Si hay un método en psicología que ha recibido un importante respaldo empírico, con un aval de más de 2.000 estudios científicos, es el método socrático o cuestionamiento de los propios pensamientos y creencias.
Tal vez sea la madurez, los años o incluso la resignación, pero siempre llega un momento en que nos damos cuenta de que hay discusiones que ya no valen la pena.
Uno de los tipos de agresiones más comunes en nuestro lenguaje cotidiano son las conformadas a través del sarcasmo. Es un escudo para aquellos que quieren criticar sin consecuencias.
Mientras algunos consideran que “la discusión es la muerte de la conversación”, como es el caso de Emil Ludwig, otros creen que no solo es inevitable, sino que hasta puede ser positivo. ¿Será verdad? Vamos a intentar encontrar respuestas.
Uno de los mayores retos de trabajar con otras personas es sortear la aparición de conflictos, peleas y encontronazos de todo tipo. Hablamos de un espacio en el que es necesario trabajar en equipo para conseguir los objetivos individuales, en normal
todos podemos llegar a notar cuando estamos molestos, o cuando nos comportamos de forma rencorosa y vengativa. Sin embargo, ¿sabemos identificar bien la situación que nos hace enfadarnos?
No es nada fácil saber cuándo debemos hablar y cuándo debemos callar. Se podría decir que identificar un momento propicio para lo uno y para lo otro es todo un arte.
Vivimos rodeados de personas muy distintas en nuestro día a día. Debido a ello, tenemos que convivir con gente a la que no entendemos o que nos saca de nuestras casillas
Una persona que habla sin parar, o bien se encuentra en un estado de agitación patológico, o bien es presa de un egocentrismo sin límite. En ambos casos la verborrea es un síntoma de imposibilidad para establecer comunicación con los demás.
Mantener la calma, el control de las emociones y del discurso pueden situarnos en un posición muy ventajosa en una discusión. En este artículo te contamos algunas estrategias para lograrlo
Gritar y pedir que no te griten constituye en sí mismo una contradicción. Los gritos agreden y turban a quien los recibe, pero también desdibujan y roban razón al discurso de aquel que los utiliza.
Poner límites no es una tarea sencilla. Sin embargo, es necesaria para que los demás no nos dañen, con independencia de que alguna vez puedan encontrarse con ellos y enfadarse por no poder cumplir sus deseos en relación con nosotros.
¿Qué son las conductas defensivas? ¿Cuándo tendemos a manifestarlas? Os traemos 6 ejemplos de este tipo de conductas que os pueden hacer reflexionar sobre el poder de nuestros pensamientos.
Las discrepancias, las tiranteces, la mala comunicación o la diferencia de caracteres siempre nos acaban agotando mentalmente. ¿Qué podemos hacer en estos casos?
La mentira daña la confianza, convirtiéndose en una fuente de emociones negativas. Te mostramos algunas pautas que puedes emplear para gestionar este tipo de situaciones.