En ocasiones, tendemos a ver las relaciones humanas como algo etéreo y espiritual. Aspectos como la afinidad, el afecto, la lealtad o el romance parecen demasiado abstractos como para poder ser medidos y explicados lógica y científicamente. Sin embargo, lo cierto es que nuestros vínculos están mediados por reacciones biológicas y patrones cognitivos, y esto es precisamente lo que la ciencia de las relaciones se encarga de estudiar.
Los autores y los estudios mayoritarios y más relevantes se centran en las relaciones íntimas (sobre todo, familiares y de pareja). Sin embargo, esta disciplina, que se ve nutrida por psicólogos, sociólogos, biólogos y otros profesionales, también abarca otra clase de relaciones menos cercanas, como las que se dan entre colegas profesionales o conocidos.
La ciencia de las relaciones (como estudio empírico de los vínculos humanos) inició a principios del siglo XX y ha generado valiosas contribuciones a la comprensión de cómo interactuamos con los otros. ¿Quieres conocerlas? ¡Te las mostramos!
La ciencia de las relaciones y sus principales aportes
Este campo de estudio tiene múltiples ramificaciones, dando lugar a teorías muy sólidas con importantes aplicaciones. Un primer punto que nos aporta claridad sobre la definición de las relaciones. ¿Qué son? ¿Cuáles son sus ingredientes principales? ¿En qué se diferencian unas de otras? Este enfoque distingue entre varios grados de conexión que pueden establecerse:
- Para que podamos decir que existe una relación entre dos personas en su nivel más básico es necesario que ambas sean interdependientes. Es decir, que estén interconectadas y se influyan mutuamente de algún modo.
- Cuando, además de esto, ambas personas se consideran mutuamente como únicas e irremplazables, podemos hablar de relaciones personales. Estas pueden incluir conocidos, compañeros o familiares.
- Las relaciones cercanas se forman cuando la interdependencia es fuerte, frecuente y diversa, y además perdura en el tiempo. En esta categoría podríamos incluir vínculos más significativos como las amistades o ciertas conexiones familiares.
- Por último, cuando además de lo anterior existe pasión sexual, hablamos de relaciones íntimas. Estas abarcan matrimonios, noviazgos y otros vínculos sexo-afectivos.
Ahora bien, más allá de estas distinciones (que aunque parezcan obvias, resultan clave para comprender en qué tipo de conexión nos encontramos), la ciencia de las relaciones nos proporciona otra serie de datos interesantes. Te hablamos de algunos a continuación.
Los vínculos se repiten
Una de las primeras áreas estudiadas por la ciencia de las relaciones fueron los vínculos familiares y las experiencias entre padres e hijos. Aportes como los generados por John Bowlby y Mary Ainsworth sobre la teoría del apego han sido cruciales para comprender las conexiones humanas.
Gracias a dichos trabajos y a la investigación posterior, hoy sabemos que esos vínculos primarios moldean la personalidad, la autoestima y la confianza en los otros. Y, lo que es más importante, que esas tendencias adquiridas en la infancia tienden a permanecer estables y a influir en los vínculos adultos de la persona. En otras palabras: construimos nuestras conexiones en base a esa primera relación que experimentamos con los progenitores.
Las relaciones son transaccionales
Otro interesante hallazgo proveniente de esta disciplina es el que nos habla de la naturaleza transaccional de las relaciones. Es decir, que estas constituyen un intercambio social y que las personas estamos continuamente evaluando la ganancia o la pérdida que nos suponen. Analizamos qué nos aporta de positivo y de negativo cada relación, lo comparamos con nuestro ideal y con las opciones alternativas.
Así, por ejemplo, la satisfacción en una pareja puede depender de cuán responsiva sea una persona a las emociones y necesidades de la otra, o de su capacidad para comunicarse y resolver conflictos. Así, si la valoración global arroja resultados negativos, el abandono del vínculo es muy probable.
Somos seres biológicos
Dentro de la ciencia de las relaciones, existe una rama que busca comprender cómo nuestro comportamiento se relaciona con nuestro pasado, lo que resultó positivo para nuestra evolución y supervivencia. Así, entre otros aspectos, las teorías evolutivas explican los procesos de selección sexual y la formación de parejas.
Desde este enfoque, de algún modo, se nos recuerda que estamos condicionados por nuestra biología. Por ejemplo, se han encontrado que, en muy diversas culturas, los hombres prefieren parejas femeninas más jóvenes y atractivas (símbolos de fertilidad) y las mujeres buscan parejas masculinas más mayores y con estabilidad económica (algo que ayudaría a garantizar seguridad para la progenie).
El contexto nos influye
Un último aporte relevante de esta disciplina es el estudio de cómo el contexto influye y afecta a los vínculos. Y es que no todo está en nuestras manos: las situaciones estresantes ajenas a la relación pueden dificultar o impedir que se mantenga un vínculo de alta calidad.
El estrés financiero o laboral, la enfermedad y otras situaciones adversas predicen en gran medida la insatisfacción en la pareja y las rupturas. Especialmente si la demanda del ambiente supera los recursos y capacidades de los miembros de la pareja.
Además, el contexto cultural en que está inmerso la pareja (con sus normas, costumbres y tradiciones), así como la familia y el entorno cercano, también ejercen una influencia innegable en la trayectoria de la relación. Y es que puede contribuir tanto al fracaso como al florecimiento de ese vínculo.
Aplicaciones prácticas de la ciencia de las relaciones
Los anteriores son solo algunos de los conocimientos respecto a las conexiones humanas que se derivan de la ciencia de las relaciones. Y es que, en definitiva, este enfoque explora desde la construcción, al mantenimiento y la disolución de los vínculos, y los motivos biológicos, psicológicos y culturales que subyacen a dichos procesos.
Pero, además de permitirnos tener una comprensión mucho mayor sobre por qué nos vinculamos y cómo funcionan nuestras relaciones, esta disciplina también cuenta con aplicaciones prácticas. Principalmente, sus hallazgos pueden ayudar a las personas a saber qué actitudes y comportamientos deben modificar y en cuáles deben invertir si desean disfrutar de conexiones humanas de calidad.
Dado que nuestras relaciones tienen una profunda influencia en nuestra salud, bienestar psicológico y calidad de vida, cuidarlas resulta prioritario. Y, a este respecto, la ciencia de las relaciones puede tener muchas de las respuestas y pautas que buscamos.