Tener un hijo con un narcisista es una posibilidad. Hay quien señala que este patrón de personalidad no hace más que aumentar cada año, como la obesidad o la hipertensión. Lo cierto es que no hay datos concluyentes sobre ello, pero lo que sí es evidente, es que crecer en un entorno con estas figuras causa daños.
Falta de empatía, egoísmo, tendencia a la manipulación, vanidad, nulos recursos para la gestión emocional y hasta codicia. Hay muchas características que esculpen y afilan a estos individuos hasta volverlos peligrosos. Por ello, el impacto que puede tener un padre o una madre narcisista en el desarrollo psicosocial de un niño puede ser tan lesivo como traumático.
Las personas que tienen un hijo con una persona con este tipo de trastorno de la personalidad deben tener en cuenta ese factor de riesgo. Bien es cierto que esta condición psicológica entra dentro de un espectro. Habrá narcisistas con los que se pueda convivir. En otros casos, nos veremos obligados a una separación, a la ruptura de esa relación.
En caso de tener niños en común con esa persona, deberemos afrontar cómo será esa crianza compartida. Tener en cuenta unas estrategias básicas para salvaguardar el bienestar de los pequeños es fundamental.
Los padres y las madres narcisistas suelen dejar en los hijos más de un problema psicológico.
Tener un hijo con un narcisista: aspectos que debemos tener en cuenta
Cada vez disponemos de más documentación científica sobre el tema. Sabemos que hay una relación entre el narcisismo del padre o de la madre y la vulnerabilidad psicológica de los hijos. Trabajos de investigación, como los realizados en la Universidad Sapienza de Roma, evidencian esta característica.
La crianza de un progenitor narcisista eleva el riesgo de que el niño desarrolle depresión y ansiedad. Es más, son muchos los adultos que transitan por su vida arrastrando consigo la impronta de un trauma. El peso de ese vínculo del ayer ligado a una personalidad egoísta que, lejos de brindarle un entorno seguro donde crecer, le robó la infancia y lo llenó de inseguridades.
Hay, por tanto, un riesgo elevado de que no sean buenos padres o buenas madres. ¿Qué hacer en caso de que hayamos tenido un hijo con un narcisista? No solo hay un temor a que ese niño vea afectado su desarrollo psicosocial y emocional. También tememos que el narcisismo del padre o la madre se cuele en la propia criatura. Es necesario adoptar una serie de estrategias. Las analizamos.
Restringe el contacto con el narcisista y céntrate en tus necesidades y las de tu hijo
Muchas personas suelen culpabilizarse por no haberse dado cuenta antes de la personalidad de su pareja o expareja. Esas con quienes ahora comparten la crianza de uno o varios hijos. En estos casos, es decisivo focalizarse en lo más importante, que es el propio bienestar y el de los pequeños. No minemos más nuestra autoestima reprochándonos realidades que no podíamos prever.
El autocuidado, fortalecer nuestro amor propio y sanar posibles heridas del ayer a raíz de esa relación es algo esencial. Tenemos por delante una crianza compartida con un narcisista y eso exige una buena preparación emocional.
Restringir el contacto con esa figura es el primer paso. Contemos con el apoyo de familiares y amigos para lidiar con todos los asuntos legales y personales en ese proceso.
Establece un plan de crianza y educación compartida
Lo probable es que haya complicaciones, poca armonía y muchas discrepancias. Sin embargo, es esencial que dejemos claro con la pareja o expareja narcisista cómo será la educación de ese o esos niños. En especial si no compartimos ya una vida juntos.
Se pautarán desde las estancias en cada hogar, hasta las extraescolares, las normas y la disciplina en la crianza del niño. Es relevante que haya un acuerdo en esos aspectos educativos. Y si lo ponemos por escrito, mejor.
Mantener la calma y evita peleas o discusiones ante los niños
Sabemos que los narcisistas son hábiles estrategas a la hora de desestabilizar mental y emocionalmente a los demás. Las discusiones, los desacuerdos, las críticas y los chantajes son su mejor recurso para tener el poder.
Evitemos ante todo caer en la trampa de las peleas delante los niños, no creemos atmósferas donde solo se respira amenaza y confrontación.
Favorece y desarrolla una buena inteligencia emocional en tus hijos
Los progenitores con este trastorno de la personalidad suelen drenar las emociones de todas las figuras de su entorno. De este modo, uno de los riesgos de tener un hijo con un narcisista es que este invalide toda emoción del pequeño. Lo que el niño siente y necesita no importa, importa lo que quiere esa figura de autoridad.
Es prioritario que, desde bien temprano, desarrollemos una buena educación emocional en los pequeños. Validemos lo que sienten, enseñémosles a comprender, expresar y manejar cada emoción y sentimiento.
Apoya los intereses de tus hijos
Algo que aparece con elevada frecuencia en la crianza narcisista es que los hijos terminan siendo una "prótesis” de los padres. Es decir, están obligados a cumplir los sueños que ellos no lograron. Deben ajustarse a sus expectativas, a sus deseos y metas personales. Por término medio, estos progenitores menosprecian y devalúan los intereses propios del niño.
Todo buen padre y buena madre debe favorecer el desarrollo de la identidad y la personalidad de su hijo. Esto exige conocer y respetar sus intereses y darles fortalezas para que logren sus propias metas. De ese modo, es vital que nos alcemos como esos reforzadores de sueños cotidianos, como alentadores de ilusiones y no vetadores de intereses y deseos.
Los hijos de los narcisistas pueden crecer desarrollando muchas inseguridades, una baja autoestima y una personalidad frágil. Sin embargo, en algunos casos pueden convertirse en nuevos narcisistas al imitar el patrón de personalidad de su progenitor.
Si tienes un hijo con un narcisista, favorece su empatía y autoestima
Hay un riesgo alto de que nuestros hijos desarrollen el mismo perfil de narcisismo que ese padre o madre con dicho trastorno. La revista PNAS (Proceedings of the National Academy of Sciences) realizó un estudio con el que demostrar que, en muchos casos, la crianza y la educación es un factor de riesgo para el desarrollo de este rasgo. Sabiendo esto, no dejemos de lado las siguientes metas en su crianza y educación:
- Promovamos que el niño desarrolle una buena empatía, que sea capaz de ponerse en el lugar de los demás.
- Desarrollemos en ellos una autoestima saludable.
- Enseñémosles a tolerar la frustración.
- Los niños deben entender que en la vida hay límites, que no pueden tener todo lo que desean.
Pidamos ayuda especializada si lo necesitamos
Por último, y no menos decisivo, consideremos la posibilidad de solicitar ayuda especializada. La crianza compartida con un narcisista no es una tarea fácil. Por un lado, está nuestro propio desgaste en la relación con dicha persona. Es posible que arrastremos aspectos que aún no hemos sanado o superado. Por otro, están las discrepancias y los desencuentros que suelen surgir en este tipo de situaciones.
Asimismo, están los propios niños y sus necesidades. Ellos son quienes más importan, no dudemos en acudir a los profesionales para que nos orienten y apoyen en estas circunstancias.