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Sensación de que el tiempo pasa cada vez más rápido


Ya lo dijo Einstein, el tiempo es relativo. No fluye siempre al mismo ritmo. De hecho, una hora puede sentirse como un instante o como una eternidad.

Entre otras cuestiones, su velocidad depende de lo que estemos realizando: todos sabemos que no es lo mismo estar una hora disfrutando de un recital de nuestro artista favorito que estar una hora haciendo una fila para un tedioso trámite. En el primer caso, el tiempo pasa volando. En el segundo, parece no avanzar. Una hora son siempre 60 minutos, pero la percepción puede ser muy diferente.

Muchos adultos han notado algo de lo que no están muy conformes: cuanto mayor te haces, el tiempo parece pasar más rápido. Esto tiene una explicación científica y aquí te la contamos.

¿Cómo se mueve tu tiempo?

En el año 2005, los psicólogos Marc Wittmann y Sandra Lenhoff de la Universidad Ludwig Maximilian de Munich realizaron un estudio para investigar este fenómeno. Encuestaron a 499 personas de entre 14 y 94 años para conocer cómo percibían que se movía el tiempo. Les pidieron que le otorgaran una puntación a cada período de tiempo determinado según lo rápido que pensaban que trascurría.

A partir de los resultados, observaron que, para duraciones cortas, como una semana o mes, la percepción de velocidad no aumentaba significativamente para las personas mayores. Es decir, no variaba con la edad. Sin embargo, en relación a los períodos más extensos (años o décadas), sí se encontraron diferencias: los adultos tienden a sentir que el tiempo transcurre a mayor velocidad.

A su vez, la mayoría de los participantes que habían vivido cuatro décadas o más, mencionaron que durante su infancia habían sentido que el tiempo pasaba lentamente, pero a medida que fueron envejeciendo estimaban que se aceleraba cada vez más.

El tiempo habiendo vivido pocos o muchos años

Cuando somos pequeños, cada día es una aventura. 24 horas es un montón cuando apenas superas las 8760 horas (un año) existiendo. Ahora bien, un niño de 10 años ha vivido 87 600 horas. Y un adulto de 50 años, lleva 438 000 horas en su haber. Cuando eres un niño de un año, un día representa un porcentaje considerable de toda tu experiencia, pero cuando eres adulto, un día se puede sentir como algo ínfimo, pues ya has vivido unos cuantos.

Piénsalo así: cuando cumples cuatro años, el 50 % de tu vida son simplemente dos años. En cambio, cuando cumples cincuenta, la mitad de tu vida corresponde a nada más y nada menos que veinticinco. Personas de diferentes edades tienen una noción del tiempo muy distinta, en parte porque su tiempo de vida es distinto. De hecho, la conceptualización tan abstracta del tiempo hace que los niños pequeños no comprendan del todo su significado. No es algo innato, sino que se adquiere a los 6 o 7 años.

Un paso más: las experiencias

Tanto la calidad como el nivel de novedad de cada experiencia vivida son elementos que asumen cierto protagonismo a la hora de determinar cuán rápido o lento se ha deslizado el tiempo.

En este sentido, es importante hacer una aclaración: los seres humanos contamos con perspectivas distintas con relación al tiempo.
  •     La perspectiva prospectiva es aquella que percibimos acerca de un evento que aún está sucediendo o sucederá en el futuro.
  •     Mientras que la perspectiva retrospectiva se da una vez que el hecho terminó y por ende pasó a ser parte del pasado.
Es por este motivo que podemos sentir que el tiempo vuela en unas vacaciones divertidas y emocionantes (perspectiva prospectiva), pero cuando ya estamos en casa y recordamos ese viaje, tenemos la sensación de que duró más tiempo que otras experiencias menos alucinantes (perspectiva retrospectiva).

Esto sucede porque nuestro cerebro tiende a almacenar en la memoria las experiencias nuevas, y no tanto las cotidianas. Por eso, posiblemente recuerdes con detalle algo sorprendente que viviste en unas vacaciones exóticas. Sin embargo, si te pregunto qué has cenado el jueves pasado, quizás te cueste darme una respuesta.

El neurocientífico David Eagleman nos explica que cuando una experiencia se repite con frecuencia, las neuronas que se encargan de registrarla se activan menos. En cambio, el recuerdo de las experiencias novedosas será mucho más rico.

    A medida que el mundo que nos rodea nos resulte más y más familiar, tendremos la sensación de que el tiempo se encoge más y más.

La novedad ayuda a ralentizar el tiempo

Entonces, nuestra percepción del tiempo se basa en la cantidad de nuevos recuerdos. La etapa por excelencia de nuevas experiencias es la infancia, ¿verdad? Durante la niñez vivimos aventuras innovadoras a diario. Todo es puro descubrimiento. Los animales, los colores, los juegos, las actividades con amigos, las comidas y cualquier otra cosa que ocurre pueden abrir un mundo mágico y fascinante. Pues todo es una potencial maravilla.

Esto hace que cuantas más vivencias desconocidas experimentemos y más recuerdos tengamos, tendremos la sensación de que el tiempo "duró más”. Pero la vida de un adulto tiende a volverse muy rutinaria de la mano del trabajo, el hogar, la familia. Las experiencias nuevas son cada vez más esporádicas cuando nos hacemos mayores.

Afortunadamente, no todo está perdido

Ahora que ya tienes esta información, puedes modificar tu percepción del tiempo incorporando actividades nuevas. Escapar de la monotonía puede darnos gratas sorpresas. Algunas ideas: apúntate en el curso de cocina árabe, planea un viaje a un sitio que cuente con una cultura opuesta a la tuya, cambia el recorrido hacia el trabajo, realiza un deporte por primera vez.

Haz cualquier cosa que aún no hayas hecho. De allí obtendrás nuevos recuerdos que, si bien no te permitirán pausar el tiempo, sí te ayudarán a percibirlo más lentamente.


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