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Terapia del ritmo social e interpersonal (IPSRT): ¿en qué consiste?


Vivir con un trastorno bipolar es habitar en un espacio de gran inestabilidad, sufrimiento y frustración. Hay días en que la persona es incapaz de cumplir con las tareas que tenía previstas. En ocasiones, apenas encuentran energía para salir de la cama. En otros momentos, sin embargo, tienen la sensación de que pueden comerse el mundo y ganar cualquier batalla.

El ámbito más afectado en este tipo de condiciones clínicas es el social y relacional. Cuando están supeditados a una fase depresiva, esquivan todo contacto y responsabilidad. La vida entera les pesa en exceso, al igual que esa mente en la que hacen acto de presencia, el autodesprecio y hasta los deseos de desaparecer para siempre. Son realidades muy duras.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) cerca del 2-3 % de la población general sufre alguna tipología de trastorno bipolar. Una estrategia terapéutica altamente efectiva para su tratamiento es la desarrollada por la doctora Ellen Frank, de la Universidad de Pittsburgh en los inicios de este siglo. Es un enfoque tan interesante como efectivo que vale la pena conocer.
La terapia del ritmo social e interpersonal (IPSRT) facilita que el paciente pueda cuidar y regular sus patrones sociales y biológicos.
Terapia del ritmo social e interpersonal (IPSRT): definición y objetivos

La terapia del ritmo social e interpersonal (IPSRT) tiene como objetivo lograr que la persona regule su estado de ánimo mediante sus rutinas biológicas y sociales. Puede que esta definición, a grandes rasgos, nos parezca un tanto singular. Sin embargo, para comprender la finalidad de este modelo, es necesario recordar que el núcleo central de los trastornos del estado de ánimo.

Las personas con un trastorno ciclotímico, con depresión, ansiedad o trastorno bipolar, evidencian estilos de vida desregulados y con dificultades para integrar rutinas saludables. Un ejemplo, en un estudio de la doctora Ellen Frank, se evidenció como con su modalidad terapéutica los pacientes se beneficiaban al darles pautas para regular sus hábitos sociales.

El ritmo social e interpersonal en esta terapia se refiere a la necesidad de promover en los pacientes con trastornos del estado de ánimo rutinas biológicas y relacionales más ajustadas, constantes y saludables. Con ello, se facilita una mayor estabilidad emocional, además de una mejor calidad de vida en todos los ámbitos.
¿Cuáles son las metas de esta terapia?

El objetivo principal de la terapia del ritmo social e interpersonal (IPSRT) es prevenir y regular mejor cualquier alteración en el estado de ánimo y del comportamiento. Es un modelo que habilita a la persona mediante nuevos conocimientos y estrategias para que, por sí misma, adopte hábitos más regulares y beneficiosos.

Asimismo, es importante señalar que, en caso de un trastorno bipolar, esta terapia no excluye el tratamiento farmacológico. Veamos a continuación cuáles son sus objetivos:

    Mejorar los hábitos de descanso y alimentación.
    La terapia del ritmo social e interpersonal (IPSRT) facilita el abordaje y la prevención del estrés de las relaciones sociales.
    Facilitar que el paciente pueda cumplir sus metas cotidianas y propósitos vitales.
    Ayudar a la persona a que conozca esos factores que afectan su desestabilización del estado de ánimo.
    Sanar y afrontar posibles hechos traumáticos del pasado.
La terapia del ritmo social e interpersonal (IPSRT) asume que siempre hay desencadenantes externos que activan los síntomas de los trastornos del estado de ánimo. Asumir nuevos hábitos y rutinas (ritmos sociales) mejora la calidad de vida.
¿Cuáles son sus características?

El presente modelo terapéutico consiste en tres fases bien definidas. La doctora Ellen Frank define en su trabajo de investigación publicado en el 2000, las pautas de abordaje. Las analizamos.
Etapa inicial: comprensión

En esta primera etapa de evaluación, el terapeuta procurará comprender las fases o episodios de cambio de ánimo del paciente. Para ello, recopilará información mediante entrevistas, informes médicos, etc.

    En esta fase se le indica al paciente que los cambios en su estado de ánimo no son responsabilidad suya. Es importante liberarlo de culpas.
    Se identificará sus hábitos de vida y sus rutinas disfuncionales: patrones de sueño, alimentación, trabajo.
    Asimismo, se analizarán los patrones relacionales de la persona y el modo en que afecta a su estado emocional.
    Se analizarán estilos de comunicación, habilidades sociales, etc.
Etapa intermedia: diseño de nuevos ritmos sociales

En la segunda etapa de la terapia del ritmo social e interpersonal (IPSRT) se diseña un formulario en el que se establecen una serie de pautas sobre el ritmo social que la persona debe cumplir. Es decir, se establecen nuevos hábitos y rutinas tanto en el ámbito biológico como relacional.

Al mismo tiempo, el terapeuta entrena a la persona en una serie de estrategias básicas que mejorarán su calidad de vida. Estos son los ejes sobre los que se sustenta esta segunda fase:

    Nuevos hábitos de sueño que deben cumplirse.
    Mejorar los hábitos de alimentación.
    Cuidar las pautas de medicación.
    Hábitos de deporte y vida activa.
    Aplicar las estrategias de comunicación que el paciente aprende en terapia para mejorar sus relaciones.
    Aplica las técnicas de gestión de estrés que se trabajan en terapia.
    Saber cómo reaccionar cuando aparece el desánimo, la frustración, el enfado o los pensamientos negativos.
Estos principios suelen definir el formulario que se diseña para cada paciente. En cada sesión, estos formularios se revisan, se trabajan y actualizan si es necesario.
Etapa final: cierre de terapia y estrategias de mantenimiento

El propósito último de la terapia del ritmo social e interpersonal (IPSRT) es que la persona integre esos hábitos y estrategias que le permitan estabilizar su estado de ánimo. Una vida marcada por rutinas y por técnicas con las que manejar los momentos difíciles habilita a un paciente para dejar, poco a poco, la terapia.

La última etapa en este proceso consiste en ir espaciando las visitas. Por término medio, este enfoque requiere de unas 16 sesiones en las que la persona irá percibiendo cómo, a medida que avanzan las semanas, tiene un mayor control sobre su vida. No obstante, cabe señalar que dejar la terapia no implica prescindir de los tratamientos farmacológicos, esenciales en muchos casos.
El presente modelo terapéutico es altamente eficaz en pacientes con trastornos bipolares. Asimismo, también se han visto interesantes beneficios en otras afecciones de salud mental como el trastorno depresivo recurrente (distimia). Esta terapia favorece una mejor comprensión de su condición y, además, optimiza al máximo su estilo de vida. Estamos ante un recurso clínico muy beneficioso.


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