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La personalidad en la cultura


La personalidad es una parte inherente del ser humano. Sabemos que se desarrolla durante la infancia. Pero, ¿cómo se desarrolla la personalidad en la cultura?

De acuerdo con Jahoda, entre los Ashanti, cuando un niño nace (no ocurre lo mismo con las niñas), se le pone el nombre del día en el que ha nacido. El nombre se refiere al kra, el alma del día. Este implica disposición hacia cierto tipo de comportamiento.

Los que han nacido en Lunes se supone que son más tranquilos y pacíficos. Los chicos llamados Miércoles tienen una tendencia de comportamiento agresivo e impulsivo. Un análisis de Jahoda sobre los registros de delincuencia en un tribunal de menores indicaba un número significativamente más bajo de lo esperado entre los jóvenes llamados Lunes.
Había también evidencias de que los que se llamaban Miércoles tenían más tendencia a cometer crímenes en contra de otras personas (peleas o asaltos). Aunque las relaciones eran débiles y las replicaciones de los estudios podían haber sido deseadas para establecer la validez de los resultados, las conclusiones de Jahoda parecen indicar que "las correspondencias parecen muy importantes para ser obviadas fácilmente” (1).

¿Cómo debemos interpretar estos hallazgos? ¿Se trata de estereotipos sociales y prejuicios que centran la atención en unos delitos menores (esperados) de ciertos jóvenes más que de otros? O, por el contrario, ¿son expectativas sociales interiorizadas de alguna manera por dichos jóvenes formando su personalidad?

Modelos dimensionales de los rasgos de personalidad

La personalidad se estudia a partir de los rasgos de personalidad. Se trata así de buscar un conjunto de rasgos que cubran todos los grandes aspectos de la conducta individual-característica. Por otro lado, se miden:

    Cuestionarios de personalidad auto-informe o de observadores externos (para rasgos específicos).
    Inventarios de personalidad (instrumentos de ómnibus que cubren una amplia gama de rasgos).
Así, uno de los modelos más famosos para determinar los rasgos de personalidad es el modelo de cinco factores (FFM) o de los 5 grandes. El inventario que suele utilizarse normalmente para analizar estos cinco factores es el NEO-PI-R (Costa y McCrae, 1992). Sus dimensiones y sus facetas son:

    Extraversión: cordialidad, asertividad, gregarismo, actividad, búsqueda de emociones y emociones positivas.
    Neuroticismo: ansiedad, hostilidad, depresión, timidez, impulsividad y vulnerabilidad.
    Cordialidad: franqueza, altruismo, modestia, confianza, honradez, sensibilidad a los demás.
    Escrupulosidad: competencia, orden, necesidad de logro, sentido del deber, deliberación y autodisciplina.
    Apertura a la experiencia: fantasía, estética, sentimientos, acciones y valores.

Investigaciones transculturales del NEO-PI-R

Este inventario se utiliza para medir la personalidad. Pero, ¿tiene una validez universal? Varios autores se plantearon esto y obtuvieron que los análisis factoriales sobre los conjuntos de datos nacionales muestran factores similares entre naciones.
Parece, pues, que existe una estructura universal entorno a este inventario. ¿Quiere decir esto que las diferencias entre culturas quedan invalidadas? ¿Podemos decir entonces que no hay relación entre la cultura y la personalidad?

Además, parece que la diferencia de las medias entre las culturas son pequeñas en comparación con las diferencias interindividuales dentro de una cultura. Así, la variabilidad en las puntuaciones medias entre países es menor que las medias intrapaís.
La personalidad en la cultura: La persona en contexto

El autor Julian Rotter acuñó el término locus de control. Este psicólogo estadounidense pensaba que el historial de aprendizaje de un individuo puede dar lugar a expectativas generalizadas. Uno puede ver una recompensa (positiva o negativa) como dependiente de la propia conducta o como contingente de fuerzas más allá del control de uno mismo (control interno/externo).
Así, este concepto de locus de control permite un papel más explícito en el contexto cultural en la formación de la personalidad que en las teorías de rasgos.

El self en el contexto social
El yo como producto cultural

El yo se ve por muchos investigadores, particularmente en EEUU y en el este de Asia, como un producto cultural (2). Por su parte, la autora Kağıtçıbaşı diferenció entre el yo relacional y el yo autónomo:

    El yo relacional: entendido en "un modelo familiar de interdependencia material y emocional”.
    El yo autónomo: se encuentra en ambientes urbanos occidentales individualistas con un "modelo familiar de independencia”.

También existe el yo relacionado autónomo, el cual se desarrolla en un "modelo de familia emocional de interdependencia”. Este puede verse sobre todo en áreas urbanas de países colectivistas.
La dicotomía de Markus y Kitayama entre un yo independiente y el yo interdependiente

Esta dicotomía representa un amplio conglomerado de las diferencias entre el Este y el Oeste en la emoción, la motivación, la cognición y la motivación. En la personalidad occidental podemos observar un modelo de persona que se concibe un organismo autónomo, separado y atomizado. Está hecho y fabricado con un rango de habilidades, valores y motivos, buscando la separación y la independencia de los demás.

En el modelo oriental la persona implica interdependencia y relaciones. No se considera como una entidad singular, sino como atada a los demás. La persona se hace "completa” cuando está situada en su lugar en una unidad social.

Así pues, podemos decir que, dependiendo del lugar, la cultura tiene mayor o menor influencia en la personalidad. El individualismo también tiene mucho que ver con esto, marcando las grandes diferencias entre las culturas.



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