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De la sumisión a la cooperación: teoría del rango social de Gilbert


    Situaciones no interactivas: son las situaciones que, a pesar de no entrañar intercambio real de información con alguien, sí se hacen en un contexto social. Ejemplos de ellas puede ser el hablar ante una audiencia, comer o beber en público, utilizar un urinario público o entrar en una casa cuando todos los demás se encuentran ya sentados.

La ansiedad social va más allá de la timidez. Provoca un deterioro en el funcionamiento cotidiano de la persona tan grande que atenta contra una característica tan biológicamente grabada a fuego en nuestro genoma como es la necesidad de contacto con otras personas. En algunos casos, llega a ser tan disfuncional que hace que las personas con ansiedad social corten todo vínculo con el exterior, y se aíslen.


La teoría del rango social

Para los investigadores Gilbert y Trower, la ansiedad social tiene una explicación: está biológicamente preprogramada, y tiene su traducción biológica en la activación de sistemas cerebrales tan primitivos como el de valoración/respuesta. Como especie, desarrollamos estos sistemas hace miles de años para hacer frente a las amenazas que se producían dentro de nuestro grupo de referencia. Somos producto de nuestra de evolución, y así queda plasmado en las diferentes "capas” en las que el cerebro se organiza:

  •     Poseemos un cerebro reptiliano que ejerce un rol fundamental en conductas competitivas como la adquisición y la defensa del territorio: nos mostrarnos amenazantes cuando vemos algo nos quiere herir.
  •     Posteriormente, como especie, desarrollamos un cerebro paleomamífero, el sistema límbico, que nos dotó de la capacidad para experimentar sentimientos y transmitirlos a nuestro entorno. Gracias al sistema límbico, sentimos por primera vez el miedo o el placer.
  •     Finalmente, desarrollamos el cerebro neomamífero, siendo este el paso que nos terminó de diferenciar de todos los seres vivos que nos rodeaban. Gracias a esta tecnología de la evolución, nos convertimos en la especie dominante del planeta. Nos permitió por primera vez atribuir significados a las cosas que nos sucedían.

Para explicar la ansiedad social, Gilbert se sirvió de lo anterior y postuló dos grandes sistemas: el de defensa y el de seguridad.

La sumisión: cuando se activa el sistema de defensa

Como consecuencia de nuestra naturaleza gregaria, nos relacionamos con todo nuestro universo participativo, y con lo esencial de dicho universo: otros seres humanos. La forma en la que nuestros ancestros se comportaron hace miles de años tiene mucho que ver con la forma en la que nos comportamos en pleno siglo XXI. La teoría del rango social de Gilbert sugiere una explicación a cómo nos comportamos actualmente como sociedad y como individuos.

Durante milenios, las relaciones que hemos experimentado entre nosotros como especie nos han proporcionado recursos muy valiosos, como la información, los conocimientos, las habilidades y las destrezas para las que todo organismo vivo que se precie está diseñado: la supervivencia.

Visto desde la actualidad, todavía fascina y maravilla a muchos. Motivados por la interacción, hemos desarrollado instrumentos tan valiosos como el lenguaje, los alfabetos, la escritura, la imprenta o los ordenadores. Probablemente, nada de esto existiría sin nuestra tan característica naturaleza gregaria. Sin embargo, algunas personas tienen serias dificultades para relacionarse y, en consecuencia, sufren mucho.

¿Qué es la ansiedad social?

La Asociación Americana de Psiquiatría (APA) la define como el miedo o la ansiedad que se experimentan cuando la persona se expone al posible examen por parte de otras personas. Además, la persona tiene miedo a actuar de cierta manera o a mostrar síntomas de ansiedad, porque creen que eso hará que el juicio de los usuarios sea más negativo.

En este momento de la explicación, conviene distinguir entre situaciones que implican interacción real o situaciones no interactivas:

    Situaciones interactivas: son todas aquellas que implican contacto e intercambio de información con otras personas. Algunos ejemplos podrían ser el iniciar y mantener una conversación, tener una cita con alguien, asistir a una fiesta o decir que no a algo que no queramos hacer.
    Situaciones no interactivas: son las situaciones que, a pesar de no entrañar intercambio real de información con alguien, sí se hacen en un contexto social. Ejemplos de ellas puede ser el hablar ante una audiencia, comer o beber en público, utilizar un urinario público o entrar en una casa cuando todos los demás se encuentran ya sentados.

La ansiedad social va más allá de la timidez. Provoca un deterioro en el funcionamiento cotidiano de la persona tan grande que atenta contra una característica tan biológicamente grabada a fuego en nuestro genoma como es la necesidad de contacto con otras personas. En algunos casos, llega a ser tan disfuncional que hace que las personas con ansiedad social corten todo vínculo con el exterior, y se aíslen.


La sumisión: cuando se activa el sistema de defensa

Como especie, vivimos en grupo. Y como consecuencia de nuestra vida gregaria, hemos desarrollado jerarquías que estructuran y cohesionan los grupos en los que nos desenvolvemos. Habitualmente, la jerarquía de poder se arremolina entorno al miembro o los miembros dominantes. El investigador Chance denominó a esto "el modo agónico”.

    "El modo agónico es una forma de funcionamiento que permite a los miembros subordinados del grupo reconocer y anticipar amenazas (por ejemplo, expresiones de ira o de rechazo por parte del miembro dominante), para poder reaccionar inmediatamente dando muestras de sumisión y, así, aumentar las probabilidades de supervivencia”.

    -Belloch-

Según la teoría del rango social, estamos genéticamente preprogramados para tener miedo ante rostros que expresan crítica o rechazo. Y no somos los únicos, nuestros parientes primates interpretan el contacto ocular como una amenaza, y si no quieren entrar en una disputa por el rol del líder, la desvían en señal de sumisión.

En gran medida, este tipo de ansiedad está mediatizada por las relaciones de poder en el grupo. Y las personas que padecen un trastorno de ansiedad social quedan secuestradas por la parte evolutivamente más antigua del cerebro: el cerebro paleomamífero. Sienten una cantidad de miedo tan extraordinaria que automáticamente activan sus sistemas de defensa.

La cooperación: el modo hedónico

El modo hedónico ha motivado que cooperemos sin necesidad de activar comportamientos de sumisión. Así nos comportamos cuando trabajamos juntos para alcanzar una meta. Así lo hacíamos cuando nos hacíamos señales para cazar, y así ocurre cuando nos defendemos, como científicos, ante un nuevo virus.

Las señales que no son señales de amenaza, sino de calma, seguridad y tranquilidad. Son saludos, besos, abrazos, otras formas cooperativas de comportamiento humano. El modo hedónico es aún más evidente cuando nos referimos a conductas de cortesía (saludar, despedir o pedir disculpas).

    "El modo hedónico es un logro evolutivo que ha hecho posible que los miembros de la misma especie cooperen en estrecha proximidad unos de otros, sin activar comportamientos agónicos”.

    -Belloch-

El modo hedónico lo cambió todo. Los miembros del grupo dejaron de ser una señal de amenaza para convertirse en una fuente de seguridad. Las personas con ansiedad social tienen problemas en este punto: identificar y reconocer las señales de seguridad como tal. Es necesario destacar aquí que la ansiedad social es el resultado de la presencia de un peligro y de la ausencia de seguridad.

Así pues, las personas con ansiedad social se encontrarían predispuestas, según la teoría del rango social de Gilbert a utilizar una mentalidad agónica, además de presentar dificultades a la hora de construir y poner en práctica formas hedónicas de interacción social.




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