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La pedagogía de la ternura: conceptos básicos


Indaguemos los conceptos básicos de la pedagogía de la ternura y a sus distintos modos de aplicación en la práctica docente. Lo bueno es que, con las adaptaciones pertinentes, también es posible aplicar esta educación a procesos de formación en adultos.

Para empezar, nos planteamos algunas interrogantes: en la actualidad, ¿qué papel juegan la confianza y el cariño en el acto de educar y ser educado? ¿Los métodos educativos y el ambiente escolar tienen en cuenta la parte más humana y relacional? A continuación, intentaremos darles una respuesta.
¿Qué es la pedagogía de la ternura?

La pedagogía de la ternura destaca el papel que juega el aspecto afectivo y relacional en el marco de la transmisión de conocimiento. Esta idea se apoya en las evidencias recogidas por distintos estudios que respaldan la hipótesis de que el cariño actúa como un estímulo para el desarrollo cognitivo.
Cuando un niño percibe que se mueve en un terreno social en el que está protegido se siente más libre para explorar y experimentar, y por lo tanto, para aprender.

Hablamos de un método pedagógico que tiene como base o fundamento la demostración de confianza, conexión, interés mutuo y cariño hacia los más  pequeños. Es el tipo de pedagogía que una madre ejerce sobre su pequeño hijo y que también encuentra su razón de ser, afortunadamente, en muchas escuelas infantiles.

    La pedagogía de la ternura es: «Una propuesta humanista y pacificadora en donde se exige el reconocimiento del otro ser humano como autónomo, libre y emocional. Invita al docente a manifestar la empatía y la tolerancia, entre otros valores. Permite al docente acompañar al estudiante de forma integral abarcando todas las etapas del proceso educativo, desde lo cognitivo hasta lo afectivo».

    -García, 1990-

¿Cuáles son los principios básicos de la pedagogía de la ternura?

Esta pedagogía se fundamenta por los principios y beneficios siguientes:

    Naturalizar la demostración de afectos y emociones de forma abierta y honesta.
    El adulto como un guía responsable y modelo de comportamiento de aquello que pedimos a los niños.
    Sano equilibrio entre el afecto y la autoridad en el hogar y el aula. Establecer unas reglas y límites respetuosos, coherentes y consensuados entre todos.
    La construcción de vínculos de confianza e interés mutuo hacia los demás, pues el hecho de entablar lazos afectivos con los otros facilita el aprendizaje desde un lugar de seguridad y plenitud.
    El concepto de ternura, es decir, la demostración más sublime del afecto entre las personas. Inicia en la familia, en el contacto con los padres, los hermanos y familiares. También debe estar presente en la escuela y la educación en general.
    Beneficios de la ternura en la educación: potencia el desarrollo de la autoestima; la confianza en sí mismo/a; facilita la capacidad de aprender a amar, perdonar, creer, cuidar y, en definitiva, favorece la relación efectiva y afectiva con los demás.
¿Cómo enseñar con ternura?

La enseñanza acompañada de ternura tiene como principal condición la actitud y el actuar del docente o educador. Los niños deben aprender con ternura, no en función de técnicas o prácticas que tengan en cuenta únicamente la parte racional, sino integrar también la parte afectiva y humana. Los adultos pueden transmitir la ternura, que estos mismos expresen, en su actuar natural con los niños y niñas.

¿Qué sucede si somos privados de la ternura? La ternura, y todo aquello que la acompaña, es esencia en el desarrollo humano, ya que constituye una de las necesidades fundamentales y es una puerta hacia la tolerancia, la humildad y el amor en el acto de aprender. Por lo tanto, es importante destacar lo mencionado por Pérez (2013):

    «Ama el maestro que cree en cada alumno y lo acepta y valora como es, con su cultura, su familia, sus carencias, sus talentos, sus heridas, sus problemas, su lenguaje, sus sueños, miedos e ilusiones. Celebra y se alegra de los éxitos de cada uno, aunque sean parciales. El que siempre está dispuesto a ayudar para que el niño llegue tan lejos como le sea posible en su crecimiento y desarrollo integral».

La educación tradicional: una barrera para la ternura

La educación basada en autoritarismo ha constituido una barrera para una pedagogía basada en la ternura. Esto se debe a que en el proceso quedan recogidos una serie de comportamientos de dominación y opresión, así como limitaciones en la expresión sentimental, creativa y de libertad.
Para lograr una educación integral y democrática, se hace necesario preguntarnos: ¿Se sentirá el niño o niña oprimido emocionalmente? ¿Hasta dónde los métodos pedagógicos, así como los docentes y la institución educativa que asisten a los niños acompañan el proceso de aprendizaje desde una mirada tierna y afectuosa? ¿Estaremos, como adultos, permitiendo que los niños/as se expresen libremente a nivel emocional?
Los maestros como modelos en el aprendizaje afectivo

El niño no sólo aprende de sus experiencias, también lo hace de las experiencias de los demás. La observación de modelos es una de las fuentes más importantes de aprendizaje que persisten en la infancia. De hecho, se ha evidenciado que los niños imitan más a las personas más significativas en su vida: sus padres, los hermanos y a sus educadores.

Los pequeños observan la actitud del docente y en ello se basan para construir su propia conducta, actitudes, valores, creencias y personalidad.  Así, si los maestros desean ser modelos positivos para sus alumnos, harían bien en preocuparse primero por afianzar una relación de respeto y confianza.

Planteando un símil, para que los coches (conocimiento) puedan acceder a un determinado lugar antes es necesario crear las vías de acceso necesarias que lo hagan posible. Aquí pasaría algo parecido.

Tres expresiones de ternura

Ahora, mencionamos 3 formas de expresar ternura, tanto dentro como fuera del aula:

    Las caricias: según Eric Berne, el ser humano necesita tanto de caricias y de sentirse querido como de alimentarse, respirar y dormir.
    Los abrazos: el estrecharse entre los brazos, es una forma de caricia física, una forma muy especial de tocar, que permite a la persona aceptarse a sí misma y a sentirse aceptada por los demás.
    El tacto: es considerado como un canalizador, el cual no se limita únicamente al contacto físico, sino también a la habilidad para actuar adecuadamente en relación con los demás. El tacto es espontáneo y se deriva como comportamiento de la actitud de uno mismo, sus valores y el sentimiento de respeto.

En la cotidianidad del aula o el hogar, con su sensibilidad, con su creatividad, interés y responsabilidad porque el niño aprenda y se desarrolle, el adulto no debe desaprovechar los momentos o espacios que en su quehacer le ofrezca, para estimularlos a sentir y a expresar sus sentimientos y emociones, sin olvidar que es la actitud de ternura la que prima en el aprendizaje.



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