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Resaca social: ¿por qué me siento cansado tras socializar?


La mayoría conocemos la desagradable sensación que deja una noche de exceso de alcohol. Nos sentimos agotados y poco lúcidos, el cuerpo necesita descansar y la mente también; solo deseamos permanecer en casa para recuperarnos. ¿Alguna vez has sentido algo similar tras pasar un tiempo socializando? La resaca social puede afectarnos a todos; pero hay personas más vulnerables al respecto que tal vez necesiten tomar ciertas medidas.

A simple vista, puede parecernos contradictorio que socializar llegue a afectarnos de esa forma. Finalmente, es una actividad agradable y que escogemos voluntariamente para nuestros momentos de ocio. Sin embargo, relacionarnos con otros nos lleva a consumir muchos recursos cognitivos.

Hemos de prestar atención a la conversación y al lenguaje no verbal de cada persona, pensar en lo que vamos a decir y en cómo nos estamos comportando. Y esto, muchas veces, en entornos sumamente estimulantes llenos de luces, sonidos y multitudes.
Tanto si sueles experimentar resaca social con frecuencia, como si solo te ocurre en ocasiones, te interesará saber a qué se debe y qué puedes hacer al respecto.

¿Por qué sentimos resaca social?

La resaca social no es ningún síndrome; es simplemente una expresión coloquial que describe un estado de agotamiento físico, mental y emocional que ocurre tras pasar tiempo con otras personas. Puede hacer que los movimientos sean más lentos, que la mente tarde más en procesar y que estemos apáticos e irritables. Incluso puede generar síntomas somáticos, como dolor de cabeza o dolores musculares, debido a la tensión que produjo el periodo de socialización.

Ahora bien, ¿por qué motivo nos sentimos así tras una actividad tan necesaria y aparentemente placentera? Estas son las principales razones:

1. Introversión

Como decíamos, hay ciertos rasgos de personalidad que nos hacen más vulnerables a la resaca social. En concreto, las personas introvertidas tienen cierta tendencia a recuperar energía en actividades solitarias (al contrario que las extrovertidas). Están más enfocadas en la reflexión, la introspección y la creatividad, en su mundo interno. Por ello, en una interacción social continua pueden terminar sintiéndose agotadas.

Esto no significan que deban vivir aisladas, ¡para nada! Todos somos seres sociales y el contacto con los otros es necesario y nos hace bien. Sin embargo, un introvertido ha de intercalar periodos de soledad con salidas en compañía para no saturarse.

2. Alta sensibilidad

Las personas altamente sensibles también pueden sentirse más agotadas después de socializar. Es así porque su sistema nervioso es más receptivo y permeable a los estímulos del ambiente. Procesan más señales que el resto y lo hacen con mayor profundidad, por lo que una simple conversación en un bar puede sentirse mucho más estimulante y abrumadora que para otros.

Estas personas sienten, analizan y responden en mayor medida a estímulos ambientales, como luces, sonidos y tactos, perciben de forma más intensa estímulos emocionales y señales no verbales de sus interlocutores. Así, esta percepción y procesamiento de las sutilezas hace que socializar demande más recursos y conduzca a un mayor cansancio.

3. Falta de motivación y de refuerzo

En otras ocasiones, la resaca social aparece cuando la socialización deja de ser gratificante, no nos motiva ni nos reporta refuerzo de ningún tipo. Por lo general, estar con otros nos permite sentirnos conectados, aumenta nuestra autoestima y nos ayuda a divertirnos y liberar tensiones; en suma, es agradable y reforzante. Ahora bien, en ciertos casos, ya sea por nuestra propia disposición o por las características de la situación, esto no sucede.

Cuando nos sentimos apáticos y desmotivados, cuando estamos estresados, quemados o tristes, es complicado disfrutar de las interacciones con otros. Socializar se convierte entonces en un trabajo o una obligación y, por ende, es más probable que acabemos agotados tras haber realizado ese esfuerzo.

Esto también puede ocurrir si nos relacionamos con personas excesivamente dramáticas y conflictivas, que generan peleas constantemente o no paran de quejarse. Este tipo de dinámicas agotan nuestros recursos emocionales y resultan muy desagradables. Por ello, si tu entorno responde a estas características, no te extrañes si al llegar a casa te sientes rendido.

4. Socialización excesiva

Es importante saber que, pese a que seas una persona sana, extrovertida y motivada, la resaca social puede aparecer si socializas en exceso. Esto es algo que muchas personas experimentaron tras el confinamiento por la pandemia: la recién recuperada libertad nos hacía aceptar y proponer todo tipo de planes sociales para "recuperar el tiempo perdido”; sin embargo, al extralimitarnos, muchas veces terminábamos agotados de estar con otros.

Incluso en condiciones normales, si eres una persona introvertida o especialmente sensible, es importante que midas tus momentos de socialización y no te fuerces en exceso para evitar que esto suceda.

5. Trastornos psicológicos

Por último, hay ciertos trastornos psicológicos que pueden agravar esta situación. La depresión suele cursar con un estado de ánimo apático, triste e irritable que causa desmotivación y lleva a que socializar se convierta en un esfuerzo.

Y, por su lado, trastornos como la ansiedad generalizada o la fobia social pueden llevar a la persona a estar excesivamente vigilante o demasiado atenta a los estímulos y señales, agotando sus recursos. En estos casos, será fundamental buscar ayuda profesional y comenzar la intervención adecuada para reducir estas dificultades.

En definitiva, la resaca social puede ocurrirnos a cualquiera de nosotros y es necesario que logremos identificar a qué se debe para poder tomar medidas. Conocer y aceptar nuestras necesidades sociales y no forzarnos, permitirnos momentos de soledad y descanso y tratar aquellas condiciones mentales subyacentes relacionadas hará que este agotamiento se presente con mucha menos frecuencia.


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