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¿Prestar dinero puede arruinar una relación?


Prestar dinero. ¿Quién no lo ha hecho alguna vez? Amigos, compañeros de trabajo y hasta familiares. Buena parte de nosotros hemos dejado (y nos han dejado) alguna pequeña cantidad económica en algún momento puntual. Es más, en ocasiones, hasta hemos insistido a la otra persona que ni siquiera se moleste en devolvérnoslo. Ahora bien, la cosa cambia cuando la cuantía que nos solicitan es elevada.

Mark Twain afirmó que el dinero es la raíz de todo mal. Porque, más allá de ser ese medio que nos permite subsistir, puede ser también origen de rencores, conflictos y decepciones. Los expertos en el campo de las finanzas lo tienen claro: en la medida que nos sea posible, es recomendable no prestar dinero a nadie. El riesgo de no recuperar lo que se ha dejado es alto.

Ahora bien, desde el campo de la psicología, más que en lo económico, situamos la mirada en lo personal. Y efectivamente, también aquí hay peligros que es necesario considerar. Uno de ellos, el más importante, es la incomodidad que se crea a partir del propio préstamo. Tiranteces, desconfianza, rencor…
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Es necesario tener en cuenta unos aspectos muy básicos cada vez que nos veamos en estas situaciones.

    Hablar de dinero sigue siendo un tema tabú entre nosotros. Cuesta pedirlo cuando lo necesitamos, y cuesta pedirlo también cuando se lo hemos dejado a alguien y esperamos que nos lo devuelva.

Hombre pensando en no prestar dinero a alguien
Si accedemos a dejar dinero a alguien, debemos aceptar que, tal vez, esa cantidad nunca nos sea devuelta.
Prestar dinero a alguien: consideraciones que debemos tener presentes

El dinero no siempre trae la felicidad, pero nos ayuda a tener una vida más fácil y con menos preocupaciones. No lo decimos nosotros, nos lo recuerda el psicólogo y premio Nobel Daniel Kahneman en un estudio realizado en el 2010. Así, a pesar de no ofrecernos un bienestar emocional real palpable, tener un respaldo económico nos evita tener que pedir a otros cuando nos vemos en dificultades.
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Y este último dato es importante. Porque a pesar de que nada es tan común como contar con el respaldo monetario de la familia cuando las cosas van mal, ese apoyo conlleva, en ocasiones, alguna que otra fricción. Una encuesta realizada por Bankrate, una empresa de servicios financieros, desveló que más de 46 % de las personas que prestaron dinero a un amigo o un familiar tuvo una experiencia negativa.

El 37 % no recuperó lo prestado y el 21 % vio cómo se dañaba la relación con el prestatario. Como explicaba el personaje de Laertes en Hamlet, la obra de Shakespeare, en esta vida es mejor evitar ser prestatario o prestamista, porque los resultados casi nunca son buenos. Analizamos por qué.

    Una parte amplia de las deudas entre amigos y familiares acaban perdonándose porque importa más la relación que el aspecto económico.

Prestar dinero, una receta para el resentimiento

Es cierto que un préstamo no condena necesariamente la relación entre dos personas -de hecho, más de una relación seguro que ha comenzado a raíz de un préstamo-.
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Muchos padres, por ejemplo, "prestan” dinero a sus hijos sin esperar que ellos les devuelvan esa cantidad. Sin embargo, es menos frecuente que el préstamo de otro familiar, de un amigo o de un compañero de trabajo vaya en estos mismos términos. Cuando esto sucede y accedemos, suele aparecer un fenómeno bastante común.

Una parte sabe que está en deuda, y la otra aguarda la devolución. La interacción a partir de ese instante cambia y, a menudo, deja de ser tan espontánea, sincera y relajada. En caso de que esa devolución se demore, puede empezar a asomar lentamente el resentimiento o la desconfianza.

Hablar de dinero es o puede convertirse precisamente a raíz de un préstamo en un tabú. De la misma forma, pueden pasar a serlo otro tipo de temas de conversación: el prestatario puede dejar de compartir su día a día con el prestamista ante el temor de la crítica.
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Pensamientos del tipo "vaya, tiene dinero para salir a cenar fuera, pero luego me lo tiene que pedir prestado a mí” pueden terminar enturbiando mucho la comunicación.

Así, cuando el prestamista es testigo de cómo el deudor sigue haciendo una vida "por encima de sus posibilidades” y no está dispuesto a hacer ningún tipo de sacrificio, entonces el resentimiento puede aumentar muchos grados. Es entonces cuando los vínculos se rompen y aparece la decepción. Este fenómeno puede ser especialmente problemático en el seno de una familia.
Buena parte de las deudas no son devueltas

Cuando tenemos una relación estrecha con quien nos ha pedido un préstamo y la cantidad no representa un porcentaje significativo para la persona que ha hecho el préstamo, esa deuda puede darse por pagada sin necesidad de una devolución. Ahora, no suele ser así, porque si la cantidad es pequeña, es difícil que se produzca el préstamo y que la persona termine sacando el dinero de otro lado -por ejemplo, pidiendo un adelanto en el trabajo-.
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Por otro lado, si la cantidad es grande, también es más factible que sea significativa para la persona que presta y que, por lo tanto, espere la devolución.

Tampoco podemos dejar de lado otra realidad. Prestar dinero a la propia pareja también puede traer problemas. Son muchas las personas que han perdido grandes sumas económicas a causa del abuso financiero. Sucede cuando uno de los miembros ejerce el poder sobre el otro mediante el chantaje, la manipulación y la amenaza, y le acaba sustrayendo altas cantidades de dinero.
pareja hablando sobre prestar dinero
Cuando en una pareja uno de los miembros siempre solicita dinero al otro, hasta el punto de ejercer un control financiero, estamos ante un tipo de abuso.
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    Si vamos a prestar dinero a alguien y la suma es elevada, debemos ser claros con las condiciones

Consideraciones si estamos pensando en dejar dinero a alguien

Prestar dinero nos sitúa en incómodas tesituras que a casi nadie le agradan. No obstante, es cierto que cuando el vínculo es estrecho, hay confianza y comprendemos la situación en la que se encuentra el otro, es común acceder.

Cada caso es único, pero siempre es recomendable seguir las pautas que nos indican los expertos, tanto en el campo financiero como en el psicológico. Estas son las claves que debemos tener en cuenta:

    Recuerda siempre que prestar dinero puede cambiar una relación. Si la suma es alta, valora las posibles consecuencias.
    Es importante que analices tu propia situación financiera. Si no estás en unas buenas condiciones económicas, es mejor evitar riesgos y hablarle con sinceridad a quien nos pide dinero.
    En caso de prestar una cantidad alta, debes ser claro con las condiciones: ¿cuándo te lo devolverán? ¿Qué día? ¿Se hará un pago único o lo harán en varias partes?
    Prepárate para ver conductas que tal vez no te agraden. Puede que le dejes dinero a tu hermano o mejor amiga para pagar el alquiler, y después, los veas cenando en un restaurante con amigos.
    Conciénciate con la idea de que, seguramente, no te devuelvan esa cantidad.

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Para concluir, siempre será recomendable asumir que ese préstamo terminará siendo un regalo. Es el único modo de evitar tiranteces y de que esa relación, se venga abajo. Si de verdad valoras ese vínculo, déjalo pasar. Mientras sea algo puntual, es mejor priorizar el afecto a lo material.


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