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Sensibilidad interpersonal: ¿la practicas?


La sensibilidad interpersonal es una competencia que nos permite obtener información de los demás a partir de su lenguaje no verbal. Es tomar consciencia de las necesidades ajenas, de su estado de ánimo y sus realidades psicológicas. Bien es cierto que muchos resumirían estas habilidades bajo la etiqueta de la "empatía”; sin embargo, cabe señalar que va mucho más allá de dicha dimensión.

Las personas que reúnen este conjunto de disposiciones manejan mejor el mundo de las relaciones sociales. Lo hacen porque advierten e intuyen las intenciones de los demás. Esto es esencial para poder actuar en consecuencia, bien para ayudar, esquivar riesgos o construir vínculos más enriquecedores y productivos.

Asimismo, no nos extrañará saber que la sensibilidad interpersonal conforma el núcleo de la inteligencia emocional. Se trata de una variable psicosocial que tiene, además, un gran impacto en el bienestar psicológico. De hecho, hay investigaciones que avalan cómo un bajo dominio de esta área se relaciona con la depresión mayor y la esquizofrenia.

Las personas con una buena sensibilidad interpersonal destacan en satisfacción laboral y liderazgo

¿Qué es la sensibilidad interpersonal?

Todos tenemos competencias psicológicas básicas para poder hacernos una visión aproximada sobre los estados mentales, las actitudes y el ánimo de los demás. Sin embargo, a pesar de tener esa habilidad, no todos la desarrollamos de igual manera.

Hay personas con gran facilidad para manejar y comprender dimensiones sociales y emocionales, y hay quien debe mejorar mucho más esta área.

Así, podríamos definir la sensibilidad interpersonal como la capacidad de identificar qué sienten los otros, qué piensan, cuál puede ser su personalidad, sus necesidades y expectativas. No se trata de ser adivinos. Consiste más bien en hacer una serie de evaluaciones a través de las señales no verbales (gestos, tono de voz, posturas, movimientos, forma de vestir, de expresar…).

Es más, trabajos de investigación, como los realizados en la Universidad de Ottawa, destacan la poca atención que se le ha prestado a todo lo relativo a la conducta no verbal. Cuando, en realidad, este tipo de lenguaje y su comprensión tiene una gran relevancia en la esfera social y de las organizaciones. Ser sensible a todos esos códigos es decisivo para la inteligencia emocional.

¿Cuáles son sus componentes?

Ver más allá de las palabras, descifrar al ser humano trascendiendo al lenguaje, a los mensajes que nos ofrecen… ¿A quién no le gustaría disponer de esta competencia? Insistimos, todos tenemos habilidades emocionales de base que podemos desarrollar (Mayer, Salovey, Caruso). Para ello, es importante comprender primero qué componentes la conforman:
  •     Sensibilidad conductual: comprender los comportamientos, actitudes y acciones de las personas que nos rodean.
  •     Sensibilidad emocional: conectar y entender las emociones ajenas y actuar en consecuencia.
  •     La sensibilidad social: descifrar cuáles son las necesidades, pensamientos, personalidad y creencias de las personas.
Por otro lado, tal y como señalábamos al inicio, la sensibilidad interpersonal se relaciona con la empatía. Sin embargo, no conforman el mismo material dentro de la inteligencia emocional. Mientras la empatía hace uso de una conexión emocional y cognitiva (yo percibo lo que sientes y piensas), la sensibilidad interpersonal lee las señales no verbales para hacer juicios correctos y ajustados sobre las realidades ajenas.

    Comprender y predecir cómo son las personas que nos rodean es clave de bienestar. Esto nos permite desde poder construir vínculos más felices, solucionar problemas y también, evitar situaciones que pueden ser contraproducentes para nosotros.

Las sensibilidades interpersonales y el bienestar psicológico

Sensibilidad interpersonal y bienestar psicológico son dos variables con una relación directa. Sabemos que las personas hábiles en esta competencia de la inteligencia emocional presentan desde una menor rigidez cognitiva hasta un mayor locus de control interno. Esto hace que sean más hábiles en infinidad de escenarios, resolviendo conflictos o prestando su apoyo.

Asimismo, otros rasgos que les definen son los siguientes:
  •     Personalidad más extrovertida y orientada a la conexión.
  •     Apertura, capacidad de logro, curiosidad.
  •     Son personas meticulosas, observadoras y tolerantes.
  •     Presentan como bien sabemos una buena empatía, pero les define sobre todo el prestar siempre mayor atención y credibilidad a los gestos que a las palabras de las personas.
Por otro lado, trabajos de investigación, como los realizados en la Universidad de Lausana, nos señalan que, si bien las mujeres son más hábiles en el área de la sensibilidad emocional, los hombres también son competentes en las dimensiones de sensibilidad social y conductual. Todos podemos, por tanto, desarrollar esa materia troncal de la inteligencia emocional.

Ser receptivos y hacer buenas lecturas de las señales y conductas de los demás nos permite ajustarnos y reaccionar mucho mejor a cualquier circunstancia. Esto es clave para el bienestar psicológico y nos permite además trabajar esa inteligencia interpersonal que acuñó Howard Gardner.

Asimismo, como solemos señalar, para navegar en el viaje de la vida con éxito y felicidad, no es imprescindible contar con eso que de manera clásica se ha llamado inteligencia. Basta con disponer de buenas habilidades sociales y emocionales. La sensibilidad interpersonal es el viento que nos ayudará a avanzar en cualquier circunstancia.


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