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Rumores: ¿qué son y qué peligros encierran?


El rumor, chisme, eso que hace sonar al río que no es el agua, pero que muchas veces corre de manera más hábil que el líquido elemento. Todos hemos escuchado rumores y difundido también alguno. En tiempos más conservadores han hecho temblar a familias enteras, mientras que hoy circulan de otra manera porque la forma que tenemos de compartir información también ha cambiado, y mucho.
El caso es que, si por algo destaca el rumor es por su enorme potencial para generar desequilibrios, ya sean sociales o personales. Por otro lado, no solemos disfrutar cuando somos parte de uno, ya que normalmente no van cargados de buenas intenciones: de ahí que sean de alguna manera mensajes velados.
Rumores, ¿qué son?
Normalmente son mensajes que siguen la tradición juglar de ir de boca en boca (en la actualidad diríamos más bien de mensaje en mensaje). La paradoja del rumor es que no se sustenta en pruebas, pero gana en veracidad a medida que hay más personas que lo comparten. Este tipo de mensajes siguen a la perfección la ley de "repite un mensaje muchas veces, haz que mucha gente se lo crea y terminará siendo verdad”.La fuente o el foco inicial de los rumores no suele ser fácil de identificar, especialmente porque el mensaje, al repetirse, se trasforma, de manera que el rumor que le llega a la persona 100 en muchas ocasiones poco se parece a la cábala o elucubración que empezó siendo. Por otro lado, al principio suele ser un mensaje breve y escueto sobre el que sí se reconoce cierta sospecha de incertidumbre. "He escuchado que va a haber despidos”, "Ana está de baja y al semana pasada estaba muy triste, puede que esté deprimida”.
Sin embargo, nuestros cerebros prefieren a las certezas antes que a las hipótesis. Así, lo que en principio empezó siendo una hipótesis se termina convirtiendo casi en un dogma. Para completar la definición de rumor, podríamos decir que responde a unas leyes muy claras:
La ley de la clandestinidad: la fuente es desconocida. Por otro lado existe un fenómeno comprobado y es que los seres humanos solemos olvidar antes la fuente de un mensaje que el contenido del mismo.
La ley de lo incuestionable, un rumor difícilmente se cuestiona simplemente por el esfuerzo cognitivo que supondría hacerlo. Por otro lado, a nadie nos gusta dudar de una persona que nos asegura que la información que trasmite es cierta.
La ley de la curiosidad, el rumor potencia la curiosidad, ya porque nos implica de alguna manera o porque el tema al que alude tiene un punto de escabroso.
La ley de la rapidez, su capacidad de propagación y de reproducción lo hace imparable.
La ley de la proximidad, se trasmite entre nudos de relaciones sociales.
Ley de lo mutable, actúa como un árbol, de él suelen surgir nuevos rumores creados para rellenar los vacíos que deja el rumor inicial.
Otra propiedad de los rumores es que su forma de propagación suele ser vírica. Es decir, cada receptor es al mismo tiempo un emisor potencial de la información, a la que en muchas ocasiones añadirá su opinión sobre la misma, no siendo extraño que la manera y el tono en el que comparta el rumor sea mediatizada por esta.
¿Cómo eliminar los rumores?
La respuesta es tan sencilla como imposible: evitando que las personas se comuniquen. Una respuesta más realista es igualmente difícil, aunque menos. Se trataría de hace un ejercicio de crítica sobre la información que recibimos. Preguntarnos si la fuente que nos la cuenta es fiable, preguntar (si es posible) a la propia fuente hasta qué punto confía en la información que nos ha dado, sería bueno saber también si la circulación de esa información beneficia a alguien y hasta qué punto ese alguien está involucrado en la difusión del rumor.
Por otro lado, si hay rumores con los que tenemos que tener cuidado es con aquellos que aluden a minorías o grupos con poca capacidad para defenderse, y es que hay una frase que dice que la "historia siempre la suelen contar los vencedores y que el primer pago por la derrota, por parte de los vencidos, es precisamente aceptar este relato”. Un ejemplo de esto lo podemos encontrar en cualquiera de las dictaduras que asolaron Europa en la primera mitad del siglo XX.
Sin tener que hacer tal viaje en el tiempo, y quedándonos en la actualidad, mirando a las minorías que nos rodean, nos daremos cuenta de que muchos de los estereotipos que priman en el imaginario colectivo son alimentados de manera sistemática por rumores, que a su vez también nutren prejuicios y provocan, en última instancia, discriminación.



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