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La adolescencia en distintas culturas


La adolescencia es probablemente la etapa de la que tenemos una imagen más estereotipada. Los jóvenes son percibidos por muchos como personas atormentadas, rebeldes, despreocupadas, egoístas, inestables y dramáticas. Sin embargo, la adolescencia se entiende de manera diferente en distintas culturas.

Esa idea romántica y crítica de la adolescencia surgió y se extendió a principios del siglo XX, cuando G. Stanley Hall publicó su obra Adolescence. Este psicólogo infantil defendía que la etapa entre los 12 y 25 años era como un segundo nacimiento, una transformación total provocada por la pubertad. En contraste, años más tarde, la antropóloga Margaret Mead se rebeló contra esta idea y decidió estudiar cómo se vivía la adolescencia en distintos grupos sociales.

Gracias a ello, crecieron el interés y las investigaciones con el objetivo de comprender mejor los aspectos universales de adolescencia, así como las diferencias que se dan como resultado de la influencia cultural y social.

Aspectos universales de la adolescencia

La adolescencia está muy ligada a la pubertad. Un proceso biológico universal que dura varios años y supone el desarrollo o la transformación del cuerpo infantil al cuerpo adulto. Estos cambios están genéticamente programados y suponen, en última instancia, el alcance de la capacidad reproductiva y otros logros madurativos y psicológicos. Entre ellos, mayor autonomía y capacidad para sobrevivir, un reajuste de las relaciones sociales y la construcción de la identidad.

Otro aspecto universal es que la adolescencia finaliza cuando se alcanza la adultez. Ya que no existen marcadores o indicadores universales de la adultez, el fin de esta etapa acabará en el momento en el que un grupo social o cultural haya determinado según su historia o tradición. Por tanto, puede que el terminar de la adolescencia ocurra durante o incluso después de que ocurra la pubertad.

Por último, la etapa de la adolescencia supone un período o momento en el que los infantes adquieren ciertas habilidades necesarias para ser una persona adulta integrada y funcional para su grupo. Estas destrezas, en cambio, sí son específicas de cada sociedad.
Adolescente triste mirándose al espejo

Distintas culturas, distinta adolescencia

Ahora bien, como se ha mencionado, la adolescencia se experimenta de manera diferente en las distintas culturas. Así, las habilidades que deben adquirir los jóvenes y las vivencias de esta etapa no son las mismas. Es más, se puede llegar a afirmar que la adolescencia entendida como una etapa de transición no es un hecho universal.

En algunas culturas, el paso de la infancia a la adultez no sucede en un período de años, sino que se ha optado por una transición rápida y estructurada. Este cambio suele estar marcado por rituales de transición, también llamados ritos de paso puberales.

Los rituales son conjuntos de ceremonias a las que se somete al púber en un momento determinado y que tienen varias funciones. Entre ellas, diferenciar de manera clara la infancia de la adultez, guiar cómo se espera que los miembros de la comunidad se relacionen entre ellos o reforzar la identidad del grupo.

Estos rituales también pueden tener lugar en aquellas sociedades en las que la adolescencia constituye una etapa intermedia. Sin embargo, su papel es secundario y suceden de una manera más sutil.

La adolescencia actualmente en distintas culturas

En la cultura occidental, la adolescencia sigue la tendencia que se marcó durante la Revolución Industrial. Antes de este período, la incorporación laboral se producía alrededor de los 7 años, momento en el que una persona empezaba a ejercer como adulta. Sin embargo, hubo un cambio de mentalidad en el que la formación, el estudio y la especialización cobró importancia.

Esto hizo que se ampliara el periodo educativo, que fuera obligatorio y más accesible. Con ello, el rol de adulto comenzó a llegar de manera más tardía, creándose un nuevo grupo social. Ahora, la adolescencia se entiende como el período entre los 12-13 y 20 años, y en el que los jóvenes tienen sus propias modas, hábitos, ideas y preocupaciones.

Para la mayoría de personas esta idea es universal, pero la realidad es otra. Y es que pueden existir tantas adolescencias como culturas. A continuación, daremos algunos ejemplos de cómo se produce el paso a la adultez en otras sociedades.

Bar/Bat mitzvá

En el judaísmo, el paso de la infancia a la adultez está marcado por el Bat Mitzvá y el Bar Mitzvá, que se produce en niñas de 12 años y en niños de 13 años, respectivamente. Antes del evento, los niños dedican tiempo a estudiar su función como adultos y a tomar conciencia de la responsabilidad que tienen al ser personas independientes.

Antiguamente, poco después de la ceremonia, correspondía el matrimonio y formar familias. Ahora, aunque el significado del Bar Mitzvá ha ido cambiando y adaptándose a la sociedad moderna, una vez tiene lugar el evento, el joven pasa a considerarse una persona madura y responsable de sus actos y está obligado a cumplir todos los preceptos del judaísmo.
Moranismo

En el pueblo guerrero Masai, en Tanzania y Kenia, cuentan con tres ritos y condiciones sociales que componen el moranismo, la transición de los chicos a la adultez. Cuando los chicos cumplen 15 años, se someten a una intensa ceremonia de iniciación, enkipaata. En ella, se someten a la circuncisión. Si muestren fortaleza, irán a cazar pájaros para adornarse con sus plumas, su primer símbolo de guerrero.

En ese momento comenzarán a vivir fuera del pueblo por 10 años, formándose como guerreros. Al volver, se celebra una ceremonia de 15 días de duración donde tendrán lugar los otros dos ritos. En el primero, eunoto, se alimentan de una vaca, bebiendo su sangre directamente del animal. Y, por último, olng’esherr. El futuro guerrero adulto visita por última vez la casa de su madre, quien le afeitará la cabeza en símbolo de libertad.

Seijin-no-Hi

Para los jóvenes japoneses de 20 años, el segundo lunes de enero es el día en el que se convierten en adultos. Con esta edad, ya son considerados miembros maduros y contribuyentes, por lo que pueden votar y beber alcohol. El ritual que marca esta transición consiste en acudir al ayuntamiento local con sus mejores galas, recibir regalos y celebrar con sus amistades y familiares.

Los Inuit

El último ejemplo es del pueblo Inuit, en el norte de la isla de Baffin. Para los niños inuit, su período de transición a la adultez comienza a los 11-12 años, cuando debe salir en verano a aprender habilidades de caza con su padre. También se les separa de los padres en un campamento para aprender sobre habilidades de supervivencia y la naturaleza. Así como a manejar los perros esquimales, fundamentales para cazar con éxito, y a construir iglús. Una vez completan su primera cacería con éxito, volverán a su grupo siendo considerados hombres responsables.

En el caso de las chicas inuit, estas serán consideradas mujeres una vez aprendan habilidades esenciales para el cuidado: picar y derretir hielo para obtener agua, fabricar botas, obtener grasa de foca para cocinar y encender lámparas. Una vez les llega la primera menstruación y dominan dichas habilidades, se celebrará una ceremonia de tatuaje facial, que simboliza su fortaleza y capacidad para formar una familia.

Conocer para crecer

En resumen, conocer cómo son las distintas etapas de la vida en diferentes culturas nos ayuda a comprender cómo influye la sociedad en nosotros. Cómo el entorno determina las ideas, los comportamientos y qué se espera de unos y de otros. Solo partiendo de ahí, podremos entender mejor a las personas, en este caso a los jóvenes, y a ayudarles a que su desarrollo sea óptimo.


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