La trampa de la eficiencia es un concepto propuesto por el psicólogo Oliver Burkeman en su libro Cuatro mil semanas. Hace referencia a un mal contemporáneo: la creencia de que la productividad es el fin último de la vida y la tendencia a incluir más y más actividades en la agenda diaria, hasta más no poder.
Esas premisas son las que llevan a caer en la trampa de la eficiencia. Se le define como trampa porque esta actitud es como un barril sin fondo: por más actividades que se realicen o logros que se obtengan, nunca van a ser suficientes. Siempre vas a querer más y, en consecuencia, siempre vas a introducir nuevas actividades.
Mientras tanto, la vida se va entre prisas y agendas a reventar. Al final del día, nunca vas a experimentar la sensación de la tarea cumplida, sino más bien la desazón de no haber hecho más. Muchas personas caen en la trampa de la eficiencia y ya nunca consiguen salir de allí.
La trampa de la eficiencia
El libro de Burkerman no podría tener un mejor título: Cuatro mil semanas. ¿Por qué? El escritor hizo un cálculo del número de semanas que viviría una persona, si alcanza una edad promedio de 80 años. Como ves, tienen razón quienes dicen que «es un soplo la vida». Solo tenemos, más o menos, ese lapso para realizar nuestros sueños , vivir nuestros amores y sufrir nuestros dolores.
A veces, llenar cada día de actividades nos ayuda a olvidarnos de lo finitos que somos. Parece que tuviéramos la eternidad por delante y que fuéramos capaces de «estirar» el tiempo, sin límite. Sin embargo, esto no es más que una ilusión. Cada día tiene solo 24 horas y si queremos retorcerlas y exprimirlas a fondo solo para ser más productivos, podríamos estar cayendo en la trampa de la eficiencia.
El punto es que la trampa de la eficiencia crea una dinámica que termina convirtiéndose en un laberinto. Esto se debe a una realidad que no siempre detectamos: el trabajo engendra más trabajo. Cada actividad que adiciones, cada objetivo que añadas, inaugura un ciclo de tareas que, en algunas ocasiones, resulta exponencial.
Creencias inadecuadas
Se ha extendido la idea de que si una persona es capaz de trabajar ocho horas, pero además tiene un emprendimiento, se capacita en las horas libres, toma clases de piano, hace yoga y durante las pausas escribe una novela, le está sacando el máximo provecho a su vida. Buena parte de la famosa literatura de autoayuda está dedicada a presentar técnicas para lograr todo lo que te propones y, a la vez, controlar la ansiedad que produce ese grado de autoexigencia.
Por lo tanto, se forma la creencia falsa de que, en verdad, es posible hacerlo todo. Solo habría que consultar la técnica correcta y aplicarla, para que los 2000 objetivos definidos logren alcanzarse. Si fallas, no pones en duda la creencia, sino tal vez la técnica o tu propia capacidad para aplicarla en forma correcta.
De hecho, llegas a sentirte culpable por fallar en ese frenético ritmo de vida. No te das cuenta de que te estás olvidando de disfrutar y de vivir. De que ese estrés que experimentas puede ser una voz amiga que te está diciendo: para y reformula. Has caído en la trampa de la eficiencia.
La auténtica eficiencia
Esas rutinas hipereficientes y altamente ambiciosas no te dejan ver que, en promedio, tienes solo 4000 semanas para existir. Un estudio llevado a cabo por las universidades de Toronto y Rutgers encontró algo interesante. A un grupo de personas se le pidió que señalaran 10 metas importantes. A otro grupo se le solicitó que anotara 10 motivos por los cuales agradecer.
Después a todos se les practicó un cuestionario de bienestar. Por supuesto, los que se habían enfocado a la gratitud mostraban puntajes mucho más altos de bienestar personal, que quienes se habían enfocado en las metas.
Quizás lo mejor es detenerte un momento y hacer un filtro en tus propósitos. En definitiva, si tienes muchos objetivos, es muy probable que no los logres todos. Tal vez lo indicado sea elegir los que de verdad sean significativos para ti. Es posible que sea mejor pensar en tu felicidad y dejar de creer que solo la productividad te hace válido. Anímate a salir de la trampa de la eficiencia.