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La mente predictiva: el poder del cerebro para anticipar realidades


Resulta fascinante cómo el cerebro, una masa de poco más de kilo y medio encerrada dentro de un cráneo óseo, puede llevar a cabo tareas tan sofisticadas como "predecir el futuro”. De hecho, el poder de la mente predictiva es una práctica que aplicamos sin darnos cuenta y que define buena parte de nuestra cotidianidad.

No somos superhéroes, es cierto, pero disponemos de cualidades extraordinarias. Tanto es así que muchos neurocientíficos denominan a menudo al cerebro como "una máquina predictiva”. Lo hacen porque a pesar de que vivamos nuestras existencias en el tiempo presente, hacemos predicciones del mañana casi a cada instante. Y lo hacemos para sobrevivir, para adaptarnos a un entorno siempre incierto.

Un ejemplo. Estamos realizando un proyecto en el trabajo con otros compañeros, tenemos las tareas asignadas y cada uno debe llevar a cabo una serie de objetivos. Ahora bien, nuestra mente se fija especialmente en uno de los integrantes de ese equipo. Lo conocemos y sabemos que no es fiable.

La mente predice que lo mejor es estar preparados ante la probabilidad de que esa figura nos falle. No tenemos una bola de cristal, pero nuestro universo mental analiza múltiples probabilidades y variables para intentar anticiparse a lo que sucederá. Tenerlas en cuenta nos permite actuar de manera más eficaz…


    "Nunca dejes que el futuro te perturbe. Lo enfrentarás, si es necesario, con las mismas armas de la razón que hoy te arman contra el presente”.

    -Marco Aurelio-


¿Qué es la mente predictiva?

La mente predictiva define un tipo de cognición que nos permite realizar predicciones sobre el futuro. En este mecanismo no entra ninguna variable fantástica o sobrenatural, sino que se usan sofisticados procesos analíticos. En realidad, lo que hacemos es anticipar el mañana recordando experiencias pasadas; ese es el punto de partida, y esa la variable que nos permite prever qué puede pasar.

Tener en cuenta esta realidad es nuevo dentro del mundo de la psicología. Hasta el momento se había dicho que las personas estamos determinadas por dos momentos temporales: el pasado y el presente. Todos somos, de algún modo, ese que nos pasó en el ayer y lo que intentamos hacer aquí y ahora. Sin embargo, habíamos pasado por alto que el cerebro está muy interesado en el futuro.

Pensemos en ello. La cognición anticipatoria es un proceso crucial para el ser humano por múltiples razones. Habitamos en entornos complejos en los que siempre aparecen riesgos y desafíos. Estamos obligados no solo a adaptarnos, sino a obtener ventaja de ellos. La mente predictiva hace más fácil la tarea de adivinar/predecir qué puede pasar en determinadas condiciones para tener preparada una o varias respuestas.

    El cerebro no escucha, no ve, no siente… Sin embargo, hace continuas predicciones sobre lo que nos puede suceder y cómo actuar.

Tu cerebro va un paso por delante de la realidad

Cuando escuchas una canción o pieza musical concreta, y esta -por las razones que sean- se detiene, tú puedes predecir como continúa. Tu mente ya tiene un patrón concreto de esa secuencia y más o menos, imagina cómo puede desarrollarse. Lo mismo sucede con muchas otras realidades o procesos.

Compras regalos para determinadas personas porque sabes cómo van a reaccionar. Evitas conducir por ciertas zonas porque anticipas que puede haber demasiado tráfico, y eso puede ser peligroso. Tu cerebro siempre va un paso más adelante de la realidad y lo hace porque tiene información previa de valor. Esa con la que realizar inferencias y predecir el futuro.

Anil Seth, profesor británico de Neurociencia Cognitiva y Computacional en la Universidad de Sussex, escribió un libro muy interesante sobre la mente predictiva titulado Being You: A New Science of Consciousness. En él, nos recuerda algo extraordinario. El cerebro es un órgano encerrado en un "recipiente óseo”. Está a oscuras. No ve, no oye, no siente…

Sin embargo, realiza constantes simulaciones predictivas sobre el mundo externo casi cada segundo. Nos indica en quién confiar y en quién no. Nos avisa sobre cuándo ser prudentes, qué peligros regatear y qué planes poner en práctica. Sus predicciones nos permiten sobrevivir mejor gracias a sus especulaciones venideras.

La mente predictiva y la máquina neuronal que la rige

Puede que nos llame la atención, pero las creencias son un producto de la mente predictiva. Ese conjunto de principios ideológicos que todos albergamos en nuestro cerebro no son más que suposiciones de lo que creemos que es verdadero. También de lo que puede suceder en determinados contextos/situaciones.

Esos esquemas de pensamiento nos permiten movernos por el mundo al dar por sentado que la realidad y las personas que lo conforman son predecibles, al menos en algún grado. Como bien sabemos, nos equivocamos muchas veces, pero ese mecanismo es precisamente el que rige la mente predictiva. Asimismo, esa capacidad para anticipar probabilidades viene regida por un mecanismo neuronal muy concreto.

Fue el doctor Daniel L. Schacter de la Universidad de Harvard, quien explicó en una investigación que el cerebro dispone de una compleja red de neuronas especializadas en dos procesos muy concretos: analizar el pasado (nuestra experiencia) y predecir el futuro. Esta red neuronal se conecta con regiones como el lóbulo temporal medial, la corteza prefrontal medial, la corteza temporal lateral y las regiones posteriores de la corteza parietal medial y lateral.

    La mente predictiva nos permite prepararnos para el mañana recordando el ayer.

El cerebro, un órgano casi perfecto: a veces, nuestras predicciones fallan

La mente predictiva comete errores. El cerebro no es una máquina perfecta y como todo analista de probabilidades, en ocasiones falla. Como lo hacen, por ejemplo, nuestras creencias, nuestras expectativas y suposiciones. Ahora bien… ¿Tiene esto algo de adverso o de sancionable? En absoluto, todo lo contrario.

Equivocarnos en nuestras conjeturas a la hora de predecir el futuro nos permite aprender de esos razonamientos. Es experiencia adquirida. Nos facilita el almacenar más datos para que, más adelante, podamos hacer inferencias más eficaces. Al fin y al cabo, nadie tiene el poder para predecir siempre y con total precisión lo que va a suceder.



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