¿Qué pasa si en un momento dado un hijo ya adulto se aleja de nosotros? Esta es una realidad con la que lidian muchas personas. Son sufrimientos silenciados, ambivalentes a veces, desconcertantes y muy difíciles de manejar. El duelo por distanciamiento familiar es un proceso complicado, tanto si la ruptura del vínculo es justificada, como si es el resultado de algo inesperado.
En los últimos años, se ha escrito mucho sobre lo recomendable que resulta poner distancia de esas figuras cercanas que nos hacen daño. Es cierto, en ocasiones, dar el paso es necesario para salvaguardar nuestra salud mental. Sin embargo, en ese juego de ajedrez que es a menudo la familia, acontecen movimientos y dinámicas que no siempre son fáciles de entender e incluso de justificar. No siempre hay buenos y malos.
Hay hijos que inician una relación de pareja y dejan de hablar a la familia. Los temas económicos son el eterno combustible para el fuego de muchas disputas y amargas distancias. Asimismo, también hay casos de personas que, debido a un problema mental, como puede ser el trastorno límite de la personalidad (TLP) pueden tomar decisiones impulsivas poco congruentes.
Son vivencias de gran complejidad que no están exentas de dolor. Por ello, en muchos casos, podemos vernos abocados a transitar por un duelo del que no se habla demasiado… Un duelo por personas amadas que aún estando vivas hemos dejado de ver.
"Todas las familias dichosas se parecen, pero las infelices lo son cada una a su manera”.
-Leon Tolstoy-
¿Qué es el duelo por distanciamiento familiar?
Establecer distancia con algún familiar es cada vez más frecuente, pero es también una realidad silenciada y hasta tabú. Al fin y al cabo, la familia sigue siendo de cara a la galería, esa institución sacra en la que, aparentemente, nunca hay fricciones y todo reluce. Sin embargo, es en los países occidentales donde más distancia existe entre padres e hijos.
Karl Andrew Pillemer es un sociólogo y gerontólogo que ha estudiado en profundidad este fenómeno. En su libro Fault Lines: Fractured Families and How to Mend Them, documenta la elevada prevalencia de esa ruptura de los vínculos entre miembros de un grupo familiar.
Se estima, por ejemplo, que casi un 27 % de los estadounidenses ha cortado la relación con un padre, hijo, hermano, etc. Y que ese distanciamiento duele, ocasiona estrés crónico y un sufrimiento que no se aborda psicológicamente.
El duelo por distanciamiento familiar define el malestar emocional que se experimenta cuando un ser querido se aleja o nos alejamos nosotros. Porque muchas veces, aunque ese acto esté justificado, no deja de provocar cierta contradicción, cierto vacío y emociones encontradas que no sabemos muy bien cómo definir.
¿Cuáles son las estrategias para afrontar este tipo ruptura del vínculo con un ser querido?
Las razones que desembocan en la ruptura de un vínculo son múltiples y altamente complejas. A veces, el origen está en los desacuerdos. Padres que no aceptan a las parejas de sus hijos. Hijos que escapan de sus padres tras una serie de vivencias traumáticas. Están los conflictos económicos y, por supuesto, los mentales.
Una parte amplia del duelo por distanciamiento familiar se debe a las fricciones vividas con un familiar que sufre problemas de salud mental. Una persona con un trastorno psicológico determinado o con algún tipo de adicción puede dificultar por completo la convivencia.
¿Cómo lidiar con estas situaciones? Lo analizamos.
Más allá del estigma: aceptar que estas situaciones son comunes
Hemos asumido que cortar el vínculo con la familia es un estigma. Vemos con malos ojos al hijo que no se habla con sus padres. Criticamos a los hermanos que hace 10 años no quieren saber los unos de los otros. Ante estas situaciones, debemos entender que es un fenómeno común y altamente extendido.
El problema que tenemos es que no se habla lo suficiente de las desavenencias familiares y los distanciamientos. También, que necesitamos mejores profesionales especializados para ayudar a las personas en estas vivencias. Muchos desean reconciliarse y carecen de estrategias válidas para hacerlo.
La importancia de la comunicación para aclarar el problema y tomar una decisión
Buena parte de la dificultad de llevar un duelo por distanciamiento familiar está en los problemas de comunicación. Trabajos como los realizados en la Universidad Estatal de Utah, insisten en algo primordial. En este tipo de situaciones es clave saber comunicarse de manera asertiva, clara y respetuosa.
Tanto si hay necesidad de reconciliarse, como de suspender el trato de manera definitiva, es necesario expresarlo y dar argumentos. Solo así facilitamos el posible acercamiento o el poder manejar el duelo por ruptura de vínculo. Muchas veces, padres, hermanos o hijos se encuentran con la ausencia inesperada de ese ser querido y esto es algo traumático.
Lo más decisivo es dejar siempre las cosas claras. Vivir con una incertidumbre constante sobre el estado de la relación puede ser devastador y generar situaciones muy volcánicas.
Comprensión de las emociones surgidas por el vínculo roto
El duelo por distanciamiento familiar puede suscitar emociones ambivalentes que van desde la tristeza hasta la rabia. Uno siente dolor por esa situación, pero también desconcierto e incluso vergüenza. Vergüenza social, por ejemplo, por tener un hijo que no nos habla. Por tener hermanos con los que no tenemos relación.
Cada persona vivirá esta situación de una manera única y toda realidad es respetable.
No debemos reprimir todas esas emociones, porque si hay algo común en las rupturas de lazos familiares es "no querer pensar en ello”. Sin embargo, ese vacío está lleno de incomodidades, vacíos, nudos sin desenredar, palabras dichas y no dichas… Son dimensiones que es necesario abordar.
Profundicemos en cada emoción sentida, en cada pensamiento doloroso… Hablar con figuras de apoyo válidas sobre todo lo que sentimos nos será de gran ayuda.
Los distanciamientos derivan muchas en una forma de estrés crónico. Esos lazos de apego rotos son heridas latentes que suelen llevarse de por vida.
El duelo por distanciamiento familiar requiere reformular nuestros lazos e intentar vivir en el presente
La familia no es una institución sagrada que todo lo vence y que siempre se mantiene a flote. A veces, puede desintegrarse. En ocasiones, hasta se reformula de otro modo, con otros miembros más significativos. Sea como sea, el duelo por distanciamiento familiar nos obliga a reflexionar sobre nuestros vínculos y dar forma a una nueva etapa.
Es frecuente que muchas de esas personas están separadas de un miembro de la familia, vivan esa realidad con tristeza y anhelo de reconexión. Desearían volver atrás y resolver ciertas cosas. Sin embargo, esto no siempre es posible. El duelo nos obliga a sanar el pasado y centrarnos en el presente.
Si tenemos un hijo, hermano, padre, madre que no desea vernos, aceptemos su decisión. Focalicémonos en quienes tenemos cerca, amando y cuidando de esos vínculos que sí son gratificantes y correspondidos; tanto si son familia como si no. Echar de menos es permisible, añorar situaciones positivas del pasado también.
Por otro lado, si somos nosotros quienes hemos decidido poner distancia, recordemos las razones que nos han llevado a ello. Hay decisiones tajantes que deben tomarse por nuestro bienestar. Sentir cierta tristeza por lo que no pudo ser también es lógico y respetable.
Para concluir. En la actualidad son cada vez más quienes llevan a la espalda el peso de una mochila llena desencuentros y malestares a causa del distanciamiento familiar. Necesitamos abordar esta realidad de manera especializada para reconducir a quien sufre por ese lazo roto, hacia un espacio de mayor tranquilidad y aceptación.