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¿Cómo romper la inercia de las interacciones negativas con la pareja?


En todos nuestros vínculos afectivos experimentamos lo que coloquialmente llamamos "buenas y malas rachas”. Además, en el ámbito de la pareja estas dinámicas son mucho más visibles, ya que generalmente esta persona es con quien más tiempo compartimos y con quien mantenemos una relación más estrecha.

Podemos pensar que el estado de nuestra relación es fruto del azar, pero en realidad depende totalmente de nuestras acciones. Por ello, queremos hablar de cómo romper con la inercia de las interacciones negativas con la pareja.

Varias veces habrás comprobado que, por mucho que lo intentes, en ocasiones parece imposible dejar de discutir con tu compañero sentimental. Aunque esa sea tu intención y tu propósito, cualquier gesto o palabra se malinterpreta y el conflicto resurge en un abrir y cerrar de ojos.
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Antes de alarmarte o pensar en ponerle fin a la relación, es importante que comprendas cómo se desarrolla la comunicación humana y cómo puedes intervenir.
Pareja discutiendo
El origen de las interacciones negativas

Cuando convivimos con alguien, esa persona está presente en nuestros mejores momentos, pero también en los peores. Es testigo de nuestro estrés, nuestro cansancio físico y mental, nuestros enfados y nuestro mal humor.

Una relación de pareja ha de ser equilibrada; pero, al crear un proyecto común hemos de ser conscientes de que, algunos días, el otro solo podrá dar un 20 % y nosotros tendremos que aportar el 80 %. Y, en otras ocasiones, sucederá al contrario.
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Así, ante una mala contestación, un comentario o un gesto desafortunado es importante ser asertivos y comunicarle al otro que algo nos ha molestado de forma clara y respetuosa. Sin embargo, con frecuencia, no somos capaces de actuar de este modo. Por el contrario, nos ofendemos y aplicamos la indiferencia, el desprecio o el silencio hacia nuestra pareja. O, por el contrario, reaccionamos de forma desproporcionada con una respuesta igualmente hiriente.

Si esto sucediese de forma puntual, no tendría mayor relevancia. El problema surge porque, por lo general, los patrones de comunicación tienden a mantenerse.
Los patrones de comunicación tienden a mantenerse

La comunicación entre dos personas consiste en una retroalimentación constante. Cuando nos dirigimos a otros no lo hacemos partiendo de la neutralidad, sino en base a lo que anteriormente hemos percibido de su parte. La trayectoria de interacciones anteriores con una persona nos predispone a reaccionar ante ella de una forma más positiva o negativa.
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Y con la pareja sucede lo mismo. Hay relaciones en las que sus miembros apenas discuten y otras que se encuentran en un conflicto constante. Esto ocurre porque se han asentado y arraigado ciertos patrones de comunicación.

Tu compañero dice o hace algo que te molesta y tú reaccionas con un reproche, una ofensa o una actitud fría e hiriente. La otra persona, por su lado, se siente dolida y responde, de nuevo, de forma inadecuada. Finalmente ninguno de los dos da su brazo a torcer y ambos consideran que el otro tiene la culpa.

Recordamos nítidamente todos los comentarios y acciones del otro que nos han provocado malestar, pero no nos damos cuenta de cómo nosotros también estamos contribuyendo a mantener esa dinámica de interacciones negativas con la pareja.
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Mujer discutiendo con su marido
¿Cómo romper la inercia de las interacciones negativas con la pareja?

Este tipo de situaciones son difíciles de resolver porque consideramos que es el otro quien tiene la culpa y, por ende, la responsabilidad de dar el primer paso. Si nos hacemos conscientes de que ambos estamos alimentando estas dinámicas llegaremos a una sencilla conclusión: podemos frenar esta inercia y contribuir a crear otra más positiva. Simplemente deja de reaccionar en base al otro y decide deliberadamente con qué tipo de gesto, palabra o interacción quieres tú nutrir la comunicación.

Da tú el primer paso y redirige el rumbo. Las interacciones negativas con la pareja tienden a perpetuarse, pero las positivas también. Por ello, cuando cambies tus aportaciones, la comunicación cambiará. En este punto ya no se trata de quien tiene la culpa, o quien hizo qué, porque ambos habéis contribuido. No se trata de quién lo empezó, sino de quién lo termina. Y esa persona puedes ser tú, está en tus manos.
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Con el tiempo aprenderás a detectar estos patrones cuando inicien, podrás ver con claridad como las interacciones negativas van escalando y serás capaz de detenerlo a tiempo. En este sentido, considera lo que aporta el otro, pero también lo que aportas tú.


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