Las pérdidas de memoria esporádicas son normales. Algunas veces, el estrés, la falta de atención o una sobrecarga de información llevan a que se olvide momentáneamente algo que tendría que ser recordado, como "dónde están las llaves” o "qué diablos sucedió con el suéter amarillo que siempre guardo en este cajón”.
Así mismo, es normal y común que las pérdidas de memoria se hagan algo más frecuentes a medida que avanza la edad. El cerebro sufre un deterioro natural y algunas funciones, como la capacidad para recordar, suelen salir afectadas.
El problema está en que las pérdidas de memoria también suelen ser uno de los síntomas tempranos de enfermedades neurodegenerativas, incluyendo demencia. Por eso, es muy importante que aprendas a distinguir cuándo es normal que se fugue un recuerdo y cuándo esto podría estar relacionado con un problema de salud. Sobre esto hablaremos enseguida.
"Somos nuestra memoria, somos ese quimérico museo de formas inconstantes, ese montón de espejos rotos”.
-Jorge Luis Borges-
Las pérdidas de memoria
El sistema cerebral que organiza los recuerdos y los olvidos está estructurado de tal manera que las pérdidas de memoria anecdóticas son normales. No se trata de una deficiencia, sino de una de sus características. No es posible mantener todos los recuerdos accesibles y por eso se produce un proceso de selección.
El punto es que el olvido rara vez es una decisión consciente. El cerebro elige por nosotros y siempre busca optimizar sus recursos. También se inclina por recordar mejor lo que le divierte. Por eso, es más fácil tener presente el novelón entre Shakira y Piqué, que el número de teléfono de una tienda frecuentada.
Así mismo, son los mecanismos de defensa inconscientes los que deciden en un momento dado que es mejor no recordar una cita con el odontólogo. Hay temor de ir, pero también se siente el compromiso. Al final, gana el deseo oculto de no llegar a ese consultorio y lo hace realidad por la vía del olvido.
¿Cuándo preocuparme?
En general, las pérdidas de memoria no deben causarte ninguna preocupación, excepto si tienen ciertas características. ¿Cuáles? La primera es que afecte de alguna manera tu desempeño en la vida diaria. En particular, hay que prestarle mucha atención a los olvidos asociados con el desplazamiento en el espacio. Por ejemplo, cuando no recuerdas cómo volver a casa o dónde queda la salida que has atravesado mil veces.
Cuando se presentan olvidos como este u otros que obstaculizan el desarrollo de las tareas habituales, en principio se puede hablar de un deterioro cognitivo leve. Este puede ser de diferentes grados. A veces no avanza, sino que se mantiene estable; otras veces, empeora o mejora.
Sin embargo, en todos los casos, este tipo de deterioro se convierte en un factor de riesgo para la demencia. Se estima que entre un 10 y un 15 % de las personas con este tipo de anomalía desarrollan alguna forma de demencia cada año. Por eso, esa clase de olvidos debe tomarse como una señal de alerta.
Hombre mayor desorientado
Otros elementos para tener presentes
Si las pérdidas de memoria tienen que ver con datos espaciales, es hora de prestar atención a lo que sucede. Cuando este tipo de problemas van acompañados por otros, como problemas con el lenguaje y dificultad para tomar decisiones, es hora de consultar al médico.
En la mayoría de los casos, el deterioro cognitivo leve no debe interpretarse como una señal de alzhéimer. Sin embargo, los problemas de razonamiento espacial y las dificultades de orientación casi siempre son los primeros síntomas de esa enfermedad. Por lo tanto, no hay que entrar en pánico, pero sí es momento de ver a un especialista.
Muchas personas que presentan este tipo de síntomas se resisten a realizar una consulta médica formal. La posibilidad de tener un cuadro de demencia asusta a cualquiera. Pese a esto, no se debe perder de vista que el alzhéimer tiene un pronóstico mucho más favorable cuando se logra hacer un diagnóstico temprano y se inicia el tratamiento en las primeras fases.
Así que lo más razonable es salir de dudas. A veces, las pérdidas de memoria se superan con un plan de ejercicios mentales y físicos que estimulen el buen funcionamiento del cerebro. Otras veces son señal de alzhéimer. Así que es mejor no sacar conclusiones prematuras y, en cambio, dejar que un médico te guíe.