El sobrepeso y la obesidad se ha convertido en una gran problema en la sociedad actual, de hecho en los últimos 20 años el peso de la población general ha aumentado una media de 2,8kg, este aumento de peso y consecuentemente la obesidad, se explica fundamentalmente por el cambio en nuestro estilo de vida así como nuestros hábitos alimenticios.
En la sociedad que vivimos, el sedentarismo se ha establecido como sustituto de las actividades al aire libre, ahora que en las grandes ciudades las distancias son interminables, tendemos a coger el coche para ir y venir de nuestro trabajo en el que mayoritariamente no se realiza mucha actividad física y cuando llegamos a casa nuestra actividad favorita es tumbarnos en el sofá delante del televisor.
A la par, nuestro estilo de alimentación ha cambiado, con las prisas y el ritmo vertiginoso de las grandes ciudades se han perdido platos tradicionales, potajes, guisos, pucheros... que requieren tiempo de preparación. Además se añade a esto, los miles y miles de anuncios de comida precocinada que despiertan nuestro interés con sus atractivos colores y mejores presentaciones, de manera que cuando vamos a comprar a las grandes superficies nos perdemos en un sin fin de pasillos y productos que nos llevan a adquirir todo aquello que se presenta visualmente sabroso. Tampoco podemos olvidar que muchos trabajadores no disponen del tiempo necesario para comer en casa, por lo que deben hacerlo en restaurantes y muchas veces con poco presupuesto, de ahí el gran auge de la comida rápida.
Comer es un acto social, si celebramos nuestro cumpleaños, pasteles; si nos casamos, comida o cena en exceso; en las navidades, polvorones, turrón... Todo lo celebramos con comida. Además de ser un acto social, también es un acto emocional, si nos aburrimos, estamos tristes, sentimos ansiedad, comemos.
La obesidad y el sobrepeso no sólo supone un problema en la esfera social, dado que nuestra sociedad además de rechazar la obesidad culpa a la persona de la misma, si no que también trae aparejados problemas psicológicos: déficit de autoestima, depresión, ansiedad, trastornos de la alimentación, sentimientos de inferioridad, etc y por supuesto acarrea problemas físicos de diferente gravedad: hipertensión, colesterol, diabetes, varices, problemas respiratorios, problemas digestivos, artrosis, problemas cardiacos....
De todo esto se desprende que el control del peso no es una cuestión baladí, pero ¿qué podemos hacer nosotros para controlar nuestro peso? la solución pasa más que por hacer dieta, por cambiar nuestro estilo de vida. Se trata de ir cambiando ciertos comportamientos que por exceso o defecto promueven el aumento de peso: