Si hay una experiencia mágica y extraordinaria es la de sentir que conectamos emocionalmente con alguien, que nuestros anhelos encajan con los de otra persona. Es experimentar esa conjunción química, eléctrica casi, en la que los sentimientos se vuelven más intensos, se apaciguan los miedos y, de pronto, tenemos la sensación de haber encontrado un refugio, un hogar.
Porque amar es trazar un vínculo de unión con alguien para sentirnos seguros, unidos con una persona que nutre muchas de nuestras necesidades. Lejos de ver estas dinámicas como una forma de dependencia, debemos recordar que toda relación saludable se edifica gracias al apego. Eso sí, hablamos de un apego seguro, maduro y consciente.
Por ello, cuando una relación afectiva se tambalea, lo que vemos muchas veces es una «corrupción» de ese tipo de apego. Hay una rotura de la confianza y el desborde de unas emociones dominadas por el resentimiento y la desafección. Son distorsiones relacionales que, a pesar de todo, pueden sanarse y, para ello, existe un tipo de terapia tan interesante como efectiva.
erapia de pareja centrada en las emociones: ¿qué es?
Afortunadamente, en los últimos años se está otorgando al cuidado de la salud mental la importancia que merece. Cada vez más personas están dispuestas a recurrir a un profesional y buscar acompañamiento psicológico para superar los momentos adversos y las dificultades emocionales. Sin embargo, hay ciertas cuestiones que pueden hacernos dudar e impedirnos tomar la decisión en el momento. Y entre ellas está la disyuntiva sobre a partir de qué edad se puede ir al psicólogo.
Esto es especialmente cierto para las personas que tienen hijos y no saben cómo acompañar o aliviar su sufrimiento emocional. También para los adolescentes que atraviesan etapas complicadas y se preguntan si la psicoterapia podría orientarles o proporcionarles herramientas valiosas. A fin de despejar este tipo de dudas, compartimos alguna información relevante a continuación.
La psicoterapia en niños y adolescentes
Por supuesto, la intervención psicológica está disponible para todo adulto que precise guía u orientación en un momento determinado. Y es que no necesariamente la persona ha de padecer una patología mental para poder beneficiarse del acompañamiento profesional.
La terapia nos ayuda a conocernos, a comprendernos y a adquirir nuevas herramientas que faciliten nuestro día a día. Y, como decíamos, cada vez somos más conscientes de esta realidad.
Ahora bien, cuando se trata de niños y adolescentes no siempre lo tenemos tan claro y nos preguntamos si a esta edad se puede ir al psicólogo. En estas edades, los menores aún están en formación, su cerebro aún no está maduro y su personalidad no está formada. Esto puede llevarnos a pensar que es preferible esperar o que las aparentes dificultades son solo una etapa. En cierto modo, esperamos que todo sea fruto de la inmadurez y la inexperiencia, pero precisamente estos estadios tempranos resultan cruciales para el bienestar.
Es necesario saber que muchos de los padecimientos mentales más frecuentes (como la ansiedad, la depresión, las adicciones o los TCA) inician durante la infancia y la adolescencia. Y, si no se atienden apropiadamente, tienden a agravarse y cronificarse con el tiempo, arraigándose de forma más profunda en la edad adulta.
Además, los menores no cuentan con las mismas herramientas que una persona adulta para navegar la adversidad. Ellos aún no han aprendido a gestionar sus emociones, a tomar decisiones, a racionalizar lo que viven o a autorregularse; por lo mismo, ciertos eventos que desde una mirada adulta no parecen tener mayor importancia, pueden llegar a afectarles profundamente.
Un psicólogo especializado en población infantil y juvenil puede proporcionar pautas y herramientas útiles, acompañar los procesos y detectar señales de alerta ante posibles trastornos incipientes sobre los que sea necesario intervenir. Por ello, dejarlo para después nunca será la mejor opción.
¿A partir de qué edad se puede ir al psicólogo?
Con lo anterior, queda claro que los menores sí pueden beneficiarse enormemente del acompañamiento psicológico. Pero, ¿qué momento es el apropiado?, ¿a partir de qué edad se puede ir al psicólogo?
Pues bien, lo cierto es que para intervenir directamente con niños pequeños es recomendable esperar a un momento en que ya se puedan comunicar en cierta medida, y sean capaces de comprender o seguir ciertas instrucciones para poder trabajar en conjunto. Esto ocurre aproximadamente a los 4 o 5 años de edad.No obstante, incluso entonces se adaptan las técnicas y dinámicas. Generalmente, se emplea el juego, el dibujo y otros elementos simbólicos que permitan al niño proyectar o comunicar su realidad y al terapeuta trabajar con él.
Ahora bien, los niños menores de esta edad también pueden presentar problemas y dificultades. Infantes de 2 y 3 años ya pueden mostrar signos de que alguna intervención o cambio es necesario. Por ejemplo, pueden exhibir un temperamento inhibido, mostrarse ansiosos o apegados, excesivamente irritables o incapaces de relacionarse normalmente con otras personas.
Pese a su corta edad, estos signos no han de pasarse por alto. Pero ciertamente, en estos momentos la intervención se realizará principalmente con los padres; es decir, que será a ellos a quienes se les proporcione información y pautas de actuación. Y no solo porque el trabajo directo con niños preverbales sea mucho más complejo, sino también porque generalmente la actuación y el estilo educativo de los padres tiene una gran influencia en el bienestar y en las dificultades del infante.
La terapia se adapta a la edad del paciente
En conclusión, no hay una edad mínima para poder recibir el apoyo que se precisa. Cuando surja la dificultad, es importante consultar con profesionales especializados que puedan orientar y acompañar.
En función de la etapa vital de la persona, los procedimientos se ajustarán para poder dar respuesta a sus necesidades y, en el caso de los niños, la labor de los padres será fundamental. No obstante, no es conveniente infravalorar los problemas de los más pequeños o esperar a que mejoren con el tiempo; ante la duda, busca ayuda.