¿Sientes que el tiempo se va más rápido cuando te relajas, pero las horas en la oficina se te hacen eternas? A pesar de que pueda parecer que tu reloj te juega una broma, en realidad no es así. Existe una explicación psicológica para este fenómeno y se conoce como la ley de Fraisse. La misma nos permite analizar nuestra propia percepción del tiempo y cómo se puede alterar.
Esta ley fue propuesta por Paul Fraisse, un psicólogo francés que hizo numerosos aportes a la llamada psicología del tiempo. Además, es un concepto importante en el ámbito organizacional debido a que se relaciona de forma directa con la productividad.
¿Qué es la ley de Fraisse?
"El fin de semana pasó volando” es una frase común que usan las personas para hablar sobre lo rápido que fue su descanso. Es probable que en más de una ocasión hayas escuchado a alguien quejarse de la velocidad a la que percibe que pasa el tiempo. Así como algunos hablan de que va de prisa, otros se molestan por su lentitud.
"Siento que llevo 3 horas en la oficina, y en realidad casi no llevo una”.
A pesar de que la mayoría estamos suscritos a pensamientos y frases como esta, no todos conocen el motivo detrás de este fenómeno. En este sentido, Paul Fraisse realizó varios estudios sobre la percepción del tiempo y describió la ley de Fraisse. De esta manera, determinó que podemos hablar del tiempo en dos dimensiones: una objetiva y medible y otra subjetiva.
La parte objetiva es aquella que marca el reloj. Mientras tanto, nuestra subjetividad maneja otro tipo de tiempo. La ley menciona que la percepción psicológica del tiempo varía en función del interés que la persona sienta por lo que hace.
Es decir, que si estás haciendo una actividad que te gusta, es probable que percibas que el tiempo pasa rápido. En cambio, si estás estudiando sobre un tema denso y aburrido, puede que tengas la sensación de que las manecillas del reloj enlentecen su avance.
¿Por qué ocurre este fenómeno en la percepción del tiempo?
A partir de los trabajos de Fraisse, otros investigadores realizaron estudios sobre la percepción subjetiva del tiempo. De este modo, en la actualidad, podemos comprender mejor los mecanismos psicológicos que participan en la ley de Fraisse.
En primer lugar, la evidencia sugiere que existe un componente neurobiológico detrás de este hecho. Simen y Matell (2016) publicaron un estudio acerca de por qué el tiempo parece volar cuando nos divertimos. Como bien sabemos, la dopamina es un neurotransmisor que participa en el placer que aparece como recompensa en ciertas situaciones. Su estudio sugiere que también tiene la capacidad de alterar nuestra percepción del tiempo cuando hacemos cosas que nos gustan.
Por otro lado, Gable y Poole (2012) realizaron una investigación sobre la influencia de la motivación en la percepción del tiempo. En sus conclusiones explican que mientras más alta y enfocada sea la motivación al hacer algo, mayor distorsión del tiempo hay.
En esta misma línea, los rasgos de personalidad parecen influir de forma significativa sobre la percepción del tiempo. Un artículo científico señala que las personas con rasgos de personalidad narcisista tienden a ver las tareas aburridas como pérdida de tiempo. En consecuencia, perciben el paso del tiempo como más lento de lo normal (O’Brien, Anastasio y Bushman, 2011).
Implicaciones en la evaluación del placer
La ley de Fraisse tiene implicaciones en diferentes ámbitos de la vida, uno de ellos es la evaluación del placer. Una investigación demostró que las personas utilizan la medición subjetiva del tiempo para determinar qué tan placentera es una experiencia (Sackett et al., 2010).
Por ejemplo, con la música, a veces es común que la gente sienta que sus canciones favoritas son "muy cortas”. Entonces, se toma esta percepción subjetiva del tiempo como una medida de lo "bueno” o "malo” que es algo. En otras palabras, si sentimos que algo dura poco, tendemos a calificar esa experiencia como mejor que otras.
La ley de Fraisse y la productividad
Continuando con lo anterior, esta ley influye de manera significativa sobre la productividad. A menudo, las personas sienten que las horas pasan con lentitud cuando están en la oficina y que no están siendo demasiado productivas. En consecuencia, trabajar se vuelve una tarea agobiante.
La sensación de que el tiempo pasa rápido aumenta el valor competitivo de las distracciones. Podemos pensar que todavía nos queda mucho para la hora de salir y, por lo tanto, decidir que es un buen momento para tomarnos un descanso, ya que con lo que queda, pensamos que es muy probable que lleguemos al final de la jornada laboral con los objetivos cumplidos.
Así, podemos llegar a caer en el círculo vicioso de la procrastinación, lo cual perjudica nuestra productividad de manera notable. En vista de eso, lo más recomendable es buscar alternativas que conviertan el trabajo en una actividad placentera. O por lo menos, lograr que no se perciba como una experiencia desagradable, sino como algo neutral.
Para concluir, es posible decir que la percepción subjetiva del tiempo es un factor clave en la satisfacción laboral. Si el tiempo se nos hace largo al trabajar, nos sentiremos menos a gusto con nuestro trabajo. En cambio, si sentimos que pasa rápido, nuestro cerebro lo valorará como una experiencia agradable y nos gustará más.