Los padres emocionalmente ausentes producen un daño silencioso, pero no por ello menos grave que el de otras formas de abuso y abandono. Estas circunstancias dejan huellas que, por lo general, permanecen durante toda la vida. Las personas afectadas sí pueden superar en gran medida esta situación, pero nunca del todo.
Al hablar de padres emocionalmente ausentes, hacemos referencia a aquellos progenitores que no establecen una conexión emocional y afectiva con sus hijos. Están presentes físicamente, pero muy distantes desde el punto de vista emocional.
Lo anterior se expresa en conductas como el autoritarismo , la indolencia, la falta de disponibilidad, la irresponsabilidad, el excesivo control o los comportamientos vengativos. Todo ello provoca diversas formas de sufrimiento y de carencia en sus hijos, y moldea de manera negativa su futuro.
Los principales efectos de unos padres emocionalmente ausentes son los siguientes.
"¿Qué es un niño desatendido? Es un niño no planificado, no deseado. El abandono comienza, por lo tanto, antes de que nazca”.
-Pearl Buck-
1. Actitud defensiva
Uno de los mecanismos para sobrellevar a unos padres emocionalmente ausentes es desarrollando actitudes defensivas. Esto suele manifestarse como desconfianza y escepticismo. No quieren creer en nada ni en nadie, porque tampoco quieren desilusionarse.
Esa dificultad para confiar en los demás se puede traducir también en una gran inseguridad que produce, por ejemplo, celos y envidia con facilidad. También son muy vulnerables a sentirse ignorados, por eso les cuesta construir relaciones valiosas y genuinas.
2. Miedo al amor y al apego
Las personas que han crecido con unos padres emocionalmente ausentes aprenden a identificar el amor con la amenaza. Parten de la premisa de que amar duele. Saben que el amor también proporciona dicha, pero eso mismo les hace sentir que se trata de un terreno peligroso.
Es muy habitual que esa huella de ausencia los lleve a convertirse en personas distantes, cuando no herméticas. No permiten que nadie los conozca, y ven la proximidad de los demás como un riesgo del cual deben alejarse si no quieren sufrir.
3. Narcisismo
Muchas veces se compensa la falta de amor propio con el narcisismo. El primero es un sentimiento de valoración y aprecio por lo que somos. El segundo es una idea artificiosa en la que se construye la fantasía de que uno es superior o mejor que los demás.
Se trata de un mecanismo compensatorio: allí donde hay un vacío de amor real se llena con esa forma de amor propio falso (narcisismo). Este rasgo puede hacer a una persona indolente con los demás, e incluso cruel.
4. Egoísmo
El egoísmo se manifiesta como una dificultad para aceptar que los otros estén bien cuando uno no lo está. No siempre se expresa de manera evidente, sino que, con frecuencia, adopta formas sutiles. Se trata de un rasgo muy común en las personas que crecieron con padres emocionalmente ausentes.
En el núcleo del egoísmo hay un sentimiento de carencia o de pobreza. La persona siente que si da de sí, se quedará sin nada. No solo se refiere a objetos materiales, sino también subjetivos. A estas personas les cuesta mucho dar y darse, ya que experimentan esto como una pérdida y no como una forma de construir bienestar común.
5. Adicciones
No es raro que los hijos de padres emocionalmente ausentes opten por las conductas evasivas. Muchas veces las sustancias psicoactivas les proveen el aparente bienestar del cual saben que carecen.
Para ellos es muy fácil caer en las adicciones, ya que estas les "aportan” una experiencia de huida, lo cual resulta gratificante cuando no se logra experimentar la dicha de vivir. Como es sabido, se trata de una situación que solo lleva a una autodestrucción paulatina.
6. Problemas de identidad
Los padres son la base para construir una escala de valores. A su vez, una escala de valores es uno de los factores decisivos para guiar las acciones. Si jamás se logró establecer una conexión emocional y afectiva con los padres, también suele haber confusión en torno a lo que está bien o mal.
La desconfianza en los demás, el egoísmo y el temor impiden que se forje un desarrollo moral genuino. Sin este, las personas carecen de un norte definido y no cuentan con parámetros claros para orientar su conducta.
7. Falta de esperanza
Los padres emocionalmente ausentes también dejan una huella de desesperanza en sus hijos. Es muy frecuente que den lugar a hijos tristes que, con frecuencia, sientan que la vida carece de valor. No confían en sus propias capacidades, y por eso ven el futuro como algo atemorizante.
Como se ve, los padres emocionalmente ausentes dejan profundas marcas en sus hijos. Lo usual es que este tipo de situaciones solo logren comprenderse y superarse a través de una psicoterapia. Es posible dejar esa huella atrás, derrotando a los posibles fantasmas que parecía imponer el pasado.