Se suele decir sobre las relaciones conyugales que "siempre existe para un roto, un descosido”. Esta máxima como guía para la elección de pareja suele obedecer a patrones inconscientes, derivados de la relación afectiva que se haya tenido con los padres en la niñez. Así, relaciones disfuncionales entre padres e hijos podrían perjudicar las relaciones de los pequeños en el futuro, dándose lo que se denomina juegos colusivos en la pareja.
En su origen, el concepto de colusión se encuentra en los estudios del psicólogo austriaco Paul Watzlawick, quién lo aplicó en su teoría de la comunicación humana. A posteriori, el psicoterapeuta Henry Dicks, en su obra Tensiones maritales, introdujo el concepto de colusión en las relaciones conyugales.
Sin embargo, fue el psiquiatra y psicoterapeuta suizo, Jurg Willi, quién popularizó el término colusión o juegos colusivos en la pareja para referirse a las conductas involuntarias y disfuncionales entre los miembros de una pareja.
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Dichos comportamientos se manifiestan en los conflictos maritales. Además, estos dinamismos tóxicos e inconscientes unen per se a los dos miembros de la relación.
"Hay quien se refugia en el matrimonio por miedo a quedarse solo”.
-Jurg Willi-
Pareja enfadada simbolizando mi pareja se enfada y no me habla
Según Willi, el comportamiento colusivo forma un "inconsciente común” en la relación de pareja, en la que el conflicto se repite constantemente en una sucesión de alejamiento o proximidad.
Los miembros de la pareja no soportan la separación, pero tampoco la intimidad. Esto lleva a que, en proximidad, se sientan asfixiados y a que, cuando se alejan, empiecen a sufrir por la distancia.
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La pareja pasa de ser un "yo individual” a un "nosotros hermético” en la que los límites individuales se sobresolapan estableciéndose lo enfermizo. Así ya no puede hablarse de una patología individual, sino más bien de la existencia de una patología de la relación.
"El abrazo demasiado fuerte ahoga el amor”.
-Jurg Willi-
Polaridad colusiva en la pareja
En la dinámica diádica colusiva cada miembro de la relación manifiesta un rol polarizado. Es decir, cada miembro de la pareja recrea una función de división de comportamiento de actividad/pasividad, sumisión/dominancia, dependencia/independencia. De forma tácita, lo activo de un miembro de la pareja provoca inactividad en el otro.
El miembro débil tiende a una actitud regresiva e inmadura y el miembro más activo representa un rol progresivo o una falsa madurez, debido a que forzosamente actúa en el papel de adulto respecto al otro. La pareja al coludirse entra en un círculo vicioso defensivo.
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El origen de los juegos colusivos en la pareja suele provenir de heridas emocionales infantiles reprimidas, similares y no sanadas. Ambos miembros necesitan del otro para una curación reciproca de las frustraciones y deseos no cumplidos en la niñez.
¡Qué fácil es enamorarse y qué difícil mantenerse enamorado!
-Enrique Rojas-
Cada uno de los cónyuges espera que el otro le salve de su propio conflicto interno y le libere de los miedos pasados, y poder sanar las heridas existentes de todas las relaciones amorosas o paternales que no fueron satisfactorias.
En el intento de querer subsanar cada miembro de la pareja sus propias heridas emocionales, vuelven a tener las mismos patrones ineficaces y las mismas dificultades para solucionar su problemática conyugal e individual, desembocando el dolor, la desilusión y proyectando en el otro sus propios miedos y culpabilizándolo.
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En esta tesitura suele reprenderse frases típicas, como "Yo soy así porque tú…”. Lo paradójico de esta situación conyugal es que ninguno de los miembros de la pareja desea realmente cambiar nada de sí mismos, acentuando aún más la gravedad de la situación.
"Amar no es mirarse el uno al otro; es mirar juntos en la misma dirección”.
-Antoine de Saint-Exupéry-
Puerta de salida de la colusión
Los juegos colusivos en la pareja son una trampa que mantiene mecanismos tóxicos de culpabilidades, reproches e inseguridades, y pocas veces la pareja da por sí misma con una puerta de salida.
Así, en la crisis conyugal se puede permanecer en una relación enfermiza en forma colusiva, o no participar más en dicho juego y romper el matrimonio.
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En otro caso, también existe la posibilidad de acudir a un psicólogo especializado que guíe a los miembros de la relación a una solución en función del desgaste que haya sufrido la pareja.
No obstante, el amor solo puede construirse cuando los miembros de la pareja abandonan las expectativas y comienzan a reconocerse con el otro como un igual.
"Al igual que el resto de los impulsos, el amor romántico constituye una necesidad, un ansia”.
-Helen Fisher-
Pareja enfadada dándose la espalda
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Forjarse expectativas imposibles de satisfacer y no responsabilizarse de las propias heridas provoca frustraciones e introduce a la pareja en un caos enfermizo capaz de destruir la autoestima de cada cónyuge.
Se debería tener presente que una pareja es el aula magna del amor en la que se puede aprender a caernos y levantarnos. Se puede, además, aprender a desarrollar todo ese potencial humano que se lleva dentro, siempre desde el respeto y la responsabilidad de cada cual.
Suele existir la creencia de que el éxito de la pareja es durar "mucho tiempo”; sin embargo, el secreto podría ser otro muy diferente. Por ejemplo, durar "hasta donde sea sano”.