El extremismo y el dogmatismo son fenómenos que están presentes desde el comienzo de la historia. Esas conductas están en la base de muchas tragedias sociales y culturales, ya que motivan la intolerancia.
Un grupo de investigadores de la Royal Society se propuso examinar los rasgos que definen a las personas atacadas por el mal del extremismo y el dogmatismo. El estudio se tituló The cognitive and perceptual correlates of ideological attitudes: a data-driven approach y fue publicado en la revista Philosofical Transactions of the Royal Society B, en 2021.
La investigación fue dirigida por expertos de la Universidad de Cambridge y tenía como objetivo encontrar los rasgos cognitivos y de personalidad que permitían anticipar comportamientos dogmáticos/extremistas.
"El extremismo no es más que una de las denominaciones que suelen aplicarse a los jardines de infancia para adultos”.
-Fernando Aramburu-
El extremismo y el dogmatismo, según un estudio
Para los investigadores que estudiaron el extremismo y el dogmatismo en las personas existían dos grandes grupos de rasgos que definen a las personas que incurren en esas conductas. Los primeros tienen que ver con la personalidad y los segundos con la cognición inconsciente, esto es, con las formas en las que el cerebro capta y procesa informaciones básicas del entorno.
Según los científicos, el primer rasgo que define a este tipo de personas tiene que ver con una memoria de trabajo más pobre. Esto quiere decir que la memoria a corto plazo o el almacenamiento temporal de la información en estas personas es menos eficaz que en quienes tienen una mentalidad más flexible.
Por otro lado, se encontró que tenían reducidas las "estrategias de percepción”. Estas hacen referencia a la manera en la que el cerebro procesa la percepción de estímulos cambiantes como la forma y el color. Al parecer, en las personas extremistas y dogmáticas esto se lleva a cabo de manera más lenta.
Así mismo, los expertos encontraron que quienes tienen conductas extremistas o dogmáticas de manera frecuente son también personas más impulsivas de lo usual y que sienten atracción por la búsqueda de sensaciones. Así pues, se completa un cuadro en el que hay más lentitud en la percepción y, a la vez, mayor impulsividad en la conducta.
Otros factores incidentes
En la investigación, dirigida por la doctora Leor Zmigrod de la Universidad de Cambridge, también se citan estudios previos. En estos se le había dado especial importancia a los factores demográficos. Con base en información proveniente de personas que habían cometido masacres, se había establecido que el perfil medio de los agresores era el de hombres de mediana edad con elevados niveles de testosterona y que eran víctimas de exclusión social.
Así mismo, se hace referencia a un estudio llevado a cabo por el doctor Trevor Robbins sobre las actitudes asociadas con el extremismo y el dogmatismo, en 2018. En este, se había encontrado que las personas con ese tipo de actitudes y conductas tenían ligeramente reducido el procesamiento de la información estratégica y el "descuento temporal”, o sea, el sentimiento de que las recompensas pierden valor cuando se demoran.
Se estima que con esta investigación se incrementó la capacidad de predecir el extremismo y el dogmatismo en las personas. Para el primero, se cree que se puede predecir en un 32,5 %. Para el segundo, en un 23,6 %. Como se ve, no es un gran avance.
Otros enfoques
Los fenómenos del extremismo y el dogmatismo ya habían sido abordados por la psicología en distintas ocasiones. Uno de los esfuerzos más notables fue la que llevó a cabo el psicólogo Erich Fromm en su obra El miedo a la libertad. Allí plantea que el miedo y la inseguridad conducen al deseo de ideas o salidas autoritarias.
El trabajo de Fromm se basa en la experiencia del nazismo, pero bien podría extenderse a otros eventos similares en los que ha primado el extremismo y el dogmatismo en los individuos y en la sociedad. El afán de certezas, control y elementos que alimenten el orgullo personal y social son factores que nutren esos fenómenos.
Así pues, desde esta perspectiva, lo que habría detrás de los pensamientos extremistas y dogmáticos sería una necesidad de certeza, acrecentada por carencias en el desarrollo de la autonomía personal y social. El trabajo de la Royal Society aporta nuevos elementos para comprender estos fenómenos, pero no los explica del todo.