La violencia de género es como un iceberg. Solo intuimos una pequeña parte, el resto permanece en las profundidades de la invisibilidad, en el silencio cotidiano y el rostro que elige mirar a otro lado. No vemos, por ejemplo, a esa niña de 15 años controlada por su pareja de 16, un adolescente que piensa que tiene pleno derecho a vigilar el móvil de su novia y a decirle con quién debe o no debe hablar.
Tampoco sabemos nada de esa trabajadora preparada y competente a la que su jefe ningunea y humilla y le niega poder ascender en la empresa. Asimismo, se nos escapan infinitos nombres anónimos de mujeres que sufren acoso a través de las redes sociales. Podríamos dar mil ejemplos, describir cientos de situaciones que están sucediéndose ahora mismo y que no percibimos.
La violencia ejercida sobre la mujer en cualquiera de sus formas es una lacra y una forma de involución como seres humanos. Tengámoslo claro, estamos ante una conducta aprendida y asentada culturalmente en nuestra sociedad. Proceder a su erradicación definitiva es responsabilidad de todos.
En este camino, no valen las pancartas ni las buenas palabras; necesitamos actos, cambios en las políticas, mejores formas de educar y reformular mentalidades.
Una sociedad digital y avanzada que no sabe qué es la violencia de género
Vivimos en una sociedad que tristemente y por término medio, aún no sabe qué es la violencia de género. Los nativos digitales, por ejemplo, la población más joven y esa generación del futuro son el sector donde más se evidencia en los últimos años el peso de este tipo de realidad. Una parte de las adolescentes consideran normal que sus parejas las controlen.
Los modelos erróneos sobre el amor romántico y el acceso temprano a la pornografía están teniendo un serio impacto entre los jóvenes. Todo ello provoca que desarrollen un concepto claramente distorsionado sobre los roles de género en las relaciones sexuales. De ahí que el índice de agresiones entre los adolescentes se esté incrementando de manera dramática.
Por otro lado, los datos que nos ofrece la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre la violencia de género a nivel mundial también son poco alentadores. Más de 700 millones de mujeres se casaron siendo niñas. Cerca del 35 % han padecido en algún momento violencia física o sexual.
El índice de feminicidios sigue elevándose cada año, en especial en América Latina. Los países nórdicos, por ejemplo, que llevan años luchando por la igualdad, presentan sin embargo, la tasa de violencia machista más alta de Europa.
La eliminación de todas estas realidades es lenta y compleja. Lo es en primer lugar porque necesitamos reformular políticas, mentalidades y hasta viejos valores. Lo esencial es tomar conciencia de que la violencia de género existe, está ahí y aparece de múltiples maneras.
La violencia de género es…
La violencia de género se ejerce sobre las mujeres por el simple hecho de serlo. Se aplica tanto en el ámbito privado como público a través de la agresión, la discriminación, la privación de derechos tan básicos como la libertad, el respeto o la capacidad de decisión. Asimismo, la OMS señala algo importante al respecto.
Este tipo de fenómeno es más complejo de lo que podemos pensar. Nos obliga a tener que revisar nuestros valores y normas sociales de manera constante. Lo estamos haciendo ahora, por ejemplo, en el aspecto publicitario. Los modelos de marketing y publicidad han cambiado bastante en los últimos años; la mujer ya no queda relegada al ámbito doméstico ni es ese objeto meramente sexual.
Factores que perpetúan este tipo de violencia
Hay un aspecto en el que conviene reflexionar: nadie nace siendo machista, el machismo se aprende y forma parte de gran parte de nuestras sociedades. Hombres (y también mujeres) acaban integrando esquemas y modelos de género que distorsionan por completo la posición y los derechos de cada uno en la sociedad. Lo hacemos de distintas formas:
A nivel cultural, definiendo los roles sexuales de cada género y explicitando qué es y qué no es adecuado para cada uno.
A nivel económico: permitiendo las brechas laborales entre hombres y mujeres, limitando en muchos países el acceso a la educación de las niñas.
De forma legal. A día de hoy siguen existiendo leyes que supeditan a las mujeres y las niñas a los hombres, permitiendo abusos, violaciones, discriminaciones…
A nivel político: infrarrepresentación de la figura de la mujer en el campo de la ciencia, la medicina, la jurisprudencia. En muchos países sigue existiendo la supeditación de la mujer a la ley de la familia y no a un corpus legal que defienda sus derechos.
¿De qué forma se ejerce la violencia de género?
Lo señalábamos al inicio, violencia de género no es solo una agresión, un golpe, una violación… Este tipo de conducta dañina hacia la mujer se ejerce de diversas maneras:
Desvalorización: tratarla como alguien inferior, criticarla, insultarla, tergiversar sus palabras, burlarse de ella, humillarla, compararla…
Aislamiento y abuso social: reducirla al ámbito privado, evitando que tenga contacto con amigos o familia.
Controlar aquello que hace, lo que dice o cómo viste.
Amenazas.
Chantaje emocional.
Violencia física
Abuso sexual.
Abuso económico.
Violencia en redes sociales y el mundo digital. Las redes sociales y la tecnología ha creado nuevas formas de violencia y control en las que las mujeres suelen ser las víctimas en muchos casos.
Para concluir, es evidente que nos queda mucho camino por recorrer. Pero en este viaje, arduo y complicado en muchos casos, necesitamos de la participación de cada individuo, de cada agente social.
Este tipo de violencia no desaparecerá hasta que saneemos muchos viejos esquemas que, casi sin darnos cuenta, continúan adheridos en las mentes más jóvenes. Los efectos, pueden ser letales.
"Resolved lo que queráis, pero hacedlo con la responsabilidad de dar entrada a esa mitad de género humano en política para que sea cosa de dos. No podéis venir aquí vosotros a legislar, a votar impuestos, a dictar deberes, a legislar sobre la raza humana, sobre la mujer y sobre el hijo, aislados, fuera de nosotras”.
-Clara Campoamor-