendemos por inteligencia?

Para Gardner, tenemos capacidades específicas independientes. Medir la inteligencia origina problemas y más cuando aún no hay consenso para definirla. En 2007, Resing y Drenth, definieron la inteligencia como:

«El conjunto de las habilidades cognitivas o intelectuales necesarias para obtener conocimientos y utilizar esos conocimientos de forma correcta con el fin de resolver problemas que tengan un objetivo y una meta bien descritos».

Por otro lado, solemos confundir la memoria con la inteligencia. La memoria es una capacidad más que poseemos, concretamente para retener información y recuperarla. Una persona puede tener una gran inteligencia, pero ser lo que llamaríamos un auténtico despistado.

¿Qué no consideramos cuando hablamos de inteligencia?

El autoconocimiento, o lo que popularmente se diría como conocerse a uno mismo. Pasaremos mucho tiempo con la persona de la que nos enamoremos; sin embargo, ¿no pasaremos aún más con nosotros mismos? ¿Cuánto tiempo, amabilidad y paciencia destinamos a conocer a los demás y cuánto tiempo a nosotros mismos?

La consecuencia de ese autoconocimiento se traslada al desarrollo de auténticas ventajas adaptativas, como la empatía, las habilidades sociales o el autocontrol para poder ser "inteligentes”.

Existe un déficit en la sociedad en general por entender los estados emocionales propios y de los demás. Pero, ¿a qué nos referimos con esto? A nuestra inteligencia emocional, a entender nuestras propias emociones y las de los demás.
Pero, ¿de qué trata esta inteligencia emocional?

Goleman destacó cinco habilidades dentro de la inteligencia emocional: autoconocimiento, autorregulación, motivación, empatía y habilidad social.

«Al menos un 80 % del éxito en la edad adulta proviene de la inteligencia emocional».

-Daniel Goleman-

Y las emociones, ¿son importantes ante cualquier aprendizaje?

Cómo dice la psicóloga y escritora Begoña Ibarrola, aprender y todo el proceso cognitivo que tiene lugar es un binomio en el que la cognición y la emoción van de la mano. Antes, se tenía la idea de que aprender solo implicaba a la cognición humana, pero actualmente se sabe que las emociones influyen.

Por ejemplo, las emociones influyen en nuestra memoria, haciéndola más selectiva, tanto para recuerdos positivos como negativos. Conocemos a muchas personas a lo largo de nuestra vida; sin embargo, ¿nos acordamos de todas o solo de las que han dejado huella? Por ello, es importante conocernos a nosotros mismos e identificar nuestras emociones para poder «ser inteligente» ante cualquier aprendizaje que desempeñemos durante nuestra vida.

Llegados a este punto, la inteligencia es un concepto que va más allá de sacar buenas notas o tener un buen rendimiento académico. Todos podemos sentirnos inteligentes en una determinada competencia, pero en muchas ocasiones no lo averiguamos, porque no ponemos nuestro foco de atención en descubrirnos a nosotros mismos como personas.

Tenemos que aprender a ser "inteligentes” para nosotros mismos y para nuestras relaciones en general, no para que lo valoren los demás.

    «Conocerse a sí mismo es el principio de toda sabiduría».

    –Aristóteles-



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