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¿Qué hacer si un niño no quiere cumplir el régimen de visitas?


Las separaciones y divorcios son una realidad común, y cuando estos se producen entre parejas con hijos pueden aparecer el conflicto. Uno de los más comunes y preocupantes sucede cuando el niño no quiere cumplir el régimen de visitas y se niega a visitar o comunicarse con uno de los progenitores.

Dada la importancia que tienen ambos padres como figuras de referencia en la vida de un menor es importante encontrar una solución. Así, a continuación te mostramos algunas pautas que pueden ayudarte.

Los divorcios resultan especialmente dolorosos para los niños. Sus reacciones pueden ser muy diversas y variar en intensidad. Sin embargo, cuando estas incluyen el rechazo hacia uno de los padres, la situación puede volverse realmente complicada. En estos casos, la buena voluntad de los implicados facilita mucho la solución.

Un niño no quiere cumplir el régimen de visitas, ¿qué podemos hacer?

Un menor puede rechazar el régimen de visitas acordado por sus tutores o impuesto por el juez por muchos motivos. Conocer sus razones es imprescindible, ya que nos orientarán para intentar buscar una solución.

Entorno poco saludable

En primer lugar es necesario descartar que en el hogar del progenitor al que el niño no quiere visitar esté ocurriendo algo perjudicial. Si existen abusos o maltratos de cualquier tipo, es probable que el menor se niegue a acudir a las visitas y además no quiera hablar del motivo.

Del mismo modo, si existen conflictos frecuentes con ese progenitor, su nueva pareja u otros miembros de la familia o si el niño no recibe atención y cuidados, puede que no desee cumplir con el régimen de visitas.

Alienación parental

Desafortunadamente, son muchos los casos en los que uno de los padres critica y desacredita al otro delante de su hijo.

Si este escucha malas palabras sobre su progenitor o si desde el hogar se fomenta una actitud negativa hacia el mismo, podemos estar hablando del síndrome de alienación parental. Así, por influencia de uno de los adultos, el niño termina desarrollando rechazo y aversión hacia el otro.

Fidelidad hacia uno de los padres

Aunque no exista una intención consciente para que el niño tome partido por uno de sus padres, es posible que se den gestos que fomenten este favoritismo.

El menor puede sentir una fuerte lealtad hacia aquel progenitor que percibe como más débil emocionalmente, al que de alguna manera considera víctima de la situación. Así, esta forma de entender la realidad puede hacer que quiera estar siempre con el progenitor al que considera más débil.

Disciplina inconsistente

Por último, uno de los motivos más frecuentes por los que un niño no quiere cumplir el régimen de visitas es por los distintos estilos educativos empleados por sus padres.

En principio, es normal que el niño prefiera un entorno que le ponga menos límites. Así, es fundamental la comunicación entre los padres y tratar, en la mediad de lo posible, de mantener una coherencia en cuanto a normas y restricciones.

¿Cómo actuar si un niño no quiere cumplir el régimen de visitas?

Una vez que se ha descartado la existencia de algún motivo de peso por el que el niño no deba cumplir el régimen de visitas -un motivo por el que el régimen de visitas le ponga en peligro-, es importante tratar de preservar la relación con ambos y, por lo mismo, fomentar el cumplimiento del régimen de visitas. Para ello, pueden tomarse las siguientes medidas:
  •     Es importante formar un frente común. Es fundamental que los dos progenitores sean garantes del régimen de vistas. Se trata de un asunto que no puede quedar al dictado de los deseos del menor. En última instancia, si le concedemos este poder, es probable que lo termine empleando para imponer su voluntad en otros aspectos.
  •     Tratar de mantener una relación cordial y una comunicación fluida entre ambos padres. Si el niño percibe un enfrentamiento o conflicto, de alguna manera se puede sentir en la obligación de tomar parte o al menos de reflejar, con su conducta, que la ha tomado.
  •     Escuchar sus motivos para no cumplir el régimen de visitas. Simplemente puede que prefiera pasar el verano con su madre porque con ella está en el pueblo, donde están sus compañeros de aventuras. No se trata de seguir los deseos del niño, pero tampoco de ignorarlos por completo. Hacerlo puede ayudarnos a encontrar soluciones que satisfagan a todos.
  •     Explicarles la importancia de mantener el contacto con ambos padres. El hecho de que la pareja se haya roto no significa que ninguno de los dos haya dejado de quererle ni que ninguno de los dos considere que el otro es una mala persona.
  •     Establecer unas pautas educativas comunes y tratar de mantenerlas en ambos hogares. Las responsabilidades, deberes y límites funcionan y no tienen la consecuencia indeseada de la que estamos hablando, cuando varían muy poco en el cambio de custodia.

 

Ante todo, el modo en que los adultos manejan la situación determina las actitudes que puede tomar el niño. Así, es necesario aparcar cualquier rencilla y actuar con el bien del menor como prioridad.

Mostrar un frente común y una relación cordial ayudará a que el niño perciba la seguridad que necesita para procesar la nueva situación del mejor modo posible. Así, la coparentalidad positiva es la mejor vía a seguir.


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